Los proyectos de implementación tradicionales, en particular los que se hicieron hace ya algunos años, solían deparar algunas sorpresas presupuestarias para las empresas. Cómo cambia cloud computing esta situación.   Por: Catalina Manrique, Vicepresidente Cloud, SAP Norte de Latinoamérica   La escena se repitió miles de veces a lo largo de la historia: las empresas establecían un plan de implementación de un determinado sistema y, a medida que el proyecto avanzaba, el presupuesto se iba agigantando: necesidad de cambios de código que habían escapado al análisis original, horas adicionales de consultoría, servicios no contemplados que se hicieron imprescindibles con el paso de los meses…  Por otra parte, el modelo ya requiere una inversión inicial muy alta: licencias de software y de bases de datos, hardware, consultoría para implementación, horas de recursos internos. Además, sufre de gastos elevados durante todo el ciclo de vida relacionados con renovaciones de licencias, mantenimiento de equipos y de aplicaciones, salarios de personal específico como los administradores de bases de datos o actualizaciones.  Es cierto que a medida que se ganó experiencia comenzaron a minimizarse estos casos. Incluso, empresas como SAP desarrollaron metodologías específicas para hacer predecibles estos procesos. Sin embargo, el miedo a esos crecimientos súbitos del dinero necesario para completar el proyecto siempre está latente.  En el caso de la computación en la nube, los costos se vuelven más simples y fáciles de analizar. En líneas generales, el acuerdo de negocios entre la empresa usuaria y el proveedor se estructura a través de un modelo de suscripción, con un importe fijo por mes y por usuario. Es decir, se paga por lo que se usa, no se realizan inversiones en capacidad computacional que tal vez nunca haga falta y se crece o se decrece exactamente cuando el negocio lo requiere. Es posible que haya algún costo inicial de configuración, pero que de ninguna manera trepará a las cifras necesarias para poner en marcha una solución on premise. Se calcula que un proyecto basado en el modelo de computación en la nube representa el 20% o el 30% a nivel de costos que una apoyada en el de implementación física.  Por otra parte, el período entre que se cierra el acuerdo y la solución está funcionando es muy breve, por lo que la aparición de costos no contemplados es muy improbable.  Este esquema trae aparejado un inconveniente: las áreas de IT de Latinoamérica se caracterizan por contar con presupuestos cada vez más exiguos y exigencias cada día más elevadas, por lo que uno de los puntos clave por los cuales los tomadores de decisiones de las compañías se están volcando a las soluciones basadas en computación en la nube es el bajo costo. Es decir, se están “perdiendo” todos los beneficios que propone este modelo persiguiendo gastar un poco menos de dinero. La conclusión es que, al menos en esta primera etapa, estas organizaciones no obtendrán todo el valor que las soluciones que adquieren son capaces de darles.  Más allá de esto, una paradoja: en materia de costos de IT, cuanta más presencia de nube hay, más claro se vuelve el panorama.     *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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