Por: Javier Navarro Velasco*

Así como el Renacimiento surgió como un movimiento cultural en el siglo XV y XVI, en el que los maestros del arte hicieron un cambio en el concepto de su habilidad para expresarse, quitando sus ataduras religiosas, entre otras, y produjeron una renovación en las ciencias naturales y humanas, además de que crearon una etapa en la que se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, también se deberá realizar ahora un movimiento cultural y profesional en el ejercicio de la abogacía.

La profesión legal se vio seriamente afectada por esta crisis sanitaria, “nos quedamos detenidos sin saber qué hacer por casi cinco meses”.  No obstante, los buenos oficios de los Consejos de las Judicaturas Federal y Locales para resolver las cosas, el tiempo no se ha podido recuperar, ni tampoco el ritmo de trabajo que permita una continuidad a la atención de los asuntos como era antes. De hecho, el daño económico es enorme, tanto por los asuntos no resueltos, como por el costo del mantenimiento del ejército de personal de los Poderes Judiciales en toda la República Mexicana, pues seguramente debe haber más personal en este Poder, que militares en el ejército Mexicano hoy en día.

El problema esencial no es el económico, pues en aquellos tiempos de salud y bienestar, mal que bien operaban los Tribunales y cumplían con su obligación de juzgar, con rezago, aunque no creo que exista un país en el mundo donde la justicia sea realmente expedita, nada es perfecto.

Los colegas no litigantes, también se han visto en dificultades.  No hay transacciones corporativas importantes, se detuvo la economía y, por consecuencia, el trabajo legal.  Archivos, notarías, registros, dependencias del Gobierno Federal y local han permanecido cerradas o en el mejor de los casos con servicios, horario y personal recortados.

Estoy seguro que otras profesiones en México también han sido víctimas de los efectos del Covid-19; sin embargo, más allá de mi solidaridad con ellos, el tema a tratar en este artículo es el renacimiento de la profesión legal.

Hemos visto durante este aislamiento social que provocó el home office, lo importante que es la tecnología, que si bien, ya teníamos en nuestras oficinas y vida cotidiana, no la usábamos tanto y, para tantas cosas, como ahora.  Esta herramienta es sin duda lo que ha venido a permitir el reinicio de nuestra actividad legal, pero de manera parcial, nos falta mucho para sustituir el método tradicional por el virtual.

Así como en los siglos XV y XVI existió un gran movimiento cultural y humano, ahora tendremos que hacerlo en el ejercicio profesional del Derecho, en todas sus especialidades o tipos de prácticas.  Quienes no lo logren, quedaran en el recuerdo y los anales de la historia, como una Firma más de abogados que fue muy exitosa o un abogado famoso, que no tuvieron la resiliencia a la crisis, ni tampoco la habilidad para la adaptación al cambio de un renacimiento de la profesión legal.

Todo esto más allá de ser un problema es una oportunidad.  Las puertas se abren para nuevas firmas y abogados con espíritu innovador, humano y joven. Toda crisis trae una recuperación y lo valioso es salir fortalecido.

Dentro de los cambios importantes que deben de hacerse en nuestra profesión a mi parecer, entre otros, están: una conversión moral y ética en la práctica profesional; el uso y la recomendación a nuestros clientes de los mecanismos alternos para la solución de controversias, tales como la negociación, mediación, peritajes, conciliación y arbitrajes, pues estos mecanismos ya llevan mucho tiempo utilizando la tecnología como herramienta exitosa en sus procedimientos, cuando el Poder Judicial apenas intenta hoy aplicarlos en una primera fase que será experimental.

Además de que estará sujeta al escrutinio de los abogados, las partes y lo más preocupante, a la revisión de la legalidad y constitucionalidad de parte de los propios Tribunales de Amparo, pues el principio de inmediatez procesal se estaría violando de inicio por la virtualización de las audiencias.

Además, debemos reforzar y buscar una relación más humana y comprometida con nuestros clientes y con la sociedad, la suma de estos factores tendrá que resultar en el renacimiento que vislumbro para la práctica legal después de la crisis sanitaria que trajo el Covid-19.

Como conclusión a la propuesta sobre el renacimiento de nuestra profesión legal, tenemos que ante lo sucedido por la pandemia y que al parecer seguiremos viviendo por un buen tiempo más, debemos de aplicar el principio de “renovarse o morir”.  Busquemos con inteligencia y rapidez un cambio en nuestras propuestas de servicios a nuestros clientes, seamos más creativos y humanos.

Los tiempos de nuevos rostros y nombres en nuestra profesión están por venir, desplazando a quienes no vayan adelante con un surgimiento de nuevas y mejores prácticas para nuestro gremio legal.

Apoyemos a los Poderes Judiciales a que el cambio a los procesos virtuales se quede para el bien de nuestra profesión y clientes, pero bajo normas de conducta serias, éticas y profesionales.  El que quiere engañar se engaña a sí mismo y pronto se descubre su engaño, por lo que deberá ser sancionado.

Hay que renacer hoy, sin miedo al cambio, el futuro siempre es prometedor.

Contacto:

Javier Navarro Velasco actualmente coordina el Grupo de Práctica de Resolución de Controversias de la Firma a nivel nacional. Se especializa en arbitraje nacional e internacional, y tiene una amplia experiencia trabajando en varios asuntos comerciales.*

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