Una lectura obligada de los resultados de las elecciones del pasado 5 de junio en seis estados del país es hacerlo a la luz de las elecciones presidenciales de 2024. El triunfo de Morena y partidos aliados en cuatro estados complementa el proceso de reconfiguración del sistema de partidos en México, que arrancó desde la participación del movimiento por primera vez en las elecciones de 2015, con la disputa de gobernador en nueve entidades federativas, y en las que logró colocarse como cuarta fuerza política nacional y la asignación de 35 diputaciones federales.
Desde entonces, el mapa político electoral en México se ha transformado y se han consolidado algunas tendencias que comenzaban a advertirse desde aquella coyuntura. Un aspecto, el más evidente, es que tras los recientes comicios hoy tenemos más claridad de que las elecciones presidenciales de 2024 se jugarán, a grandes rasgos, entre un partido dominante, dos partidos medianos y partidos pequeños con distintos niveles de competitividad a nivel local.
Ante el electorado, se fortalece la disputa por dos “visiones” de nación, aunque del lado de la oposición aún siga sin articularse un proyecto cuyo contenido vaya más allá de su “antilopezobradorismo”.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado
Y si bien el proyecto del presidente López Obrador ha aludido con éxito a la narrativa de una transformación histórica como la que se pretende bajo el concepto de “Cuarta Transformación”, lo que se ve al calor de la competencia política, es la apuesta por el pragmatismo político más allá de proyectos e ideologías. Las elecciones de 2022 redundan en esta suerte de normalidad política en la que la competencia entre candidatos se da entre figuras que alguna vez compartieron el mismo membrete partidista. En esta dinámica, se refuerza la migración de estructuras partidistas de otros partidos hacia Morena, sin que quede del todo claro cómo podrán ser asimiladas por un movimiento que no ha logrado institucionalizarse como partido político.
Otro elemento de análisis que arrojan los recientes comicios es con respecto a la reconfiguración del sistema de partidos rumbo al 2024. Las elecciones recientes dejan un país con 20 gubernaturas para Morena, seis para el PAN, dos para el PRI, dos para MC, una para el PES y una para el PVEM-PT. En menos de una década, más dos de cada tres estados (68%) serán gobernadas por Morena y aliados.
Ante la intensidad del cambio en la distribución del poder político es necesario cuestionar si nos acercamos a un sistema de partido hegemónico donde los otros partidos en realidad no representan competencia por el poder. Ante esta idea cada vez más socorrida, hay elementos importantes para decir que el 2024 podría disputarse en un contexto más cercano al de partido predominante, esto es, en un sistema de partidos competitivos, de acuerdo con la clasificación de Giovanni Sartori.
¿Ya nos tienes en Facebook? Danos like y recibe la mejor información
En este caso, si bien hoy el nivel de competitividad de la oposición se ve disminuido, la alternancia se sostiene como una posibilidad en las elecciones de 2024 y claro, también en los dos procesos electorales de 2023 a realizarse en Coahuila y Estado de México, hoy gobernados por el PRI.
Finalmente, los recientes comicios confirman el peso de la popularidad del presidente de la República en el ánimo de la gente, aunque desde luego, otros aspectos locales explican por si mismos algunos estados en disputa. Sin embargo, de la relevancia que tiene el mandatario en el apoyo que da el electorado a Morena, se deriva la principal debilidad de esta opción política a largo plazo, pues tiene ante si el reto de construirse como un verdadero partido político, que logre resolver la candidatura presidencial de 2024 en unidad.
Contacto:
Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Twitter: @palmiratapia
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
