La expansión del coronavirus sigue siendo una incógnita para los países que integran el planeta. El fuerte brote vírico que acecha a nuestra sociedad, así como a nuestras economías, está poniendo al planeta en vilo, manteniendo el desasosiego de una sociedad que, al igual que nuestros sanitarios, desconocen el impacto de este desconocido, y tan perjudicial, virus. Un virus que, allá por donde pasa, confina a la sociedad en sus viviendas, sin la capacidad de salir de ellas si no desean ser contagiados.

La elevada tasa de contagio que posee el coronavirus es el principal de los problemas. Además, una tasa de contagio que no deja de elevarse con el paso del tiempo. Tal es el nivel que, mientras que en China, el principal epicentro del virus, tuvo una tasa de mortalidad que acabó con la vida de 3.245. Italia, con una extensión menor a la de China, con una densidad de población inferior y un equipamiento hospitalario a la altura de un país desarrollado, como lo que es, ha superado en muertes al país asiático, registrando la friolera cifra de 3.405 muertes.

Y es que no hay herramienta ni sistema sanitario que pueda acabar con este virus. España, después de Italia, ha sido otro país con los que el virus se ha ido cebando con el paso del tiempo. Sin embargo, en el país, nuestros políticos, por desgracia, no escucharon los avisos que, tanto desde China como Italia, nos iban dando los países anteriormente afectados. El estado de alerta llegó tarde y, dada la irresponsabilidad de determinados ciudadanos que seguían con su vida diaria, desobedeciendo a las autoridades, el contagio no ha dejado de extenderse.

En tan solo unas semanas, España ya registra más de 17,000 afectados. Casi rozando los 18.000, España ya se ha posicionado como uno de los epicentros del coronavirus en el planeta. Tal es la tasa de contagio de la que hablábamos que, en tan solo un día, ha crecido un 30% de miércoles a jueves. Es decir, en un día, los casos de coronavirus en el país se han disparado. Así también ha ocurrido con las muertes, donde el país registra ya muertes por un valor superior a los 800 fallecidos en el país. Como vemos, un virus que se exponía como una mera gripe, pero que pretende ser más letal que la mencionada.

Y es que, pese al charco que separa Europa de América, el virus se abre paso, sorteando las fronteras como avión que surca los cielos. Así es el caso de la ciudad de Nueva York. Una ciudad en la que, pese al estado de alarma decretado por el presidente Donald Trump, seguía permitiendo que sus ciudadanos pudiesen salir a la calle, ya que esto era opcional para estos. Esta situación de opcionalidad para los ciudadanos ha provocado que, en cuestión de días, al igual que España, el virus haya alcanzado a más de 3,000 personas en la Gran Manzana, dejando tras su paso cerca de 27 muertes. Y lo peor de todo, que esto sigue.

Creo que es hora de que ya pongamos los puntos sobre las íes. Es decir, no podemos seguir tomando la situación como si esto fuese un escenario cualquiera. No estamos hablando de un virus cualquiera, sino de un virus con una alta letalidad, así como con una tasa de contagio pasmosa. Seguir ignorando las advertencias con el único fin de relajar la situación y no alarmar a la sociedad es el mayor error que puede cometerse. Es el error que cometió China, que cometió España, así como el que cometió Italia. No adelantarse a unos acontecimientos que, de haber actuado de forma anticipada, habría evitado la desgraciada muerte de tantos ancianos en el país.

Es hora de que los países actúen. En especial los países de Latinoamérica. Muchos países en la región poseen sistemas sanitarios que, pese a ser buenos, están menos preparados que los vanguardistas sistemas europeos. España, siendo catalogada como el 2º mejor sistema sanitario del mundo, recientemente en Davos por el Foro Económico Mundial, ya eleva sus muertes a más de 800, como decíamos. Si ha ocurrido esto en España, con ese sistema sanitario, imaginemos lo que puede ocurrir en otros países que posean sistemas sanitarios con menor capacidad y mayor probabilidad de colapso.

Y yo no soy mexicano, soy español. Un español que está comprometido con una tierra, tan querida y tan rica como es el país mexicano, así como el elenco de países que forman la grandiosa región latinoamericana. Es hora de actuar. China ha reducido su curva de contagios desde que el propio Gobierno chino, haciendo uso de su totalitarismo, encerró a los chinos en casas, evitando la salida a las calles para evitar el contagio. Y así, pese a que parezca una auténtica locura y una inmoralidad, el país ya controla la situación, así como las muertes que se originan en el país. Muertes que, a día de hoy, ya se cuentan con los dedos de las manos.

Debemos de ser conscientes de la situación. A mi me gusta decir que ante situaciones extraordinarias, medidas extraordinarias. La economía, como economista que soy, es muy importante. Pero ahora hablo de vidas, hablo de padres, de madres, de abuelos, abuelas; ¡hablo de personas! Debemos ser responsables y permitirles vivir. Y para ello, la mejor herramienta demostrada hasta ahora es el confinamiento en las viviendas. No hay que salir a la calle. Tu vida está en juego, la de tu hermana, la de tu abuela, la de tu abuelo. Personas que no desean morir de esta forma y que, con tu salida, podrías condenarles a que así sea.

México está en situación de poder frenar esto. Conocen los precedentes, conocen lo que funcionan, conocen las estadísticas que, desde España, estamos continuamente emitiendo. Es hora de actuar México. Es hora de encerrarse en las casas para, posteriormente, salir todos a las calles. Es hora de tomar medidas. En la lucha contra el Coronavirus cada minuto cuenta, pues el tiempo juega en nuestra contra, por desgracia. Por ello, por ti, por tu familia, por las familias mexicanas, por México, toma medidas, ahora que estás a tiempo. Toma medidas y evita salir a la calle, pues el simple acto de que no salgas está salvando gente.

¡Es hora de actuar, México!

 

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