Fue en 2007, después de pasar por una crisis de salud propiciada por pertenecer a un sector ‘estresante’ como el logístico y dedicar la mayor parte de su tiempo a impulsar el crecimiento de la empresa a como diera lugar, que Simón Cohen decidió dar un giro a su vida y al de su propia compañía, Henco, cuya firma tiene una plantilla de más de 400 empleados. “En aquellos años mi foco estaba en hacer dinero, ser millonario a toda costa, incluso la de mi familia y mi salud, en una industria donde no llegar a tiempo con un contenedor puede hacer que una fábrica detenga su operación no por culpa del señor que conduce un barco desde China o los problemas operativos en un puerto, sino por ‘la mía’, así lo ven los clientes”. Simón inició esa transformación indagando en internet sobre organizaciones felices, luego profundizó en el tema por medio de literatura y, posteriormente, se hizo de expertos en su propio consejo. “En una ocasión llegó un consultor de la felicidad de la India que había sido CEO de una empresa global y le advertí durante su visita que se reiría mucho. Al salir de la reunión no podía creer que le doliera el estómago de esa forma al ver tantos ejecutivos felices trabajando por un mismo objetivo”. No es que Simón haya planeado un proceso para llevar a la empresa hacia un destino de felicidad, lo confiesa; se trató de un proceso paulatino donde algunas nuevas prácticas tuvieron éxito en la organización y otras no, por ejemplo, algunas reuniones de integración que fueron lideradas por las personas incorrectas o estuvieron forzadas. “Pero aún de esos errores nos reímos, siempre buscando aprender de ellos”. También puedes leer: La felicidad, como el objetivo primario de vida El fundador de Henco cuenta que entre las prácticas que tiene la empresa es asegurarse que los empleados puedan ir a los festivales de sus hijos o a festejos especiales con su familia, de tal forma que se sientan respaldado por el mismo equipo para ser cubiertos durante el periodo de ausencia, lo que le otorga a la empresa fidelidad de parte de los colaboradores, asegura. De igual forma, Simón tiene como práctica durante el proceso de entrevista de candidatos a ocupar puestos de alta dirección en la organización, no preguntarles por lo que saben hacer, sino por lo que les gusta realizar más allá de las tareas propias de su profesión, así como analizar cuál es su actitud en la entrevista con la gente con la que podrían convivir en la oficina, por ejemplo, la encargada de la limpieza. “Lo que saben hacer y de dónde vienen ya me lo filtró Recursos Humanos, esa es su tarea. Yo quiero que tengan un buen trato con cualquier persona y una buena actitud ante la vida; eso es lo que yo evalúo, porque habilidades profesionales hay muchos, pero quien genere un buen espacio de trabajo podrían ser contados”, explica. Desde que se Simón buscó modificar la cultura de la empresa al día de hoy, Henco ha crecido a cinco dígitos, de acuerdo con una gráfica de ventas que mostró en el marco de su participación como conferencista en el 7° Foro Internacional de la Felicidad 360 en Monterrey, Nuevo León. “Gracias a que contamos con empleados felices podemos resolver problemas, pues ellos se sienten parte de un mismo proyecto y son ellos quienes ante las dificultades diagnostican, proponen y solucionan situaciones en su área; aquí no es Recursos Humanos quien busca tener respuestas, sino la gente del departamento que está siendo afectado por algo, pues son ellos los que mejor conocen su situación y lo que sucede”, dice Simón Cohen, para quien la cultura de la felicidad se puede aplicar en cualquier tipo de empresa y sector. “Si lo hicimos en una firma logística donde dependes de procesos críticos y estrictos, la puedes impulsar en cualquiera”.

 

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