Por: Eduardo Navarrete*

No. Este no es un texto fatalista. Por el contrario, voltea a ver años que pudieron ser más complejos que el que vivimos. No a manera de consuelo colectivo, sino como plataforma de crecimiento inferencial.

Creíamos estar protagonizando una ola de revoluciones simultáneas: tecnológica, política, ambiental, social. Pero llegó 2020 y aclaró el término “revolución”.

Difícilmente se olvidará este año, no solo por meter en casa a quienes ya nos hacíamos volando, sino por regresar la condición perdida de vulnerabilidad que nos define como humanos y nos acerca a una condición altruista para relacionarnos con el mundo.

Es a partir de la condición vulnerable del ser que quedan marcadas las fechas en la memoria.

Pero el primer acercamiento de cualquier análisis serio trata de responder dos preguntas: por qué y para qué. En los siguientes párrafos trataré de abordar por qué 2020 no es el peor año en la historia señalando varios candidatos a ostentar esa oscura distinción.

¿Por qué 2020 no es el peor?

  • 1162 fue el año en el que Genghis Khan nació y a quien se le atribuye el asesinato de más de 80 millones de personas y la aniquilación de civilizaciones.
  • 1316 fue uno de los años más oscuros para Europa debido a una hambruna generalizada que acabó con la mitad de la población de Inglaterra.
  • En 1347 la Peste Negra mató a la mitad de la población de Europa.
  • Para 1493 iniciaría el brote de malaria, mismo que acabó con 70 millones de indígenas
  • En 1520, la viruela devastó Mesoamérica y mató al 90 por ciento de los habitantes (cerca de 10 millones de personas).
  • En 1576, soldados españoles estacionados en Antwerp se rebelaron y asesinaron más de 7 mil civiles. Esto detonó un periodo oscuro en Europa en términos sociales y económicos.
  • 1665 fue el año que vio el más álgido rebrote de plaga. En 7 meses mató, tan solo en Londres, a más de 100 mil personas.
  • En 1783 más de 11 millones de personas murieron de hambre en India a causa de una erupción volcánica.
  • 1848 fue un año con 12 meses de intensa violencia y hambruna en Europa. El año que impulsó revoluciones en varios países de la región dejó más de 200 mil muertos.
  • En 1918, la gripe española provocó la muerte de más de 50 millones de personas.
  • 1933 se marca como el auge de Hitler y punto de inflexión en la historia moderna para que cometiera el asesinato de 6 millones de personas.
  • 1983 vio una hambruna que dejó más de un millón de muertos en Etiopía y más de 400 mil personas desplazadas de su país.
  • En 2001 el ataque a las torres gemelas dejó un saldo cercano a las 3 mil víctimas y 25 mil lesionados.

Hay, sin embargo, una fecha en la que coinciden historiadores y científicos cuando se discute el peor momento por el que hayamos pasado. Se trata del año 536 d.n.e.

Una densa neblina generada por una erupción volcánica en Islandia se extendió en todo el planeta y dejó a varios países en oscuridad las 24 horas del día durante dos años. Como efecto de este fenómeno, la temperatura global colapsó (fue la década más fría en 2,000 años), los cultivos resultaron estériles y la hambruna se extendió.

El estancamiento comercial y el consecuente golpe económico no se dejaron esperar: se perdieron trabajos, las industrias pararon y la desesperación social explotó. Por si no fuera suficiente y contraviniendo el dicho de “cuando está más oscuro es porque está a punto de amanecer”, 5 años más tarde se desataría un brote de peste bubónica que cobraría la vida de más de 100 millones personas.

¿Tragedia o estadística?

De los años arriba listados se puede hacer una clasificación en dos tipos de eventos:

  • Los que responden a enfermedades o eventos naturales
  • Los que evidencian una profunda y retrógrada ignorancia humana

Parece ficción, drama y terror en un solo género, pero no obstante los embates de cismas naturales y brotes infecciosos generalizados, hay momentos en la historia que dejan ver a la especie humana obsesionada con un carácter individualista que resulta autodestructivo.

Una frase atribuida a Stalin, lo ilustra: “Un muerto es una tragedia, pero un millón de muertos es una estadística”.

En realidad, importa poco si un año fue más trágico que otro. La experiencia empática tendría que hablar del aprendizaje elemental luego de tantos lustros, después de tantas oportunidades para comprender que estamos vinculados en este plano con fin común que dista de una visión autocentrada y encima, autodestructiva.  Por ello, y regresando a los números, 2020 es un año que puede ubicar o distraer a la raza humana en su propósito evolutivo y civilizatorio.

Contacto:

Eduardo Navarrete es periodista, administrador público y fotógrafo. Se especializa en dirección editorial, Innovación y User Experience. Cofundador de Mind+, arena de entrenamiento para la atención plena empresarial*

Twitter: @elnavarrete

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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