Tal vez estés acostumbrado a moverte por la ciudad usando mapas de geolocalización, pero esas aplicaciones quizá no habrían sido posibles sin la aportación de Jack Dangermond.   Por Miguel Helft En el último viernes de enero, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, se reunió con un grupo de periodistas y funcionarios del gobierno para dar a conocer la última iniciativa de su ciudad en el área tecnológica: GeoHub, un portal de cartografía digital destinado a reinventar la forma en que L.A. presta servicios. Los mapas, por supuesto, son herramientas vitales de todas las operaciones municipales. No importa si se trata de planeación, transporte, seguridad pública, obras públicas o desarrollo económico la cartografía es una pieza clave. Pero por primera vez una gran ciudad había construido un panel de control digital en tiempo real que permitía a cualquiera –empleados municipales, al público, a las ONG, startups o medios de comunicación–acceder y usar esos mapas. Garcetti describe cómo, después de un terremoto, un bombero equipado con un iPad podría inmediatamente ser capaz de encontrar las tomas de agua, las líneas de alcantarillado, equipos eléctricos, toda la infraestructura de la construcción y la ubicación de otros servicios de emergencia. Del mismo modo, una ONG que proporcione servicios a las personas sin hogar podría ver cómo las ubicaciones de los refugios se ven afectados por la actividad policial o la apertura de vinaterías. GeoHub, dijo Garcetti, ayudaría a “mejorar la calidad de vida” en Los Ángeles. Luego se hizo a un lado para dar paso al hombre que construyó GeoHub: Jack Dangermond, una multimillonario de 70 años de edad y cabello cano que es el más improbable de los magnates de la tecnología. En estos días, Google Maps se ha convertido en parte de la vida moderna, llevándonos de un lugar a otro de manera eficiente y manteniéndonos al tanto de la ubicación de nuestro Uber, pero mucho antes de que Google naciera, incluso antes de que nacieran sus fundadores, fue Dangermond que inventó el mapa digital. Esri, la compañía que Dangermond fundó con su esposa, Laura, en 1969, ha trabajado en una relativa discreción para convertirse en una de las potencias más improbables de la tecnología, después de haber sobrevivido a los desgarradores cambios en la informática que destruyeron a decenas de sus contemporáneos pioneros tecnología. Dangermond ha adaptado hábilmente el software de Esri a lo largo de los años, desde las minicomputadoras hasta las estaciones de trabajo y luego las PCs, internet, la nube y los dispositivos móviles. Esri, que aún es una empresa privada controlada por los Dangermond, registró 1,100 millones de dólares (mdd) en ventas en 2014, y Forbes calcula su valor en 3,000 millones. “El creó la industria”, dice John Hanke, quien durante seis años dirigió los esfuerzos de mapeo de Google. Productos como Google Earth, Google Maps y Google Street View, dice Hanke, “fueron construidos en los hombros de lo que él ha creado”. Hanke lo sabía. Mientras ayudó a consolidar el dominio de Google en los mapas, también contribuyó a crear lo que muchos pensaban que era la mayor amenaza que Esri había enfrentado. Pero mientras que Google dirigía sus mapas sobre todo a los consumidores, Esri fue capaz de aferrarse a su base de ingresos entre los usuarios más especializados, los corporativos, el gobierno y otras organizaciones. Google es genial para llegar a casa, pero si eres, por ejemplo, la policía bávara y tienes que montar un cerco de seguridad para el G-7, cerca de Munich y necesitas un panel de control detallado en tiempo real que pueda localizar a cada equipo, oficial de policía, vehículo de emergencia, paramédico , sitio de protesta, cierre de la carretera, camino de montaña y punto de acceso a la sede de la cumbre, usarás Esri. El año pasado, Google abandonó sus esfuerzos sobre mapas en el segmento corporativo y comenzó a mudar a sus clientes a Esri. Esri posee más de la mitad del mercado del llamado software de SIG (abreviatura de “sistemas de información geográfica”), y su tecnología es usada en todo el mundo por unas 350,000 empresas, agencias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, que crean colectivamente 150 millones de nuevos mapas cada día. Los clientes incluyen a la Casa Blanca, la Agencia de Manejo de Emergencias de EU y al Servicio Geológico de EU; casi todas las ciudades y condados en Estados Unidos, decenas en el extranjero y empresas de petróleo y gas; minoristas y empresas de servicios públicos y grupos ecologistas. UPS usa los mapas de Esri como parte de una iniciativa para hacer sus rutas de entrega más eficientes, lo que ya le ayuda a ahorrar más de 300 mdd anuales. Walgreens usa la tecnología de Esri para elegir ubicaciones para nuevas tiendas, realizar un seguimiento de la gripe y decidir a dónde debe expandir sus tiendas de productos de belleza. Y las ONGs, entre ellas la Fundación Bill y Melinda Gates, han usado Esri para ayudar a dirigir sus campañas contra la malaria y el ébola en África. “Una de las áreas de la tecnología que han ido más lejos de lo esperado es el mapeo”, dijo el cofundador de Microsoft Bill Gates a Forbes en un correo electrónico. “Y podemos agradecer, en parte, a Jack Dangermond por sus esfuerzos durante casi 50 años”. Gates añadió: “Es único en su clase.” En muchos sentidos Esri es el “unicornio” original, pero su ascenso al club de los 1,000 mdd es prácticamente irreconocible por las normas de hoy. Dangermond nunca tomó financiamiento externo, y además de un préstamo de 5,000 dólares de su madre en los primeros días, Esri nunca pidió dinero