A su llegada a México, Walid Hakiri notó algo muy particular en la fila del supermercado: para pagar, la gente aquí suele cargar muchas tarjetas en su cartera. El ritual comienza por la tarjeta de puntos, seguida de la de débito, la de vales y hasta algún monedero, 4 plásticos diferentes para una sola acción: hacerse con la despensa de la semana. Y no es porque sea muy fijado que puso atención a esto, sino porque es parte de su trabajo. Walid, originario de Túnez, es el director de Glints, una rama de la compañía Prosa dedicada a la innovación en materia de tecnología financiera. “Este hábito no está digitalizado. Descubrimos que un usuario tiene que bajar una tarjeta por cada color, sin embargo, su comportamiento de consumo es sacar 3 o 4 tarjetas o llevar varias tarjetas.Estamos haciendo algo para desdoblar esto”, comentó en entrevista con Forbes. TAMBIÉN LEE: 5 razones por las que México marca el paso en regulación Fintech Entre sus desarrollos aún en proceso se encuentran un primer piloto que busca servir como base para la identidad digital, así como Genia, una billetera digital que busca no solo concentrar las distintas tarjetas de un cliente, sino también aprender de su comportamiento para promover en él su cultura del ahorro. “Pensamos que crear una cartera de identidad digital donde el usuario dice ‘sí, comparte mis datos’ o ‘no’, donde puede hacer un login único y fácil, y eso va a agilizar mucho la relación. Eso lo estamos trabajando”, relató. Con esta idea en mente y con el respaldo de la Ley Fintech, Glints presentará este miércoles FintSpace, un market place de ecosistema abierto y colaborativo de soluciones digitales que enlaza la oferta de empresas fintechs con las instituciones financieras y no financieras, a través de plataformas de programación de aplicaciones (API) estandarizadas que faciliten el intercambio de información entre entidades financieras y preserven su seguridad de los datos de los usuarios. Hasta el 1 de noviembre, se tenia confirmada la participación de 43 startups y 4 bancos, detalló Hakiri. El objetivo es promover un ecosistema de banca abierta (open banking) en el que haya interoperabilidad entre las distintas bancas digitales y que promuevan que la soberanía de los datos personales se quede en el cliente. “Uno de los beneficios concretos del open banking es que los usuarios, como verdaderos propietarios de su información, podrán concentrar, en un solo sistema, información sobre cuentas bancarias y de ahorros, créditos hipotecarios y tarjetas de crédito, aun cuando dichos productos sean de diferentes entidades bancarias”, explica la consultora Deloitte. Para establecer las disposiciones generales relativas a esto, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el Banco de México y las Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro y la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas tienen como plazo máximo el 9 de marzo de 2020, 24 meses después de la publicación de la Ley para regular las instituciones de Tecnología Financiera. “Las Entidades Financieras, los transmisores de dinero, las sociedades de información crediticia, las cámaras de compensación a que se refiere la Ley para la Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros, las ITF y las sociedades autorizadas para operar con Modelos Novedosos estarán obligadas a establecer interfaces de programación de aplicaciones informáticas estandarizadas que posibiliten la conectividad y acceso de otras interfaces desarrolladas o administradas por los mismos sujetos a que se refiere este artículo y terceros especializados en tecnologías de la información”, refiere el artículo 76 de la llamada Ley Fintech.

 

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