El sector privado puede y debe asumir el rol histórico como eje de cambio en la lucha contra la corrupción en el país, fenómeno que corroe las instituciones y empresas, mencionó Max Kaiser, director Anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Y para esto el primer paso en ese proceso de cambio es abandonar la cultura del privilegio que algunas compañías protegen con el objetivo de obtener ventajas. “Empresas que se desarrollan por dentro para generar buenos productos y servicios en lugar de estar preocupados por los contactos, privilegios, beneficios, o por las excepciones fiscales”, detalló Kaiser durante la reunión de líderes y empresarios “El cambio está en nosotros”, organizado por Forbes México. Señaló que lejos de ser una ventaja competitiva, el sistema de privilegios que sostienen algunas empresas con entes públicos y privados para recibir favores o esquivar responsabilidades resulta poco sustentable. “Es una mentira creer que la corrupción es un acelerador, que es un aceite que hace que las máquinas se muevan más rápido, por el contrario, las descompone, las echa a perder y en el largo plazo queda muy claro”, explicó el especialista durante su presentación “¡Viva la Legalidad!”. Actualmente, agregó Kaiser, un mercado desigual permea en el sector privado del país; sin embargo, el especialista consideró que en este momento tanto las autoridades como la sociedad civil y el sector privado tienen la opción de continuar con la corrupción que se ha convertido en un sistema o generar una diferencia. Al tomar la segunda alternativa se necesita una sociedad paciente, resiliente y que no abandonar la visión de un mejor futuro para México. “Apenas llevamos un par de años en la construcción del Sistema Nacional Anticorrupción y ya escuchó por todos lados gente que dice que no funcionó para nada. Pero tenemos que ser muy pacientes porque la construcción de instituciones lleva muchos años”, explicó.   La corrupción e impunidad se convirtieron en sistema Sociedad civil, sector privado y autoridades tienen la capacidad de construir las instituciones que pueden salvar al país dentro de dos décadas o continuar por el mismo camino, mencionó Kaiser. Hoy la corrupción y la impunidad se convirtieron en un sistema que corroe a instituciones públicas, que les impide cumplir con su principal objetivo de proveer servicios a los habitantes del país; y a las empresas, evitando aumentar su competitividad, aseguró. En caso de no concluir con la construcción de instrumentos como el Sistema Nacional Anticorrupción, el rumbo de país no cambiará, alertó el especialista.

 

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