prestado. Ha sido rentable desde el primer día. “El capital de riesgo puede ser atractivo, aunque tiene un costo enorme”, dice Dangermond durante una entrevista en su oficina. “Tienes que comprar la visión de otra persona.” A través de los años Dangermond ha rechazado ofertas de adquisición y cree que la decisión de permanecer privada ha dado sus frutos y le permitió evitar las presiones a corto plazo del mercado de valores. Si bien la empresa ha despedido a algunos empleados, nunca se vio forzada a despedir para reducir costos. Dangermond fue criado en Redlands, California, una ciudad de aproximadamente 25,000 habitantes en ese momento, cerca de 60 millas al este de Los Ángeles. Su padre era un jardinero que había emigrado de Holanda, y su madre era asistente doméstica. Abrieron un vivero de plantas, en parte para ganar lo suficiente como para enviar a sus cinco hijos a la universidad. Dangermond conoció a su futura esposa, Laura, en la preparatoria, y los dos fueron juntos a Cal Poly, donde Dangermond estudió ciencias ambientales y arquitectura del paisaje. Después de casarse, Dangermond fue a la Universidad de Minnesota para estudiar diseño urbano y en 1968 a Harvard, en parte por la oportunidad de trabajar en un laboratorio que combina gráficos por computadora y análisis espacial y cuyos miembros habían desarrollado algunos de los primeros softwares de mapas. “Tenía una idea de cómo aplicar la cartografía automática a mi profesión”, dice, “pero francamente yo estaba muy emocionado por la tecnología y curioso de cómo podría usarla.” Los Dangermonds se mudaron de vuelta a Redlands y poco después comenzaron lo que entonces se llamó el Instituto de Investigación de Sistemas Ambientales. Inició como una empresa de consultoría inspirada en el laboratorio de la Universidad de Harvard, y comprendía a los Dangermonds, un programador a tiempo parcial, un especialista de datos y una secretaria. A medida que el tamaño de sus contratos crecía, los Dangermond decidieron iniciar la construcción de herramientas genéricas con mejores capacidades que permitieran a sus clientes hacer su propio mapeo y análisis de datos. Esri lanzó su primer producto en 1982. “Nuestro negocio ha cambiado”, dice Dangermond. Ese producto, ArcGIS, sigue siendo el buque insignia de Esri. Hoy en día 2,300 de sus 3,500 empleados trabajan fuera del campus de Redlands, cuyos jardines han sido diseñados en buena parte por los Dangermonds. En el área no hay ninguna otra empresa tecnológica importante, así que su cultura es sin duda peculiar. A los empleados se les paga por hora, lo que Dangermond dice que la mayoría de ellos aprecia, ya que les da flexibilidad. Algunos empleados, que hablaron bajo condición de anonimato, se sintieron molestos por esa idea. Muchos empleados han estado allí durante décadas, pero algunos dicen que los trabajadores que no encajan son despedidos rápidamente. Hay algunas de las prestaciones de Silicon Valley: Incluso Dangermond paga por sus propias comidas en la cafetería. El mejor lugar para entender el impacto global de Esri no está en Redlands, sino en San Diego, donde la empresa lleva a cabo su gran conferencia de clientes cada verano. La reunión del año pasado se llevó a cabo en un bochornoso día de julio, y cuando Dangermond subió al escenario en un abarrotado centro de convenciones de San Diego, estaba claro que era su evento: Fue el orador principal, anfitrión y maestro de ceremonias. La audiencia de 16,000 –fácilmente el triple de la multitud que se reúne para la conferencia de desarrolladores World Wide Developer Conference de Apple o el Google I/O– viaja desde Suecia, Corea del Sur, Idaho, Indiana, Botswana y Brasil, todos acuden allí para escuchar a un hombre que es considerado por consenso una leyenda. Dangermond invita a los asistentes al escenario para evangelizar sobre el poder del software de ESRI para combatir enfermedades, agilizar la toma de decisiones y responder a los desastres naturales. El tema del año fue “la aplicación de la geografía en todos lados”, y una y otra vez Dangermond dijo a su público absorto que, “Estamos entrando en un periodo de iluminación geográfica”. Los mapas, una vez dominio de los especialistas, están siendo democratizados en la era conectada a la nube, y el software de ESRI comienza a extenderse mucho más ampliamente dentro de las organizaciones. Walgreens lo ha usado desde 2000 para decidir dónde abrir nuevas tiendas, pero en los últimos años ha publicado su WalMap, el cual está a disposición de sus empleados para que puedan revisar las ventas tienda por tienda, participación de mercado y las tiendas de la competencia. Walgreens aumentó el número de usuarios internos de sus aplicaciones de mapeo en diez veces en los últimos años, dice Jillian Elder, directora de inteligencia de localización de la empresa. En la Universidad de Stanford, los investigadores en prácticamente todos los campos usan cada vez más herramientas de ESRI para, por ejemplo, predecir el impacto del calentamiento global sobre las mariposas en Madagascar o estudiar la incidencia de ciertos tipos de cáncer cerca de los sitios contaminados. “Ha habido una explosión de personas que piensan en su investigación en términos geo-espaciales”, dice Julie Sweetkind-Singer, directora asistente de Servicios y Datos de Ciencia Geoespacial y Cartográfica. Ejemplos como ésos tienen a Dangermond optimista; él cree que muchas más personas están viendo las cosas a su manera. Él describe la oportunidad de manera sucinta: “En los próximos cinco a 10 años podremos crecer exponencialmente.”

 

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