- El desprecio y la hostilidad hacia alguno o algunos de los miembros del grupo. No somos moneditas de oro para caer bien en toda circunstancia y lugar. Hay situaciones que erosionan al equipo. El menosprecio es uno de los principales escollos que se deben sortear para conseguir el máximo valor del trabajo en equipo.
- Imposiciones y falta de acuerdo. Tomar decisiones apresuradas para concluir el proyecto y lograr imponerse a base de fuerza en vez de usar argumentos es la mejor forma de disolver el equipo. Ejercer presiones a determinados miembros para que acepten soluciones con las que no están de acuerdo por algún motivo es bloquear la acción en conjunto.
- El dominio de unos pocos sobre el resto del grupo puede resultar perjudicial y es totalmente contradictorio con la definición de trabajo en equipo.
- Perder el tiempo en asuntos de menor interés o en discutir soluciones y acciones en lugar de ponerlas en marcha resulta otro de las consecuencias a evitar en caso de que el equipo no funcione como debe.
- Evadir la responsabilidad del trabajo, diluyéndola en los miembros del equipo. Hay quienes quieren recargarse en el esfuerzo de los demás, esquivando tareas y reduciendo la participación, aprovechando el impulso del grupo sin aportar ni trabajar.
Factores que bloquean el trabajo en equipo
El valor que agrega el trabajo en equipo es un activo que toda organización debe propiciar y proteger para potenciar el crecimiento.
Lo hemos escuchado tantas veces que le dejamos de poner atención: no sabemos trabajar en equipo. Y, los casos de éxito no giran en torno a un personaje que como si fuera un súper héroe, venció todas las vicisitudes él sólo, sin ayuda. Eso es irreal. Las empresas de alto impacto son las que han forjado grupos sólidos en los que la competencia de trabajo en equipo se toma como algo serio y como un valor que se procura y se promueve. No obstante, el trabajo en equipo no se da en macetas, es necesario conformarlo.
Los avances tecnológicos que se han experimentado a lo largo de estos últimos años han traído dos reacciones divergentes: por un lado, las tecnologías de información han propiciado que los individuos estén concentrados en una pantalla en todo momento y en todo lugar, pero, han fomentado una manera de trabajar más colaborativa y cooperativa. Parece que por un lado damos un paso para adelante y por el otro para atrás. El problema es que esta tendencia genera un choque de fuerzas suma cero.
Hay espejismos en la era digital que debemos cuidar. Creemos que podemos trabajar en forma independiente, aislada, que se puede organizar el trabajo de manera individual gracias a los avances tecnológicos y que el trabajo solitario da frutos suficientes. No obstante, el trabajo en equipo es fundamental si queremos potenciar al máximo los resultados. Hace falta que los colaboradores interactúen para conseguir mejores efectos que vayan enriquecidos con la diversidad de puntos de vista. Trabajar a distancia no significa estar aislados. Tener la oficina en casa nos puede hacer creer que somos ermitaños. No es así.
El éxito de las organizaciones descansa en el trabajo en equipo. Colaborar implica relacionarse a través de objetivos comunes, en función de roles predeterminados y metas claras. La complejidad del mundo laboral, la velocidad de los cambios y la innovación generan situaciones que requieren diversidad de habilidades: altos niveles de conocimiento, respuestas rápidas y adaptabilidad. De esto se trata el compromiso. Pero, trabajar en equipo es complejo.
El trabajo en equipo no se da por generación espontánea. Es una competencia que se debe desarrollar. La cohesión y cooperación de los miembros de un grupo, así como la relación entre los objetivos del personal en su conjunto con los objetivos individuales de sus miembros es una condición fundamental. Pero, el Hombre es un ser complejo y surgen dificultados. Cuando aparecen incompatibilidades entre objetivos y metas personales y del grupo, se reduce considerablemente la cooperación y se pone en peligro el correcto funcionamiento del grupo. El riesgo es alto y es mejor poner manos a la obra.
Tendemos a dar por hecho que la gente a ciertos niveles de responsabilidad está preparada en forma natural, para trabajar en equipo y la evidencia hace ver lo peligroso de esa suposición. La realidad es que pocos saben trabajar en equipo. Por eso, es necesario tomar en cuenta los factores que pueden bloquear el trabajo en equipo para remediarlos: