El martes 1 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador rindió su segundo informe de gobierno, el cual no aportó mucha información diferente a la ya ofrecida en la conferencia de prensa llamada “mañanera”.

Quizá el tema a rescatar del segundo informe, es la aceptación de que nos encontramos ante una crisis económica y sanitaria, de la cual, en palabras del presidente, estamos próximos a salir gracias a los apoyos económicos a adultos mayores, estudiantes y niños, sumado a las remesas que se envían desde Estados Unidos y a la buena relación con empresarios.

En lo referente a la crisis económica, de nueva cuenta existe una desconexión entre lo dicho por López Obrador y lo que su grupo de trabajo dice, ya que hace algunos días, Arturo Herrera mencionó que el 2021 será el año más difícil para el país desde 1932, lo cual no está en concordancia con lo expuesto por Andrés Manuel en su informe de Gobierno.

Mandatarios europeos y asiáticos han dado entrevistas en las cuales, plantean para sus países escenarios similares a los expuestos por Arturo Herrera para 2021, lo cual hace cuestionar que todo lo dicho por López Obrador en materia de recuperación económica sea verdad y que sólo se trate de publicitar a un gobierno en miras a las elecciones del próximo año.

Hubiera sido de mayor utilidad escuchar a un Andrés Manuel planteando un real escenario económico y social que sirviera como explicación a los grandes recortes al presupuesto de egresos de la Federación que se anunciarán en próximos días. No es posible hablar de recuperación económica con un presupuesto reducido y recortes a casi todas las actividades de un país.

Aunque las transferencias monetarias a población vulnerable son adecuadas, ya que permite que algunas familias puedan cubrir las necesidades más básicas como alimentación, no se pueden sostener de forma indefinida sobre el tiempo si no existe una adecuada recaudación fiscal y actividades económicas que ayuden al Estado mexicano a cobrar impuestos y devolverlos a la población en ayudas y subsidios.

En la parte sanitaria, aunque 10 estados del país se encuentran ya en semáforo amarillo (todas las actividades permitidas salvo clases presenciales) y el resto, excepto Colima, están en color naranja, no se puede hablar de que la pandemia se ha domado, ya que la cifra de muertes sigue incrementándose a diario y los casos activos en grandes urbes como la Ciudad de México se mantienen entre lo seis y siete mil por día.

La administración de López Obrador apostó por que no colapsara el sistema de salud ante la pandemia, lo cual se consiguió al ingresar camas en espacios no destinados a servicios médicos o reconversión hospitalaria, pero dejando de lado el seguimiento de casos activos y la realización de pruebas, lo cual hubiera ayudado a reducir de forma real los contagios antes de la entrada del otoño e invierno en México.

Recortar gastos y una política de austeridad jamás será una medida adecuada para escenarios sanitarios como el actual, ya que además de la reconversión hospitalaria, también se debió continuar con la atención médica de la población con padecimientos en los cuales el tiempo es un factor clave para sobrevivir o no.

En México, hubo una exitosa reconversión hospitalaria ante la pandemia, pero que generó muertes a personas que debieron suspender sus tratamientos o no recibieron la atención adecuada ya que los esfuerzos estaban centrados en otro objetivo. 

En otros temas como deporte, medio ambiente o equidad de género, los temas quedaron olvidados, lo cual habla de un presidente que no concibe una estrategia global contra el crimen organizado o la pobreza, y mucho menos, con visión de largo plazo.

De nueva cuenta, las transferencias monetarias no sirven de mucho si no se les acompaña de otras estrategias de recomposición del tejido social como son las actividades deportivas o culturales, el reconocimiento de una población diversa que puede apoyar a la comunidad y el respeto al medio ambiente como estrategia de cambio regional.

Al final, el segundo informe de Gobierno resultó ser una mañanera más, en la cual los temas que se tocan son cuestionables a partir de la evidencia y datos, sumado a la desconexión del presidente con la realidad y su equipo de trabajo y falta de estrategias que permitan planear a mediano y largo plazo.

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El autor es Docente de economía en la UNAM, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía (Posgrado, UNAM). Corredor y fotógrafo amateur en los ratos libres.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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