Por Jhon Cisnero* La incertidumbre es lo que caracteriza este año a los mercados financieros luego de dejar atrás un camino difícil para la mayoría de los inversionistas, un período de alta volatilidad ocasionado por varios factores que hasta el día de hoy siguen estando latentes en los mercados. El incremento de tasas por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) y la guerra comercial entre este último país y China, fueron los principales motores de la volatilidad el año pasado, sin embargo, para este año las probabilidades de que la FED siga incrementando las tasas son bajas, aunque no se debe subestimar los escenarios que se puedan presentar, y por los momentos el asunto de la guerra comercial se mantiene con una buena perspectiva, pero como dije anteriormente, apenas está iniciando el año y así como los demás, considero que las proyecciones podrían cambiar rápidamente. La interrogante que sigue merodeando al mundo financiero internacional es si este año el mercado financiero entrará en recesión, o peor aún, en una crisis como la que vivimos en el 2008. Es un escenario que se ha estado planteando desde el año pasado, y mientras pasan los meses esta idea sigue agarrando fuerza, aunque cabe destacar que los indicadores económicos no muestran aún resultados que deban preocupar. Desde el año pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos como el Banco Internacional de Pagos (BIS) han advertido del considerable incremento de deuda de riesgo que ha caracterizado al mercado de crédito corporativo. El año pasado las ventas de obligaciones de préstamos garantizadas (CLO por sus siglas en inglés) tuvieron récord, lo que en cierta medida no es nada alentador. Estos instrumentos estructurados, son adquisiciones apalancadas con calificaciones crediticias bajas, vehículos de la ingeniería financiera, con características similares a las obligaciones de hipotecas garantizadas (CDO), los mismos de la crisis de 2008. Las nuevas emisiones de CLO en los Estados Unidos alcanzaron un récord de 130,4 mil millones de dólares en 2018. Según Bloomberg, quienes administran más obligaciones de préstamos garantizadas en Estados Unidos son Credite Suisse Asset Management, GSO, Carlyle entre otros. Lo más preocupante del escenario es que alrededor del 29% de los emisores de préstamos apalancados están calificados con B3, el grado por encima de la calificación CCC, cuando hace una década, era solo del 14% según los datos del Servicio de Inversores de Moody’s. Teniendo estos factores sobre la mesa lo que nadie quiere es que estos instrumentos bajen su calificación, sólo se requiere que una serie de eventos se desarrollen al mismo tiempo, y estaremos frente a una tormenta perfecta. A diferencia de las obligaciones de hipotecas garantizadas (CDO), las obligaciones de préstamos garantizados (CLO) poseen respaldo, es decir, si una de las empresas incumple, el inversionista puede recurrir a la venta de esa garantía, aunque cabe destacar que los convenios de estos préstamos cada vez son más reducidos. El apalancamiento no es una estrategia mala si se sabe implementar de forma eficiente, lo preocupante es, cuando se usa principalmente para asumir más riesgo financiero y no para inversiones productivas como se está manifestando en los últimos meses en los mercados. Ya han pasado diez años de la crisis financiera mundial y ha vuelto el apetito por el alto riesgo, claramente con la finalidad de conseguir altos rendimientos. Lo que se ha desencadenado desde entonces, es un crecimiento que ha caracterizado a los principales mercados bursátiles de todo el mundo; a todos los inversionistas les gusta que se presente este tipo de escenario y que todo vaya bien a nivel financiero, pero tenemos que tomar en cuenta que los mercados no crecen sin ningún tipo de interrupción, claramente las correcciones se tienen que presentar, lo que ha originado cierta preocupación al día de hoy debido a que nadie quiere estar presente en un momento como este, sin embargo, lo que aún se debate hasta el día de hoy es si lo que se aproxima será una corrección, una recesión o una crisis financiera, todo depende de cómo manejen los escenarios los bancos centrales. No cabe duda que el aumento continuo de las tasas por parte de la FED podría despertar una nueva crisis; el año pasado estuvo caracterizado por alta volatilidad y tensión en los mercados, además de un aumento en las inversiones de los mercados emergentes, principalmente en China, aunque cabe destacar que en la crisis financiera de 2008 prácticamente todos los mercados a nivel mundial cayeron en la misma proporción, claramente habría que esperar ya que no todos los escenarios de desarrollan de la misma forma.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @jcisnero92 Instagram: jhoncisnero Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Globalización 4.0: una transformación constante
Por

Si bien la globalización ha promovido crecimiento y desarrollo, también lo es que ha generado grandes desigualdades en d...