EFE.- La crisis del coronavirus ha frenado el turismo en países como Tailandia e India, lo que ha desencadenado que los “mahouts” (criadores de elefantes) no tengan ingresos suficientes para mantener a sus animales y aumente la probabilidad de que caigan en manos de industrias ilegales, advierten diversos expertos.

Desde el inicio de la pandemia, los festivales de la India en los que era usado el elefante debido a su significado “sagrado” han sido cancelados y, por ende, sus dueños o mahouts “los han terminado usando para otras actividades ilegales para seguir generando ingresos”, explicó la presidenta de Voice for Asian Elephants Society, Sangita Iyer.

El uso de los elefantes asiáticos para sectores como el turismo, la industria maderera u otros trabajos forzosos no sólo provoca que el animal sufra físicamente, sino también psicológicamente, “con secuelas de las que probablemente no puedan nunca recuperarse”, como traumas, depresión, ansiedad o estrés, alertó Iyer con ocasión de la conmemoración del Día Mundial del Elefante.

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El director ejecutivo de la organización Wildlife Trust of India, Vivek Menon, mencionó la importancia de catalogar a los elefantes “como seres muy cercanos al ser humano” porque “recuerdan, comunican, lloran y aman”, siendo incluso “mortal” para ellos quedarse huérfanos a corta edad.

Menon sostiene que estos paquidermos pueden “comunicarse de generación en generación, contar a sus crías una situación que haya sido traumática para ellos y traspasarle su energía”, siendo sus descendientes receptores de un momento que “probablemente hayan vivido los abuelos de ese elefante”.

Una práctica conocida en Tailandia como “pajaan”, que se traduce como “romper el alma”, sirve para “adiestrar” a los elefantes y que obedezcan a los seres humanos para después utilizarlos para trabajar, “maltratándoles, encerrándoles en jaulas y separándoles de sus madres”, lamentó la presidenta de la organización sin ánimo de lucro Gentle Giants, Diana Muñoz.

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Por ello, esta organización se encarga de ayudar a los mahouts en Tailandia para que no caigan en el “error” de vender a sus elefantes a la industria ilegal, siendo su principal misión “acabar con la esclavitud” de estos grandes animales y asegurar su bienestar físico y mental, así como un turismo “ético”.

“Es horrible”, recordó Muñoz cuando describe cómo separan a un bebé elefante de su madre; “con este ritual consiguen que el elefante viva por y para el ser humano”, mientras que sus madres “sufren igual que las personas cuando pierden un hijo, es como quitarles el amor de su vida”.

Para “devolverles la vida”, la felicidad y la curiosidad que debe sentir un niño cuando da sus primeros pasos, “se juega y se interactúa para estimular al animal”, de esta forma, pueden “volver a confiar en las personas”, añadió la cofundadora de Gentle Giants, Colby Steiner.

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El turista “tiene la llave” para cambiar esta situación y no alimentar los círculos en los que se encuentran los elefantes, por ello, la educación de la sociedad es “indispensable”, coincidieron Steiner y Muñoz.

Otro de los problemas que viven estos animales es la falta de espacio, tanto Menon como Iyer señalan en que en la India existe un “conflicto de coexistencia entre los elefantes y los humanos”, que comparten el 78% del espacio terrestre.

Además, a causa del cambio climático los elefantes no tienen donde refugiarse o encontrar comida, los incendios en la India se han llevado consigo 8 mil hectáreas de suelo y, como consecuencia, “los elefantes han perdido sus casas”, señaló Sangita Iyer.

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