A pesar de la llegada de nuevos competidores (entre ellos el Apple Watch), Fitbit se mantiene al frente del mercado de wearables. ¿Cómo lo hace?   Por Parmy Olson Considerando el curso que toman muchas veces las cosas en Silicon Valley, Fitbit no debería estar aquí. Comenzó la venta de monitores de actividad cuando otras startups de hardware luchaban para conseguir financiamiento. Sus fundadores no habían vendido un solo gadget cuando enviaron su primer producto y no tenían ni idea de cuánto costaría. Por si fuera poco, el año pasado Apple lanzó una smartwatch que pretendía acabar con todos los otros wearables en el mercado. Pese a ello, Fitbit sigue siendo el mayor vendedor de dispositivos por envíos, y sus fundadores, James Park y Eric Friedman, recaudaron 841 mdd en una de las OPIs más exitosas de 2015. Están en camino de ganar 215 mdd por ventas de 1,800 mdd en 2015, el doble de lo que ganaron el año pasado. Las amenazas para la compañía no van a desaparecer. Su participación en el mercado mundial de wearables se redujo de 33% a 22% en el último año cuando Apple y la china Xiaomi lanzaron sus propios dispositivos. El smartwatch de alta tecnología de Fitbit, el Surge de 250 dólares, no es tan avanzado como el reloj de Apple o el Samsung Gear, y aunque su último reloj, el Blaze, cuenta con una pantalla a color táctil y alertas para smartphones, carece de GPS. Los analistas sospechan que los consumidores tienden a preferir relojes que hacen más que contar pasos. Los monitores de actividad física tienden a terminar en el fondo del cajón de los calcetines después de unos pocos meses de uso. Sin embargo, Fitbit tiene una carta bajo la manga que podría prolongar su crecimiento: Un mercado desconocido llamado bienestar corporativo. Alrededor de 80% de los empleadores estadounidenses hacen cosas como subsidiar membresías en gimnasios u organizar actividades que fomenten la salud de su personal, y gastan un promedio 693 dólares por trabajador en este tipo de programas, de acuerdo con Fidelity Investments. Fitbit ha ido tras esos dólares desde que comenzó a enviar sus productos a los consumidores en 2009 y recaudará unos 180 mdd este año de entre miles de empleadores, por lo que el mercado corporativo es uno de sus negocios de más rápido crecimiento. Más de 70 grandes empresas estadounidenses han comprado los dispositivos de Fitbit al para su personal, incluyendo Target, que recientemente compró 330,000, y Barclays, que está subsidiando el costo de las bandas para 75,000 empleados. Otros fabricantes de wearables, como Misfit, venden a empresas también, pero Fitbit domina el sector. Jiff, una startup que fabrica software para la administración de los programas de bienestar, dice que alrededor de 70% de los dispositivos ordenados por sus clientes corporativos son Fitbits. Aunque Misfit cobra a los empleadores menos por dispositivo, con alrededor de 40 dólares por unidad, los clientes corporativos aún prefieren a Fitbit debido a la calidad de su software y sus servicios de análisis, dice el CEO de Jiff, Derek Newell, y así evitan el alto precio del Apple Watch. Se espera que más empleadores imiten a Target y compren dispositivos a granel, dice Stephanie Pronk, jefa de salud de la aseguradora Aon, que asesora a las empresas sobre formas de construir sus programas. “Los precios de los dispositivos están bajando, por lo que los empresarios los ven como una opción viable.” Fitbit se remonta a una mañana de mayo inusualmente fría en San Francisco en 2006, cuando el cofundador Park temblaba en la fila para convertirse en una de las primeras personas en comprar un Nintendo Wii. Llevó la consola a casa y quedó impactado por su combinación de sensores sofisticados con una interfaz sencilla que incluso niños pequeños y las podían usar. Park llamó a su socio en una startup anterior, el alto y delgado Eric Friedman, quien se encontraba en Bangkok para una conferencia. “Tengo una idea”, dijo Park: un podómetro que sería tan sofisticado y accesible como el Wii. Volaron a Japón, donde los podómetros y los aparatos de ejercicios en la oficina eran abundantes, para estudiar cómo las personas usan sus dispositivos. En 2008 Friedman compró una pequeña caja de madera y la embutió con circuitería para crear su primer prototipo. Meses después de lanzar su Fitbit Tracker, de 99 dólares, Park y Friedman recibieron una llamada telefónica de Vickie Lee, vicepresidenta de recursos humanos en la oficina de Texas de la empresa de semiconductores Tokyo Electron. En medio de la planificación de su primer programa de bienestar corporativo vio un anuncio del Fitbit Tracker y pidió dos dispositivos para probarlos. La primera página web de Fitbit era torpe, pero los gráficos y los datos de su aplicación eran lo suficientemente geek para emocionar a su fuerza de trabajo de 1,200 personas, en su mayoría ingenieros. Ella pagó 120,000 para comprar una banda para cada uno de ellos. Un par de años atrás, Pronk había contactado a Fitbit. “Hay una oportunidad aquí para entrar en el mundo corporativo”, les dijo. Ante la insistencia de varios empleadores, Fitbit desarrolló un software para monitorear y analizar los pasos y el sueño de los trabajadores y a mediados de 2015 comenzó a ofrecerla de forma gratuita. Por ahora, no muchos jefes tienen el descaro de monitorear el sueño de sus trabajadores, a pesar de que sería un paso hacia la solución de varios problemas de salud mental en la oficina; el insomnio está altamente correlacionado con la depresión y la ansiedad. Newell de Jiff dice que algunos de sus clientes corporativos intentaron ofrecer recompensas al personal que mostrara patrones saludables de sueño y descubrió una reacción violenta por la violación a la privacidad de sus trabajadores. “Pensamos que era una gran idea, pero resultó ser una muy mala.” Una startup de San Francisco llamada Big Health otorga licencias de su aplicación de tratamiento del insomnio Sleepio a más de una docena de empresas, entre ellas una conocida compañía de tecnología que no puede nombrar. Sleepio es efectivamente un caballo de Troya para que las empresas hagan frente a los problemas de salud mental en su fuerza de trabajo –que sin duda tienen el mayor impacto en la productividad laboral– sin levantar ampollas a la privacidad. Fitbit necesita más pioneros como Big Health para ampliar el mercado de monitoreo de bienestar corporativo. Las empresas (especialmente aquellas que pagan por los seguros de sus empleados) ya están ahorrando dinero. La empresa de servicios de cloud computing Appirio redijo sus primas de seguros de 2014 en 6%, o 280,000 dólares, después de mostrar a su aseguradora los datos de actividad de 400 Fitbits que había dado a sus trabajadores. Tokyo Electron, también auto asegurada, paga 11,800 dólares por empleado cada año en costos de salud, pero estima que el número sería de 15,000 si no fuera por su plan de salud enfocado en Fitbit. Su crecimiento anual de reclamaciones alcanza un 5%, por debajo del 11% de 2008. El equipo de Fitbit ya trabaja en la adición de más maneras de monitorear la salud. ¿Qué hay de los rumores de que podrían lanzar un sensor para el monitoreo de azúcar en la sangre para abrirse paso al mercado de la diabetes? “Sin comentarios”, dice el jefe de I+D Shelton Yuen, cuyo equipo construyó uno de los primeros sensores ópticos para medir el pulso. No siempre es la gente que espera la que que resuelve los problemas más difíciles.

 

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