En las últimas dos décadas, Centroamérica se incorporó a cadenas globales impensables en los ochenta, como la electrónica, la automotriz y los dispositivos médicos, y una amplia gama de servicios que van desde centros de telefonía hasta operaciones profesionales para empresas transnacionales financieras o de logística.    Por Jorge Mario Martínez-Piva*   La región centroamericana entró en la década de 1990 con un nuevo modelo de desarrollo, que puso como motor del crecimiento económico las exportaciones y la atracción de inversión extranjera directa (IED). Las reformas alentaron la llegada de IED y se fomentaron las exportaciones con un éxito evidente: las tasas de crecimiento promedio de las exportaciones de bienes fueron superiores a 10% y las de servicios a 9%, al tiempo que entre los años 1990 y 2011 la IED creció a una tasa superior a 20%. La región transformó su cartera exportadora de pocos productos agrícolas –café, banano, crustáceos y azúcar representaban 68% de las exportaciones de bienes en 1986– a un amplio abanico de productos, en el que predominan los industriales –87% de las exportaciones de bienes son manufacturas–. Además, los socios comerciales también se multiplicaron: si bien Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial –35% de las exportaciones de Centroamérica se dirigen a EU, y 34% de las importaciones tienen origen en ese país–, aparecen otros jugadores como China, que absorbe 1% de las exportaciones y provee 12.5% de las importaciones, o México, con 3% de las exportaciones de la región y 8% de las importaciones. La deslocalización de los procesos productivos, la globalización de las cadenas de valor y la consecuente creación de procesos globales de proveeduría impulsaron la IED vinculada a las exportaciones. Centroamérica aprovechó esta dispersión geográfica de la producción para su inserción internacional. En las últimas dos décadas la región se incorporó a cadenas globales impensables en los ochenta, como la electrónica, la automotriz y los dispositivos médicos, y una amplia gama de servicios que van desde centros de telefonía hasta operaciones profesionales para empresas transnacionales financieras o de logística. Sin embargo, el análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre nuevas fuentes de datos destaca características menos conocidas de este proceso y subraya retos pendientes. Por ejemplo, la medición de los flujos comerciales en valor agregado muestra que del total de las importaciones centroamericanas de bienes y servicios en 2011, 61% son bienes y servicios intermedios, cuando en el año 1990 eran 48%. Esto tiene su reflejo en el valor agregado de las exportaciones, cuyo componente foráneo ha crecido significativamente: en 2011, 30% del valor de las exportaciones de la región correspondía a valor agregado foráneo, y en 1990 a 22%. Pero igualmente significativo es observar el origen del valor agregado foráneo: en Centroamérica 39% del valor foráneo viene de Estados Unidos, lo que nos muestra una elevada concentración de las importaciones. En 2011, el valor agregado foráneo de las exportaciones de Asia fue de 24% y en Europa de 39%, pero el origen de 46% del valor agregado foráneo en Asia viene del mismo continente, y 48% para el mercado europeo, mientras que 8% del valor agregado foráneo de las exportaciones centroamericanas proviene de Centroamérica. La creciente desvinculación de las exportaciones del resto de la economía y un acelerado crecimiento de la elasticidad-ingreso de las importaciones han reducido el efecto multiplicador que las exportaciones y la IED podrían tener en el crecimiento. Esto explica porqué el éxito exportador no se refleja en el crecimiento económico de la región como se esperaría. La Cepal ha señalado el desafío que representa diseñar una política industrial que crecientemente articule el sistema productivo regional, facilitando los encadenamientos hacia atrás y la distribución del dinamismo del comercio en el resto de la economía. Algunos de los principales socios comerciales de la región ya están emprendiendo acciones para incrementar el valor agregado nacional a su producción, y Centroamérica no debe ser la excepción.   *Jorge Mario Martínez-Piva es jefe de la Unidad de Comercio Internacional e Industria de la Sede Subregional en México de la Cepal.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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