Al menos 2,795 mujeres fueron asesinadas en 2017 por razones de género en 23 países de América Latina y el Caribe, de acuerdo con información oficial recopilada por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). El OIG informa anualmente el número de homicidios de mujeres de 15 años y más perpetrados por razones de género en los países de la región. Esta es una estampa de lo que viven las mujeres en la región. Sin embargo, hace 58 años la muerte de las hermanas Mirabal, de origen dominicano, dio pie a la lucha de la mujer contra la violencia género. El 25 de noviembre de 1960, en República Dominicana, fueron asesinadas las tres hermanas Mirabal, activistas políticas, por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Sus nombres eran María, Minerva y Patricia. Los cuerpos de las hermanas aparecieron destrozados en el fondo de un barranco, en el interior de un jeep. Conocidas como “Las Mariposas”, estas mujeres nacidas en una familia acomodada en la provincia dominicana de Salcedo con carreras universitarias, casadas y con hijos, contaban en el momento de su muerte con cerca de una década de activismo político.

Hermanas Matinal. Fuente Wikimedia.

Tras su muerte en 1981, se celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, donde se decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, en memoria de las hermanas Mirabal. En 1991 se inició la Campaña de los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género en el Centro para el Liderazgo Global de Mujeres proponiendo actividades para la erradicación de la violencia de género desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre Día de los derechos humanos. En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que definió el término violencia contra la mujer como sigue: Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.

 

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