El emprendimiento social aparece no sólo como una alternativa más, sino que da respuesta a la necesidad de millones de jóvenes que buscan que su trabajo diario tenga un sentido.     Por Javier lozano   El día de mi graduación del MIT,Susan Hockfield, presidenta de la institución en aquel año, habló en su mensaje sobre los tiempos tan interesantes que estábamos viviendo. Mencionaba que hace no muchos años atrás, no se conocían los términos de globalización, conectividad, impacto social o cambio climático. Me quiero imaginar que antes se discutían, por ejemplo, los retos de la industrialización, el desarrollo o las finanzas modernas. El emprendimiento social aparece no sólo como una alternativa más, sino que da respuesta a la necesidad de millones de jóvenes que buscan que su trabajo diario tenga un sentido. Y aunque el término sí sea nuevo, el emprendimiento social no lo es. Inclusive, me atrevo a decir que era lo único que antes existía. Los emprendedores de años atrás buscaban principalmente resolver un problema social y vivir decentemente de ello. De ahí profesiones como los doctores, zapateros o carpinteros que eran admirados y respetados por su valor y servicio a la comunidad. Sin embargo, en algún momento de la historia comenzamos a pensar en que podíamos primero ganar mucho dinero (olvidando nuestra obligación de contribuir positivamente) para, luego, ya millonarios y con una vida cómoda, ver cómo regresarle a la comunidad algo de lo mucho que tomamos de ella. Este modelo ha probado su inoperancia. El emprendimiento social nos da la oportunidad de vivir con un sentido. En uno de mis primeros trabajos, cuando mi jefe se enteró que dirigía un proyecto para apoyar comunidades indígenas en la Sierra Tarahumara, me comentó que si dejaba lo que estaba haciendo y ponía ese tiempo adicional en la empresa, crecería mucho más rápido. Mi respuesta fue, efectivamente, crecería más rápido, pero sólo yo. Considero que en México el emprendimiento social empezó muy lento porque seguíamos creyendo mucho en el modelo de trabajar para ser ricos y luego ayudar, o por lo menos esto es lo que vemos y escuchamos en muchos de nuestros líderes. Necesitábamos ejemplos que nos mostraran algo diferente y había que crear las organizaciones que apoyarán a estos jóvenes con pasión.   ¿La siguiente revolución? No hay semana en la que no escuche en alguna plática con algún colega, amigo o conocido, del interés de dejar su trabajo corporativo y bien pagado, para hacer o unirse a un emprendimiento social. Tantas personas están buscando dar un sentido a su trabajo. Como ejemplo, siempre hablo con orgullo de todos los colaboradores de Clínicas del Azúcar, personas talentosas que se han sumado a darle sentido a su trabajo al impactar positivamente la vida de miles de individuos con diabetes. ¿Qué necesitamos hacer para que haya más emprendedores sociales en México? Si eres alguien que dejó sus sueños a un lado por ganar dinero y luego ayudar, arriésgate, emprende o súmate a algún emprendimiento social. Entre más emprendimientos sociales haya, más fácil será para otros animarse. Si ya eres un emprendedor social, tienes la responsabilidad de hacerlo muy bien. Demuestra que aunque no todas las ideas son exitosas, sí lo son todos los emprendedores que se preparan arduamente, crean buenos modelos de negocio e impacto; que escuchan a los clientes, crean productos innovadores y se esfuerzan por la calidad. Necesitamos apoyar todas las iniciativas y organizaciones que ayudan a estos emprendedores sociales y divulgan sus historias; a organizaciones como Ashoka o iniciativas de inversión de impacto como Halloran, Adobe y Promotora Social México. Tenemos que dejar de desalentar a los jóvenes cuando emprenden algún proyecto, y les decimos “ya deja eso de ayudar y ponte realmente a trabajar”. Necesitamos líderes que sean sensibles a los problemas de nuestra sociedad, que nos impulsen a lograr nuestros sueños y poner nuestro talento al servicio de los más necesitados. Y tú, ¿qué ideas propones para acelerar esta revolución?   Javier Lozano es fundador de Clínicas del Azúcar y fue nombrado Emprendedor Social Latinoamericano 2014 por la Fundación Schwab.     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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