Por: Milagros Oreja*

Para emprender hay que creerse un poco felino. Tener fe en que a pesar de romperte la cabeza dos, tres, cuatro veces, vas a sobrevivir porque aun te quedan vidas. Cada una las caídas pueden ser por muchos factores: desde finanzas deficientes hasta pérdida de clientes, incapacidad de retener talento, mala comunicación interna o externa y hasta tensiones irreconciliables entre socios o empleados.

Cada elemento es relevante: incluso las características del país o la ciudad donde se desarrolle el negocio. En México, por ejemplo, 8 de cada 10 emprendimientos mueren en menos de dos años. Y es que en un emprendimiento, la lluvia de problemas -desafíos, en términos corporativos- es interminable. Sin embargo, igual que en esta crisis que nos presenta el 2020, quienes hemos probado el desafío de encabezar un proyecto propio respiramos hondo, nos plantamos firmes y elegimos darle pelea al huracán económico. ¿Por qué?

Porque a pesar de los contratiempos emprender fue, es y seguirá siendo una forma de resistencia. ¿Cómo no replantearse el día a día si ya probamos los trabajos de estructuras estancas, horarios esclavizantes, jefes ególatras? De crecimientos basados en el pisoteo al otro. De empresas gigantescas que siempre priorizan las ganancias sobre los valores humanos.

Pues bien, gente: la crisis por el COVID-19 llegó para cachetearnos y poner los valores en orden. Para ayudarnos a recordar porqué, en primera instancia, dejamos esas oficinas con aromas de miedo y dimos el primer paso para fundar algo con nuestro propio ADN. Con nuestra forma de hacer las cosas, nuestros tiempos, nuestros sueños.

Ver cómo las transnacionales actúan ante sus empleados nos ayuda a imaginarnos lo que podríamos sentir si no fuéramos nuestros propios jefes.

La sensación de impotencia, de seguro, es mucho mayor. Y no porque los y las emprendedoras de este mundo no tengamos temor ante un globo terráqueo entero que se cae a pedazos. Si, tenemos pánico a perder lo que construimos con todo el esfuerzo posible -y el imposible también. Miedo de que nuestro hijo laboral se caiga como un castillo de naipes ante clientes que rompen las cadenas de pagos o que se retiran de nuestras empresas por recortes generales. A, una vez más, tener que atravesar el movilizante proceso de despedir gente porque no dan los números. O tener que ajustarles salarios. O quedarnos sin nada.

Pero ese temor no es el mismo al que tendríamos si dependiéramos completamente de nuestros jefes. No. Es diferente. Porque ya hemos aprendido a caernos y a levantarnos, aún heridos de muerte. Porque sabemos que nos podemos reinventar. Porque ya hemos perdido todo y ganado todo una y otra vez. Porque de a poco y con mucho esfuerzo, hemos aprendido a confiar en nuestra capacidad de cuestionar la realidad y crear nuestros propios manifiestos.

Si: el coronavirus nos sacude y nos deja de nuevo ante una crisis. Nos mueve el piso. En México, 6 de cada 10 emprendedores está estresado con la nuevas circunstancias. El 23.93% de los emprendedores teme que su negocio cierre, mientras que 48.71% siente mucho estrés por falta de recursos económicos, además un 23.93% considera que la inseguridad es otro factor que les causa estrés, según una encuesta hecha por Ueni, una empresa enfocada en el diseño y digitalización de Pymes.

Pero no nos frenará. Y lo que está sucediendo lo demuestra: en poco más de un mes de cuarentena en donde el 58% de los negocios del país se vieron afectados en un 80% de sus ventas, se aceleran día a día los nuevos emprendimientos solidarios de ayuda a personas en situación de vulnerabilidad y muchas de las pequeñas y medianas empresas reinventan su forma de hacer negocios. Suman delivery, promociones; se unen en colectivos, ayudan a zonas rezagadas. Cambian su propósito social.

Emprender es una forma de resistencia en un mundo que se desploma tal y como lo habíamos conocido. Representa el arte de avanzar a pesar de los obstáculos, guiados por un sueño. Representa también, una crítica activa hacia un sistema inhumano que caduca. En esta cuarentena quiero reivindicarnos a nosotrxs, lxs emprendedores que aun con miedo, decidimos creer que aun nos quedan vidas. Y levantamos bien alto la bandera en la que escribimos con letra marcador indeleble que lo contrario de la guerra no es la paz, sino la creación.

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*La autora es periodista, consultora y líder de equipos en el sector de la comunicación para el sector público, privado y el tercer sector de México, Argentina y la región. Colaboró con la comunicación de las charlas TED en México y columnista en diversos medios sobre temas de emprendimientos social.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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