En todo el país hay actualmente más de 3,000 cerveceras artesanales; California concentra la mayor parte, con 363.   Por Brian Solomon Olvídate de las apps, la verdadera fiebre de las startups en Estados Unidos es la de las cervecerías. El boom de la cerveza artesanal ha llevado a una explosión de talleres de especialidad y microcerveceras que siguen los pasos de pioneros multimillonarios como Ken Grossman en Sierra Nevada y Jim Koch en Sam Adams. De hecho, a finales de 2014 había más de 3,400 fábricas de cerveza en Estados Unidos, un récord frente al punto más bajo alcanzado en la era posprohibición de apenas 44 en 1979. La gran mayoría de esas nuevas cervecerías –incluyendo bares de cerveza y microcervecerías– son parte de la ola de la cerveza artesanal, que aún son un pequeño porcentaje de la industria global de la cerveza, pero también con mucho la de más rápido crecimiento. Es una perspectiva alcista para los amantes de las cervezas de lúpulo, y una señal peligrosa para los gigantes cerveceros multinacionales como Anheuser-Busch InBev, Heineken y SABMiller. Dicho esto, también es una burbuja en potencia. Puede haber un apetito creciente de cervezas artesanales, pero los grifos en los bares y los espacios en los anaqueles son limitados. Con los altos costos de apertura y funcionamiento, los propietarios de pequeñas empresas que incursionen en la cervecería simplemente porque les gusta la cerveza podrían tener un futuro difícil. En el último censo de 2012, California tenía la mayoría de las cervecerías, algo sorprendente teniendo en consideración su tamaño y su historia de elaboración de cerveza. Sierra Nevada y Lagunitas, dos de las mayores cervecerías artesanales en EU, tienen su sede en el estado. Mississippi tuvo la menor cantidad.

 

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