Es una mañana de octubre cuando Andrés recibe una llamada a la oficina, iba tarde para una junta, así que su asistente Verónica tomó el recado. Justo antes de comer, Verónica le comenta que la llamada era de una compañía de “algo eléctrico”, pero que no recuerda el nombre. A todos los clientes hay que tratarlos igual, pero éste definitivamente era una excepción. Al regresar la llamada, queda helado. “Hola, Andrés. Nuestra compañía quiere seguir con su objetivo de ser una empresa sustentable que defiende al medio ambiente, te invitamos a que conozcas nuestras instalaciones en México y podamos charlar sobre posibles negociaciones y proyectos a futuro, ¿te parece?”, se despide el asesor de servicio de Tesla en México. Andrés García Gasca, de 29 años, es CEO y fundador de Trisol, una empresa dedicada a la fabricación de materias primas a partir del reciclaje y trituración de llantas usadas, uno de los mayores problemas de contaminación en México. Como alumno del Tec de Monterrey, saltó intermitentemente entre ingenierías, reprobó una docena de materias y recibió un sinnúmero de advertencias por más de un profesor. ¿Quién habría imaginado que el estudiante flojo y desidioso que corrieron del Tec en tres ocasiones sería el quinto lugar de 500 empresas participantes en los Premios Latinoamérica Verde en gestión de residuos sólidos?   Un pasado lleno de socavones En 2009, Andrés perdió a su padre a consecuencia de un accidente en motocicleta y su madre fue diagnosticada con cáncer. Su casa se inundó por las lluvias y el seguro de orfandad no cubrió su colegiatura ni su carrera por el número de materias no aprobadas. El director del campus en ese momento, el Dr. Pedro Grasa Soler, fue quien decidió apostar una última vez por él, pero no para una ingeniería. Después de cursar cinco semestres de la licenciatura de Administración de Empresas sin percances académicos, Trisol nace en un salón de clases durante la materia de “Emprendimiento” como un proyecto escolar que tenía como objetivo una simple calificación aprobatoria, al menos hasta ese momento. Fue la ardua investigación que requería el proyecto lo que lo llevó a apasionarse sobre el tema y a no quitar el dedo del renglón hasta verlo convertido en una compañía real. Durante los siguientes 3 años en los que finalizó la carrera, Andrés utilizó a Trisol como ejemplo y ejercicio en las diferentes materias para darle forma en temas legales, de finanzas, modelo de negocios, importación, exportación y administración. “La idea de crear una empresa de reciclaje de llantas no me parecía algo tan del otro mundo hasta que empecé a investigar y no encontré nada.” Al año, en México se desechan poco más de 25 millones de llantas y el desecho actual está conformado por un total de 40 millones más, según información de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México. Estamos hablando de que en un minuto se desechan cerca de 50 llantas en el país y se estima que para el año siguiente ese número llegue a 80 millones de neumáticos en condiciones de desecho en México Desde el año 2000, el parque vehicular de la CDMX ha crecido poco más del doble y esto es un claro factor causante de esta problemática, de acuerdo al Reporte Nacional de Movilidad Urbana en 2016.   Lento, muy lento, pero seguro En México, sólo se recicla el 5% del total de los neumáticos usados y la mayor parte de ese porcentaje se utiliza para encender hornos cementeros gracias a la gran capacidad calorífica y propiedades de los mismos, pues sirven como combustible alterno. Entonces, lo que parece ser un uso alternativo de las llantas usadas termina por contaminar aún más, ya que los gases que desprenden al quemarse son altamente tóxicos a la salud y al medio ambiente. Sólo el 1% es reciclado “correctamente” en pistas de go karts, cuatrimotos y construcción de diques y señalamientos. Mientras tanto, el 95% de las llantas ‘no recicladas’ termina en vertederos, rellenos sanitarios, ríos, lagos, calles, pueblos lejanos, carreteras y hasta en el mercado negro, uno muy peligroso para la imagen de los fabricantes de neumáticos. El hule de las llantas, aunado a factores como el sol y el calor, genera un ambiente propicio para incendios forestales y el desarrollo de plagas que producen enfermedades como el zika, chikungunya y dengue. ¿Pero quién diablos va a querer una llanta ponchada? Aquí es donde Trisol alza la mano. “Al principio mi familia no confiaba del todo en que el proyecto sería exitoso, pero al ver mi insistencia en sacarlo adelante, decidieron apoyarme económicamente.” Para 2013, la empresa arrancó como un negocio pequeño e informal con tres empleados y dos máquinas viejas que, inicialmente, eran usadas para separar y triturar granos de elote. Así fue como el tiempo libre de Andrés y sus fines de semana se convirtieron en largos viajes por carreteras, paseos largos en la lateral del periférico y visitas a rellenos sanitarios a las afueras de la ciudad. Todo, con tal de encontrar llantas abandonadas a la orilla de la calle y darles refugio. “Hay un control nulo sobre las personas que se paran en medio de la calle o carretera a cambiar la llanta y que la llanta vieja, ponchada o desinflada, la dejan ahí, en medio de la nada”, comenta el fundador de Trisol.   Mercado negro: “Llantas Gallito” En sus travesías de encontrar más llantas, Andrés notó como en la frontera norte existe un problema grave de importación excesiva de llantas usadas o llantas que no cumplieron con los estándares de calidad en Estados Unidos y que son vendidas en nuestro país como neumáticos nuevos, y a un precio mucho más bajo. Trisol ofrece quedarse con estas llantas para evitar así que una llanta defectuosa sea vendida informalmente y ocasione un accidente para los conductores y un impacto negativo a la imagen de la empresa que la fabricó.  

