El cambio climático ocupa un papel preponderante en el diálogo global de la última década y a pesar de que su impacto parecía ajeno a nuestras vidas, está cada vez más cerca y sus efectos son más tangibles.
Uno de los principales compromisos para resarcir el impacto climático es el Acuerdo de París, propuesto por Naciones Unidas y firmado por 195 países, el cual tiene por objetivo mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de los dos grados centígrados, en su mayoría causado por las altas concentraciones de CO2 en todo el mundo, cuyas emisiones mundiales han aumentado casi un 50% desde 1990.
Una de las causas de este CO2 es el uso de combustibles fósiles en maquinaria o vehículos. Un claro ejemplo es la movilidad en las ciudades, que produce más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero de acuerdo con ONU Hábitat, lo que en consecuencia está acelerando el calentamiento global. Para enfrentar este desafío, diversas empresas están tomando cartas en el asunto y desde sus trincheras están previendo las acciones que en un futuro les permitirán ser sostenibles.
La clave es apostar por la tecnología, que históricamente ha demostrado ser la herramienta que ha permitido el avance de la humanidad y que ahora representa un factor de sostenibilidad en el futuro.
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Recientemente, dentro del sector energético, han surgido tecnologías para producir combustible renovable avanzado como alternativa al diésel tradicional que permiten aprovechar materias primas sostenibles (como soja y grasa, entre muchas otras), para crear combustibles que cumplen o superan los estándares más rigurosos de rendimiento de éstos.
La buena noticia es que no estamos hablando de herramientas tecnológicas sólo disponibles en los países más desarrollados. En 2019 se anunció la construcción de la primera planta de biocombustibles avanzados en Latinoamérica, la cual utilizará el proceso Ecofining para producir diésel y turbosina que reduce hasta 85% las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los derivados de petróleo.
El desarrollo de esta planta, ubicada en Paraguay, implica una inversión de más de 800 millones de dólares y marcará un hito en la producción de combustibles de nueva generación y, desde luego, más sustentables.
El diésel verde y el combustible para aviones son los combustibles renovables de más rápido crecimiento en el mundo. El combustible para aviones se usa regularmente en vuelos comerciales y fue aprobado como combustible de aviación en 2011, imaginemos entonces las implicaciones positivas que tendría el medio ambiente si los más de 40 millones de vuelos que se prevén para 2020 fueran amigables con el planeta (Statista).
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Lo que sí es una realidad es que la mayoría de los países del mundo y en Latinoamérica están estableciendo estándares ambientales estrictos para las flotas de vehículos, debido en parte a que la crisis ambiental en varias ciudades se ha relacionado con el uso de diésel. Un ejemplo de ello es la Norma Oficial Mexicana NOM-016, que señala que todo el diésel automotriz utilizado en México deberá tener especificaciones de Ultra Bajo Azufre (UBA) para 2025.
En este contexto en el que cada vez existe una mayor preocupación y exigencia por utilizar los combustibles menos dañinos con el planeta, estamos muy a tiempo de implementar medidas en todos los ámbitos de los negocios para poner en el centro de las estrategias el cuidado el medio ambiente y con ello el futuro de nuestras empresas.
Una compañía que no es sustentable no tiene futuro.
José Fernandes, Vicepresidente de Honeywell Performance Materials & Technologies, Latinoamérica.
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