Cuidado cuando las estrategias de comunicación de los políticos logran el efecto opuesto y los ponen en aprietos en las redes sociales.     Los primeros minutos de los noticiarios se llenan de imágenes de los presidentes, primeros ministros o secretarios inmersos en la formalidad. Un acto político o frente a los medios que les exige seriedad y presencia. Pero, ¿qué pasa cuando de forma voluntaria o involuntaria los políticos se meten en aprietos en aras de la popularidad? A fines de abril, los medios colombianos no creían lo que el presidente Juan Manuel Santos estaba haciendo. Desde la oficina de prensa del mandatario colombiano, se difundió una imagen de Santos en playera y pantalones cortos sentado en un pequeño sillón. La imagen, se quiso hacer suponer a los medios, correspondía al presidente de Colombia recién levantado, leyendo un periódico local, al interior de una casa de interés social. Poco faltó para que el señor Juan Manuel Santos apareciera lavándose los dientes. Eso formó parte de una campaña de comunicación gubernamental en la que Santos y algunos funcionarios durmieron en casas de interés social que el gobierno regaló a familias de escasos recursos para mandar el mensaje de lo bien construidas y seguras que eran. Un buen intento por hacer algo similar a lo que Barack Obama hizo en sus campañas: llegar de forma inesperada a pequeños cafés y locales para comer o tomar un descanso acompañado de parte de su equipo. Con la pequeña diferencia de que Obama es tan o más institucional que su homólogo Santos, y seguramente se lo pensaría dos veces antes de aparecer ante la opinión pública en ropa interior. La imagen del presidente Santos, que según la prensa colombiana prepara el terreno para gobernar un segundo mandato, dio mucho de qué hablar. Empezando por críticas y burlas. Quiso verse cercano al  agente y terminó “quemado”. La semana pasada, el Presidente de China, Xi Jinping, y su esposa Peng Liyuan, visitaron varios países de América Latina, entre ellos México. Acompañado por el presidente de México, Xi Jinping y su esposa recorrieron algunos destinos turísticos del país. Parada obligada fue Chichen Itzá. En medio de los discursos esperados, surgió una fotografía que con el paso de los días se volvió un dolor de cabeza para el gobierno chino. Y es que resulta que la primera dama Peng Liyuan, hechizada por las construcciones de la civilización mesoamericana de entre los años 800 y 1,000 dC, hizo lo que cualquier turista haría: sacó su smartphone y tomó algunas fotografías de la zona arqueológica. El hecho hubiera pasado desapercibido a no ser porque Peng Liyuan utilizó un smartphone iPhone 5 de la marca Apple… empresa que el gobierno chino en numerosas ocasiones ha calificado de “indeseable” y de “maligna empresa imperialista” por sus imprecisiones en los términos de la garantía que proporciona a sus usuarios asiáticos. Liyuan, con su iPhone blanco, ataviada con un vestido blanco con motas negras y un sombrero color arena, de pie al lado de su esposo, fue la imagen que más llamó la atención en las redes sociales de aquel país, como lo es Weibo. El asunto subió de tono a grado tal que el régimen de China solicitó a varios foros de internet y medios electrónicos borrar de sus portales la fotografía de la pareja presidencial en Chichen Itzá. Claro, una tendencia tecnológica como usar un smartphone de Apple (“Designed by Apple in California, assembled in China”) no va con el discurso de las críticas a esos productos. Porque eso sí, que personajes del poder en China aparezcan como orondos usuarios de Apple, luego de que el gobierno de Estados Unidos acusara a hackers chinos de perpetrar masivos ciberataques a empresas estadounidenses, como que no va  la cosa. China representa para Apple el tercer mercado mundial de smartphones, relativamente cerca de Samsung (17.7% de la cuota del mercado); Lenovo, 13.2%, y Apple, con 11%, según datos de Strategy Analytics al cierre del 2012. Pero este caso, el de Liyuan, va más allá de Apple, y nos pone de manifiesto de nueva cuenta que los políticos dan qué decir de forma involuntaria, la mayoría de las veces. Y en el caso del presidente Santos seguramente será un error que su equipo de prensa y de imagen no volverá a cometer. ¿Se imaginan al presidente Enrique Peña Nieto en ropa interior con el almohadazo, como parte de su estrategia de comunicación?     —   Sígueme en twitter: @miguelcolunga1

 

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