Por: Lorena Rodríguez*

Muchos de ustedes, estimados lectores, seguramente recordarán una serie de spots que proyectaban en el cine hace muchos años, previo a la proyección de una cinta, en los que, apelando al ejemplo que daba un padre, se pretendía combatir, o al menos concientizar sobre la piratería. La frase más famosa de esta serie provenía de un niño pequeño que le comenta a su hermanita mayor, mientras ven en la tele un video de dudosa procedencia que su papá les compró: “Tenemos un papá pirata”. El efecto que solía producir en las salas este anuncio tendía más a las risas que algún indicio de preocupación o incomodidad.

En retrospectiva, esas reacciones son demoledoras y dicen mucho de una realidad cultural dentro de la que hemos estado inmersos en nuestro país por hace algún tiempo. Una en la que la piratería se normalizó a tal grado que, hoy en día, genera pérdidas que rebasan los 43 mil millones de pesos al año, de acuerdo con datos oficiales, pues al referirnos a esta práctica estamos hablando simple y llanamente de delincuencia organizada.  Si bien, por un lado, el consumidor final puede sufrir graves consecuencias debido a esta práctica y, por otro lado, las empresas también se llevan un saldo rojo a raíz de la misma.

La piratería está presente prácticamente en cada industria que conocemos, desde la farmacéutica hasta la del entretenimiento, por lo que ha tenido una sofisticada evolución de la mano de la tecnología. Cual caja de pandora, internet le permitió un crecimiento de la oferta digital de contenidos que es acompañado por una expansión todavía mayor. Su combate se vuelve más complejo, si consideramos que los marcos jurídicos no suelen avanzar al mismo ritmo.

De acuerdo con un informe emitido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en marzo de 2019, el comercio de productos falsificados representa el 3.3 por ciento del comercio mundial; mientras que la suplantación de marca corre desenfrenada en línea, con sitios web funcionales bien diseñados y correos electrónicos de apariencia auténtica que imitan a sus contrapartes legítimas con una precisión sorprendente. Así que, ante esta realidad, ¿cómo pueden blindarse las empresas para hacerle frente a estas violaciones?

Alguna vez alguien dijo que la mejor ofensiva, es la defensa. Así, en la propiedad industrial existen diversas estrategias que pueden implementarse para la defensa de este crimen, la más conocida, por supuesto, es el registro de marca, que es vital para evitar ser víctima de esta práctica. Para poder ostentar el uso exclusivo de una marca es necesario registrarla -no solo en los territorios en donde ésta se vaya a comercializar-, sin importar el número de ventas o clientes potenciales que pudiera tener en cada territorio, se debe incluso considerar el diseño de una estrategia que pueda permitir la protección de este valioso activo en territorios donde también pueda licenciarse o sea un mercado potencial para transferir a un tercero el derecho de producción. En el caso de México, es recomendable registrar la marca en nuestro país aun cuando sólo se vaya a realizar en territorio nacional la producción de los artículos que serán destinados a la exportación para su venta en el extranjero.

Actualmente, la tecnología también ha traído beneficios en el terreno de la Propiedad Industrial, a través de la Inteligencia Artificial se puede lograr la vigilancia de nuestros activos 24/7, con el fin de detectar de manera inmediata alguna posible infracción a los derechos del titular y actuar en su defensa. Este tipo de servicios especializados son gestionados por expertos en la materia, pero su beneficio asegura al titular, a una empresa o empresario, el valor intacto de sus activos.

Asimismo, es vital considerar que no sólo las grandes compañías tienen la necesidad de ser identificadas por los consumidores, ya que no se deslindan de un mal uso por parte de terceros ya que, cada vez más, encontramos que esto afecta también a las pequeñas y medianas empresas, lo cual hace evidente la necesidad de estar protegidos frente a los posibles riesgos.

Desde su trinchera, las empresas necesitan considerar desde un inicio tener una estrategia de protección bien pensada que aborde los riesgos específicos que enfrenta una marca, patente o cualquier activo de propiedad industrial, así como el uso de las mejores prácticas, recurrir a un experto para diseñar la estrategia ideal, así como guiar la implementación y el cumplimiento de la misma. En ese sentido, quizás sea la iniciativa privada quien deba tomar el papel del padre ejemplar en un país que requiere de un cambio de cultura ante la piratería, sólo así se puede vislumbrar el éxito de alejar a México del nada envidiable podio de los 10 principales países en los que la piratería va al alza.

Contacto:

Lorena Rodríguez, Directora General de ClarkeModet México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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