De acuerdo con el último informe publicado por la Organización Mundial del Turismo (OMT), el sector turístico se enfrenta a una de sus mayores crisis en años de historia. Una crisis que ha venido de la mano de una pandemia caracterizada por una elevada tasa de contagio, pero que prevé extenderse en el tiempo; y ya no solo estamos haciendo referencia a la recuperación económica que debe experimentar el sector, ante meses de pérdidas continuadas y descensos en la actividad que rozan la totalidad, sino también por el hecho de que estamos haciendo referencia a un sector que requiere del contacto social y, por ende, de la disipación de la pandemia y los miedos asociados a esta y su contagio.

Como pudimos observar al inicio de la pandemia, las medidas de distanciamiento social provocaron en la economía lo que los economistas denominamos “shock de oferta negativo”. La situación, que requería de una intervención estatal para frenar el contagio, obligó a aplicar una serie de medidas de distanciamiento social a través de la cuales se pudiese contener ese contacto social que estaba dando lugar a mayores contagios. Sin embargo, con el paso del tiempo, la pandemia ha ido mostrando una ligera disipación de los contagios, así como un claro descenso en la mortalidad del virus, que no se ha ido ajustando con la recuperación mostrada por el consumo, el empleo, así como otra serie de variables.

En otras palabras, pese a la menor intensidad del virus, el sector no logra recuperarse. El miedo social por el contagio, más intenso en países con escasos recursos, tanto económicos como sanitarios, para contener la pandemia, ha dado lugar a que las previsiones que ofrecía el organismo, a priori más optimistas, se hayan ido deteriorando con el paso del tiempo. Tanto es así que, mientras se esperaba una recuperación del sector durante el próximo ejercicio, el deterioro previsto, así como las expectativas sobre la evolución del sector, han provocado un deterioro en estas previsiones, estableciendo un nuevo horizonte temporal para la recuperación que, esta vez, se establecería en 2024.

Es importante destacar dicha situación, pues hablamos de un sector de destacada importancia para el planeta. En este sentido, de acuerdo con los últimos datos publicados por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), el sector turístico, con una representación del 10,4% en el PIB mundial, supone uno de los sectores con mayor contribución a dicho PIB. Pues, con una contribución aproximada de 8’8 billones de dólares, el sector turístico se posiciona, entre otros, como uno de los sectores con mayor crecimiento del mundo. A esto debemos agregarle su contribución al empleo, una contribución que, de acuerdo con las cifras que publica la misma organización, supone el 20% de la totalidad de empleo nuevo generado en el planeta desde el año 2013, así 10% de la población activa en el planeta.

Esta situación, para México, debería ser una situación preocupante. Y es que, cuando hablamos de México, precisamente, estamos hablando de una economía altamente dependiente del sector turístico, como bien refleja el último informe de la UNWTO. En este sentido, entre las economías más dependientes del sector turístico, México ocupa un lugar muy destacado. Y digo destacado y no privilegiado, por el hecho de que hablamos de unas pérdidas que, como establece la ONU, podrían ascender por encima de los 300.000 millones de dólares. Un volumen que, como establece la OMT, justificaría en un 2,8% la caída provocada en el PIB mundial por dicho sector.

En este sentido, atendiendo a la composición del PIB azteca, la contribución del sector turístico en México representa el 15,5% de su PIB. Con estos datos en la mano, hablamos de que, tal y como ha establecido en el ranking la OMT, México, junto a España, ocuparía el primer puesto del ranking de países más dependientes del sector turístico, seguidos ambos por Italia y Francia. A su vez, la contribución al empleo en el país azteca no deja de crecer. En este sentido, hablamos de una contribución que se sitúa en el 10% de la población activa; de esta forma, supeditando, como vemos, gran parte del empleo en el país. Esta situación, teniendo en cuenta el deterioro de la economía mexicana, así como unas pérdidas que, para el sector turístico, podrían ascender a los 14.000 millones de dólares, dejan al país en una situación muy comprometida.

Por tanto, ante los datos que se ofrecen, uno se pregunta qué fundamento tiene, pese a la mala gestión que haya podido preceder al organismo turístico en el país, acabar con organismos que, como el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), promueven la promoción del sector tanto en el país, como en los mercados exteriores. Ya que, ante esta realidad y esa elevada dependencia del país azteca de un sector como el turismo, uno se pregunta: ¿Dónde está la estrategia para la promoción de la “marca México” y la reactivación del turismo en el país? ¿Qué estamos haciendo con ella?

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