Andrés García.

El negocio del ganar – ganar Trisol no funciona como una empresa que vende seguros. Su éxito no se basa en el reciclaje de llantas, ni siquiera en la venta de productos terminados, sino en la oferta de ser quien acabe con una problemática para las empresas: la gestión de uno de sus desechos. En el primer año, Trisol no se acercó a facturar ni siquiera 100 mil pesos, pero empezó a generar contactos. Sus amigos, familiares y conocidos comenzaron a llamarle para donarle llantas ponchadas o darle información de algún depósito donde encontrarlas. “Reciclamos las llantas para transformarlas en materias primas. Somos esa ‘preocupación menos’ para las empresas. Es un ganar-ganar”, asegura el exalumno del Tecnológico de Monterrey.   La vida de las llantas recicladas El proceso de reciclaje de llantas de Trisol es 100% mecánico, es decir, sus emisiones de gases contaminantes son nulas. En el proceso, su huella de carbono se reduce al consumo eléctrico en oficinas y el transporte de los camiones que les llevan las llantas a la planta. Los neumáticos llegan con previa cita a su planta en Tultitlán, se separan según sus medidas, se trituran y se pulverizan para transformarse en un granulado que va desde 2 pulgadas a 1, 3.5 y 8 mm, mismo que funciona para hacer diferentes productos dependiendo de las propiedades de la llanta: impermeabilizantes, bloques de construcción, pistas para correr, canchas de pasto sintético, carreteras, caminos de acceso para comunidades rurales, entre otros. Actualmente Andrés trabaja para que el siguiente año su línea de productos se extienda a absorbentes industriales y pisos luminiscentes para carreteras.     Los emprendedores tienen la nariz chata Desde que Trisol comenzó a operar bajo el marco de la ley, García Gasca se dio cuenta que cambiar la cultura de una sociedad es muy difícil. “Nuestra cultura siempre ha estado enfocada a generar más y más no a reutilizar lo que ya se tiene. Eso contamina. Y seguimos sacando recursos naturales para generar productos que siguen contaminando. Estamos muy atrasados en eso”, asegura Andrés. Pone de ejemplo la obligatoriedad del convertidor catalítico de los vehículos en 2005 ante la indiferencia de la sociedad mexicana de instalarlo por cuenta propia. Pero su mayor obstáculo ha sido la falta de regulación y legalidad para la gestión de residuos. A pesar de que existe legislación en cuanto al comercio, manufactura o importación de llantas, no existe nada que legisle el desecho, al menos no todavía. Las llantas no sólo contaminan en México. El emprendedor, dueño de una de las 40 empresas reconocidas por el Cleantech Challenge México en 2016, asegura que países como Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Alemania y España son los máximos exponentes en temas de reciclaje de llantas y están 30 años adelante en ese tema, reciclando entre el 20% y el 40% de sus neumáticos usados. “La industria del reciclaje está en auge, pero todavía no existen normas que la regulen, y es algo que debe hacerse para que las condiciones en las que vivimos mejoren”, opina el emprendedor y asegura que Trisol estará preparado para cuando el boom de reciclaje llegue. Para finales de 2018, con más de 9 máquinas especiales para la separación y trituración de llantas, y una producción de 166 toneladas mensuales, los ingresos de Trisol estiman alcanzar los 7 millones de pesos anuales tan sólo considerando la fabricación de materia prima y granulados. No teme a factores macroeconómicos como las propuestas de EU en el TLCAN sobre la industria automotriz pues asegura que en México hay “suficiente basura como para 150 años más”.

 

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