Engie instaló las primeras celdas solares orgánicas en la Ciudad de México, como parte de su campaña Harmony. Esta innovación tecnológica consiste en una película flexible que capta la energía solar, pero en lugar de usar silicio, como en los paneles convencionales, emplea polímeros de carbono. “Son plantas que murieron hace millones de años”, explicó Etienne Lerch, ingeniero de Engie encargado del proyecto ubicado en el deportivo Gómez Farías en la delegación Álvaro Obregón. Otras diferencia frente a los paneles tradicionales, además de ser reciclables, es que son más flexibles, livianos y funcionan mejor en temperaturas altas. Incluso pueden instalarse con pegamento y no necesitan estructura.

La celda solar incluso puede enrollarse. (Foto: Arturo Solís)

El precio aún no es competitivo contra la tecnología convencional (160 contra 1.5 euros por celda), pero en Alemania se construye una planta para disminuir costos y lograr eficiencias energéticas. Las celdas no buscan competir con los paneles. La intención es que esta tecnología pueda instalarse en lugares donde los tradicionales no pueden llegar. Por ejemplo, en Francia se instalaron en techos de un colegio que pretendía usar energía solar, pero el peso de la estructura no lo permitía. “La estructura no tenía las características necesarias para aguantar paneles cristalino”, detalla Lerch. El potencial de esta tecnología podría resolver uno de los principales problemas de la Ciudad de México: el espacio disponible. Además, tras el terremoto de 19 de septiembre, muchos edificios  y casas sufrieron daños considerables por haber sumado peso que no estaba calculado para los inmuebles, como pisos adicionales.   ¿Cómo funcionan las celdas? Lerch explicó que la celda está hecha casi a mano. Son 111 películas instaladas con una capacidad de 3.2 kilowatt pico. Las pruebas se realizan con un flash a 1,000 watts por metro cuadrado, un “sol” a una temperatura de 25 grados. “Tenemos 15 lámparas LED, cada una con 70 watts de potencia, alrededor de 1 kilowatt de carga eléctrica, conectadas a 14 baterías con una capacidad de almacenamiento de 18 horas ininterrumpidas”, dice. Las baterías de ácido de plomo son operadas por dos “cerebros” que administran la energía  y programan el encendido de las luces, de 8 a 10 pm, horario en que cierran las instalaciones. La capital del país fue la primera de otros siete proyectos de la compañía francesa para impulsar la conciencia ambiental en múltiples urbes del mundo. El proyecto Harmony persigue implementar energía limpia en las urbes. Esta iniciativa ocurrirá en otras latitudes donde se incluirán otras tecnologías como biocombustibles. Fundada en 1946, la firma francesa que dirige Isabelle Kocher vale 34,800 millones de dólares (mdd). Emplea a 241,913 personas y factura 73,720 mdd anuales. Ocupa el puesto 455 de la lista Global 2000 de Forbes.

 

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