Persisten los claroscuros en Latinoamérica: 60% de la población sigue perteneciendo a la clase baja, la clase media se sitúa en 30%, y sólo 2% es de clase alta.   El sábado pasado tuve lo oportunidad de participar en un panel de discusión sobre el desarrollo económico y seguridad de la región de América Latina, invitado por Harvard Initiative for Latin-American Relations (HILAR) y por World Entrepreneurs (WE) en el Centro de Congresos de Querétaro. Tuve la suerte de compartir el panel con un brillante especialista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Willy Zapata. Al término de la exposición en la que estuvimos, la moderadora nos preguntó a ambos ¿cuál sería, en nuestra opinión, la expectativa para los próximos 10 años en la región? Y los dos nos quedamos fríos con la pregunta, porque obviamente nadie tiene una bola mágica para saberlo y verdaderamente no hay respuesta correcta. En lo personal decidí hacer una reflexión general sobre la región, cambiar la pregunta y dirigírsela a la audiencia, estudiantes universitarios de toda la región; les comparto mi reflexión y, al final, la pregunta modificada. “Bajo esta expectativa, a los jóvenes aquí presentes les dejamos una región con un gran tiradero, a pesar de que Latinoamérica creció consistentemente durante los años 2000, lo que ha servido para que las crisis internacionales, como la del 2008 y la actual crisis geopolítica, no nos golpearan tanto, pero nuestra región sigue presentando claroscuros: 60% de la región sigue perteneciendo a la clase baja –según el Latinobarómetro de 2013–, la clase media se sitúa en el 30% de la región, y el 2% es considerada clase alta, que es en donde se concentra el desarrollo económico. Seguimos siendo una región en donde dominan los monopolios, ya sean privados, grandes empresas en donde se concentra la producción y la riqueza; estatales, empresas del Estado que concentran las actividades primarias y no permiten la participación nacional o extranjera (véanse las empresas energéticas), y los monopolios políticos o sociales, en donde encontramos a los partidos políticos y/o grandes sindicatos de trabajadores que absorben y dirigen una buena parte del beneficio de las políticas públicas del Estado para ellos mismos. A pesar de haber disminuido la tasa de pobreza en los últimos años, tenemos más pobres en situaciones críticas, y ha aumentado la cantidad de ricos, por lo que la brecha de desigualdad sigue en aumento; no obstante, gracias a que una gran cantidad de pobres han mejorado su situación, hoy se está viviendo el efecto de “la trampa de la clase media”, el cual se da cuando una parte de la sociedad que vivía en pobreza empieza a vivir una mejor situación, y quedan atrapados como clase social debajo de la clase media, pero no les alcanza el desarrollo como para seguir mejorando y sufren los altos costos del crecimiento de la sociedad. Este hecho se ilustra con el caso de las clases sociales que poco a poco han mejorado su calidad de vida en Brasil, pero cuando sube el transporte público no pueden absorber estos costos y salen a la calle a quejarse, tal como pasó antes del Mundial de futbol, o como hace una horas, que están quejándose del modelo económico y de la corrupción en el gobierno. Para bien o para mal, la región empieza a dejar atrás los dogmas de la izquierda y la derecha. Hoy vemos, a la par, exitosos y desastrosos gobiernos de derecha e izquierda; es más, estamos frente al rompimiento de paradigmas al ver una Cuba en negociaciones amistosas con Estados Unidos, y una Venezuela que a pesar de la fortaleza de su petróleo no le está sirviendo de nada para mantener su sistema político. Y ver que los crecimientos económicos se dan en distintos regímenes (Paraguay, Chile, Ecuador, Perú y Panamá son los que van a la cabeza del crecimiento). Curiosamente, si comparamos estos crecimientos con la aceptación de sus gobernantes, los presidentes están reprobados en la evaluación presidencial. Sólo los presidentes de Honduras y de Nicaragua se encuentra entre 66 y 60% de aprobación, mientras que todos los demás se sitúan debajo del 52%, hasta rangos que llegan al 31% de aprobación, como el que tiene el presidente Ollanta Humala de Perú. Para finalizar el análisis, aquí otros datos variados sobre las opiniones de la sociedad en la región que da el Latinobarómetro: tenemos que el 42% piensa que el gobierno no podrá resolver la situación económica; el 53% piensa que es poco probable que puedan hacer algo; el 55% de la población no se ha conectado nunca a internet; sólo el 21% se conecta a diario a internet y sólo el 38% usa redes sociales. La pregunta reformulada a los jóvenes de la conferencia fue la siguiente: ¿Qué tipo de región quieren ustedes para dentro de 10 años, cuando ustedes estén liderando la política, la economía y la sociedad de la región? Y para terminar, una recomendación: para crecer, la región necesita mejorar en Estado de derecho, en bajar la corrupción tanto privada como pública, aumentar los niveles de seguridad y bajar la delincuencia, aumentar la escolaridad de la población, disminuir la desigualdad, bajar la tasa de homicidios, aumentar las variables de la expectativa de vida, mejorar las condiciones del medio ambiente, disminuir la contaminación del agua y el aire, entre otras. Si hacemos algo en estos temas estoy seguro que la región en 10 años podrá tener un mejor escenario económico.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Marcovherrera   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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