El 7 de junio están en juego 2,159 cargos. El riesgo de unas elecciones con hechos violentos o candidatos poco transparentes puede arrojar un Congreso carente del verdadero respaldo popular.   Vivimos una época de campañas electorales y estaremos bombardeados por una gran cantidad de publicidad de los partidos políticos. De hecho, los cálculos señalan que tan sólo el número de espacios publicitarios en radio y televisión será de 24.2 millones de spots que los partidos utilizarán para conseguir el voto el primer domingo de junio. Esto es un indicativo de la presión mediática a la que se verá sometida la ciudadanía, sin dejar de lado las muchas definiciones que están en juego el próximo 7 de junio y que marcarán severamente el futuro inmediato de México. Es muy crítico puntualizar que “no es poca cosa lo que va a suceder”, puesto que no es una elección más la que está en puerta; se trata del primer proceso electoral en el nuevo marco normativo del sistema electoral mexicano. Dentro de los asuntos a analizar destaca la actuación que tendrá el Instituto Nacional Electoral (INE), que —con poco más de un año de existencia al día de la elección (su primera sesión fue el 4 de abril de 2014)— tendrá la tarea de cubrir cabalmente toda la logística electoral con el apoyo de los ciudadanos que estén dispuestos a contribuir y, con ello, ganar su aceptación. El INE tendrá en esta labor el reto de enfrentar la comparación con su predecesor el IFE, que desde su nacimiento en 1990 fue garante de los procesos electorales, la imparcialidad y, sobre todo, del poder ciudadano en la supervisión y defensa del voto, condición necesaria para la vida democrática. Aunado a ello, queda por ver de qué tamaño será la reacción de la ciudadanía ante el desencanto que existe por la partidocracia. Es crítico que los consejeros del INE se enfoquen en hacer justicia electoral, no política electoral; de lo contrario, existe el riesgo de que este desencanto se traduzca en abstencionismo, que ya se calcula podría superar al de la elección de 2009, de 56%. Otro foco de alerta: la transparencia y la información clara de los candidatos, ya que ante toda la guerra sucia que saldrá a la calle será inevitable que la ciudadanía se cuestione la potencial infiltración de delincuentes en los cuadros de candidatos. Los controles internos que deben aplicarse deberán realizarse con rigor, ya que el riesgo es sumamente alto. También deben considerar eventos que muestren la debilidad del Estado mexicano, si éste no es capaz de garantizar que se lleve a cabo la jornada electoral en determinadas regiones o que, por lo menos, no se realice de forma pacífica. Los estados de Oaxaca, Michoacán y sobre todo Guerrero serán focos rojos cuya población precisa que estas elecciones se realicen en paz y con transparencia, a fin de poder comenzar a superar situaciones del pasado. El 7 de junio están en juego 2,159 cargos. El riesgo de una jornada electoral con hechos violentos o candidatos poco transparentes puede arrojar un Congreso carente del verdadero respaldo popular, pero que aun así será el encargado de tomar las cruciales decisiones del país para el año 2016. No debe olvidarse el siempre latente conflicto poselectoral, que parece ser costumbre de las fuerzas políticas del país y de los anarquistas de la democracia, por lo que es necesario que los actores (partidos políticos) dejen de lado actitudes poco patrióticas y asuman su responsabilidad tanto en la victoria como en la derrota. Las autoridades deben demostrar competencia, capacidad y principalmente aplomo, para hacer efectiva la decisión que se tome en las urnas, no en tribuales ni tras bambalinas. No se pueden admitir ni hacer eco de esos llamamientos al abstencionismo o cancelación de las elecciones, aprovechando las observaciones internas e internacionales a las que estará sometido el país. Las elecciones del 7 de junio deben conceder manifestar la apuesta de la ciudadanía hacia los proyectos de gobierno que ésta crea conveniente. Se trata de una jornada que debe permitir construir y avanzar; no destruir y retroceder. Las elecciones tienen mucho en juego, por lo que los ciudadanos responsables deberemos actuar conscientemente y apoyar al país como medida de protección individual y colectiva.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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