cintillo   Por Ruth Mata En el cuestionario que respondieron las empresas participantes de la más reciente edición de Las 30 promesas de negocios Forbes solicitamos datos sobre cuánto invertían en Innovación (Investigación y Desarrollo) y sobre cuál había sido su último proceso enfocado en esta materia. Casi 80% de todas las que participaron invertían en I+D; de las 30 seleccionadas todas invierten en este rubro. ¿Qué llamó la atención? 50% de las 30 promesas consideran que invertir en innovación es adquirir equipo, por ejemplo de cómputo, software, ofrecer algún tipo de capacitación o incluso tener nuevos espacios de trabajo. Las otras 15 empresas sí desarrollaron nuevas tecnologías, descubrieron nuevos materiales, desarrollaron software o pusieron nuevos productos propios en el mercado. ¿Está mal? No, pero quizá no es lo deseable. De acuerdo con el estudio El emprendimiento en América Latina, publicado por el Banco Mundial en 2014, las empresas de la región crecen lentamente, en parte, por la falta de innovación: “Las empresas de Latinoamérica y el Caribe introducen productos nuevos con menos frecuencia que las empresas de otras economías similares, la gestión de los emprendedores de gama alta suele estar lejos de las mejores prácticas en el ámbito global, las empresas invierten poco en I+D y la actividad en materia de patentes está claramente por debajo de los niveles de referencia”, dice el estudio. Algunos de los factores que influyen son las habilidades de los emprendedores y aspectos externos a las empresas, como el entorno comercial y la falta de contacto con otros países. Es de llamar la atención que los emprendedores exportadores de la región LAC reaccionan de manera positiva frente a casos de crisis, son capaces de abrir incluso nuevas compañías, desarrollan productos y con mayor facilidad penetran en nuevos mercados. Para Rohan Malik, líder global de mercados emergentes de Ernst and Young, el gobierno debería impulsar, por ejemplo, la creación de visas para emprendedores con la intención de intercambiar conocimiento, aprender sobre otros mercados y encontrar oportunidades de negocio. La firma EY publicó este año el estudio From classroom to boardroom, creating a culture for high-impact entrepreneurship, en que justamente recomienda cinco pilares para fomentar el emprendimiento de alto impacto:
  1. Crear la visa multilateral entre los emprendedores de países del G-20
  2. Fomentar redes internas de trabajo.
  3. Inculcar el emprendimiento desde edades muy tempranas.
  4. Fomentar los programas de emprendimiento.
  5. Enfocarse en los emprendimientos de calidad y establecer programas longitudinales que vinculen la cultura del emprendimiento con la educación.
La educación juega un papel crucial. Sin embargo, los programas educativos actuales no fomentan el emprendimiento; en el mejor de los casos existirán algunas materias a nivel superior que den atisbos sobre el tema. En Reino Unido tienen un programa dirigido a niños entre cinco y 11 años, The Fiver Challenge, explica Malik, en que el objetivo es que con cinco libras, los niños diseñen sus propios “mini-negocios”, primero detectando las necesidades de su comunidad y luego encontrando la manera de satisfacerlas. En 2014, este programa alcanzó la participación de 30,000 niños de más de 500 escuelas. Otro ejemplo de cómo inculcar el espíritu emprendedor e innovador en los niños es el programa UPI (Ustvarjalnost, Podjetnost, Inovativnost) en Eslovenia, en escuelas de educación primaria. Los cursos especializados que imparten están enfocados a motivar en los estudiantes la creatividad, la innovación y el emprendimiento. Entre 2010 y 2012 participaron 35 escuelas primarias en el proyecto; 1,135 estudiantes desarrollaron 84 planes de negocio. De acuerdo con el estudio del Banco Mundial, es complicado identificar los factores que favorecen el emprendimiento por la intrincada interacción entre el entorno y la misma innovación; sin embargo identifican algunos ámbitos en que las acciones políticas podrían rendir frutos:
  • La competencia: “Demasiada competencia podría debilitar los incentivos a innovar de las empresas que carecen de las capacidades básicas y se encuentran lejos de la frontera tecnológica, mientras que si la competencia es demasiado escasa podría no haber incentivos suficientes para invertir en innovación.” En los países de Latinoamérica y el Caribe la falta de competencia mina los incentivos para innovar, dice el estudio: “El poder de mercado (en lugar de los esfuerzos innovadores) hace que las empresas sigan siendo rentables. Así, si no se percibe que innovar es necesario, no surgirán inventos en el sector privado.”
  • La brecha de capital humano, sobre todo en el ámbito de la calidad de la educación: La región carece de ingenieros y científicos, que es más probable que generen emprendedores innovadores.
  • La brecha del crédito bancario de la región es sustancial y lleva 15 años creciendo. Esta brecha, explica, se debe en gran parte a la turbulencia financiera de la región y a la escasez de proyectos prometedores y productivos, incluso más que al racionamiento y restricciones del crédito.
  • La falta de derechos de propiedad intelectual también podría suponer un problema, además de, quizás, otras debilidades del entorno contractual que dificultan la innovación.
Para Rodolfo Ramírez, director general de RedBox Innovation, existen dos tipos de innovación: “do better” y “do different”. El 98% de las innovaciones se enfocan en el “do better” y sólo 2% en el “do different”. Pero ¿qué es “do different”? “Es cómo cambiar el sistema; puedes, por ejemplo, ayudar a que la gente se organice, crear algo que inspire o que provoque nuevas ideas o crear algo que sirva a tu comunidad”, concluye.

 

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