Recientemente el mercado bursátil iraní alcanzó una valoración récord al alcanzar su índice Tedpix los 2 millones de puntos o lo que es lo mismo ha subido en un año el 690%. Lo sorprendente es que todo ello ocurre a pesar de los enormes problemas económicos que atraviesa el país. Entre estos podemos citar a las sanciones estadounidenses que vienen golpeando a su economía con mayor o menor intensidad desde hace décadas, a los elevadísimos niveles de desempleo, a las altísimas tasas de inflación y a unos bajos precios del petróleo. A todo esto, hay que sumarle el azote del coronavirus que está golpeando con especial violencia al país persa.

Sin embargo y a pesar de todo, el mercado bursátil iraní no hace más que subir. Para que nos hagamos una idea de lo que está sufriendo su economía doy un dato: en el año 2015 la moneda iraní (el rial) cotizaba a 35.000 unidades por dólar, el pasado 5 de agosto bonbast.com (que refleja la cotización en el mercado libre) la situaba en 235. 200 riales por dólar.

El gobierno iraní ha sido uno de los grandes impulsores de estas subidas y es que en plena ola de privatizaciones de empresas públicas está incitando a los iraníes a adquirir acciones. Las subidas son tan cuantiosas que muchos iraníes están vendiendo sus casas, sus vehículos o cualquier cosa que tenga valor para invertir en bolsa, lo que supone un riesgo enorme si el mercado colapsa de forma abrupta. La inversión en inmuebles que era la base de inversión para aquellos que contaban con capacidad de ahorro ha desaparecido gracias a los encantos de revalorizaciones bursátiles verticales que parecen no tener fin.

Podemos pensar que lo que sucede en Irán es algo exótico, propio de un mercado peculiar y cerrado que nada tiene que ver con lo que sucede en otras bolsas del mundo y en realidad, aunque esto es verdad, nos debe servir para reflexionar acerca de las valoraciones que están teniendo muchas empresas en los mercados de valores este año.

La economía mundial está sufriendo unas caídas en su PIB enormes. Países como Reino Unido ven como su producción cae como no lo hacía desde hace 300 años. El comercio mundial se está deteniendo y la guerra comercial entre China y Estados Unidos aún agrava más el problema. Las protestas por la gestión de la pandemia se extienden cada vez a más países y es de esperar que este fenómeno no sólo no retroceda, sino que se incremente.

Se espera que en unos meses aparezca una vacuna que solucione el problema sanitario, pero esto es algo que a día de hoy no se puede asegurar. Vivimos en un momento de gran incertidumbre y ello inevitablemente detiene en muchos casos las decisiones de inversión.

En este terrible cuadro económico y social en el que nos encontramos inmersos resulta llamativa la valoración bursátil de muchas compañías. Este es el caso, por ejemplo, de las empresas farmacéuticas. Si uno mira las valoraciones de muchas de estas compañías en las bolsas de todo el mundo pareciera que van a ser decenas las que van a encontrar una vacuna para derrotar al coronavirus y que esto las va a reportar enormes beneficios. Lo mismo podíamos decir de empresas como Tesla cuyas acciones no paran de subir en un mercado al que el fundador de la empresa parece tener hipnotizado.

Las empresas tecnológicas son el futuro, nadie lo duda, pero ¿todas las empresas tecnológicas que están subiendo en bolsa desde hace años con enormes porcentajes de revaloración tienen un futuro económicamente viable? En muchos casos la viabilidad del modelo de negocio está por demostrar y sin embargo ello no obsta para que sus acciones sigan subiendo.

Los mercados financieros están muy distorsionados debido a las masivas intervenciones que los bancos centrales de las principales economías del mundo están llevando a cabo. Unas políticas de creación de liquidez que si bien se han acelerado con la pandemia, ya estaban teniendo lugar con anterioridad. Si uno mira el volumen de bonos soberanos y corporativos que actualmente tienen una rentabilidad negativa en el mundo observará que la cifra es aproximadamente 13 veces el PIB de México y esto no tiene ningún sentido desde la racionalidad económica. Sólo se puede entender como consecuencia de las enormes inyecciones de liquidez que los bancos centrales están llevando a cabo.

¿Cómo es posible desde un punto de vista lógico que un país como España cuya economía está sufriendo enormemente con la pandemia emita deuda a dos años con interés negativo y que la demanda supere cuatro veces la oferta? Pues esto está pasando y la mayoría de los agentes ya lo tienen asumido como un hecho normal cuando en realidad no lo es.

El ahorrador tradicional que tenía un perfil conservador y que invertía en bonos o depositaba sus ahorros en cuenta corriente se ha visto forzado a invertir en bolsa y asumir riesgos para no ver como su capital se deprecia. Al igual que sucede en Irán son muchos los particulares que han comenzado a invertir en bolsa en estos últimos años porque han sido empujados para ello.

¿En qué valores están invirtiendo?, pues en aquellos que se están revalorizando más y que se ven como valores de futuro. Las facilidades que hoy existen para invertir a través de internet en cualquier mercado bursátil del mundo lo facilita. Todos recibimos en nuestro correo electrónico constantemente publicidad que nos intenta seducir mostrando las increíbles revalorizaciones de determinadas empresas tecnológicas y esto junto con el clima de euforia que transmiten muchos analistas e inversores están llevando a que las valoraciones de muchas compañías continúen creciendo. Parece que la percepción del riesgo ha desaparecido en muchas empresas. ¿Es todo esto razonable o es que la nueva normalidad trae consigo una nueva racionalidad económica?

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LinkedIn: Máximo Santos Miranda Ph.D.

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