En octubre de este año un mexicano transformará el Turbine Hall de la Tate Modern. Abraham Cruzvillegas ha utilizado objetos encontrados para construir su particular aproximación a la realidad. Por Edgar López Álvarez En la costa oeste de Escocia se encuentra Cove Park, una colina casi virgen donde artistas de todo el mundo llegan a residir durante un tiempo. Dialogan y proponen piezas de arte que redimensionan el discurso plástico actual. Fue ahí donde Abraham Cruzvillegas (Ciudad de México, 1968) desarrollo la pieza AC: Blind Self Portrait: Glasgow-Cove Park (2008), una serie de post-its rojos, colocados sobre una pared que daban la impresión de ser tabiques de una construcción en obra negra. La pieza era completada con un viejo perchero y algunos objetos que aportó un grupo de niños de la localidad. La escultura fue adquirida por la Tate Modern en 2012 y, desde entonces —junto con 16 piezas más del artista mexicano— forma parte de su acervo. No ha sido la única ocasión en la que un gran museo ha adquirido piezas de Abraham. Polaris, un paraguas decorado con plumas de pavo real y de faisán —objetos que el artista encontró en uno de sus innumerables viajes— fue adquirida por el MoMA en 2002. Ambas piezas forman parte de un proyecto que el creador ha elaborado en los últimos años y al que denomina Autoconstrucción, el cual ha sido exhibido durante la última década en ciudades como Oxford, Londres, Cuba y Colombia. Por eso, si bien fue una sorpresa, no fue insólito que Chris Dercon, director de la Tate Modern, anunciara —a principios de este 2015— que Abraham Cruzvillegas sería comisionado para producir un proyecto in situ que se inaugurará en octubre de este año en la sala de turbinas del museo. Artistas de la talla de Bruce Nauman, Olafur Eliasson o Carsten Höller han recibido esta distinción en otras ocasiones. Sin embargo, Cruzvillegas se ha tomado esta noticia de la manera en la que suele tomarse todo, con humor. Las primeras respuestas de la entrevista que en exclusiva ha concedido a Forbes Life nos recuerdan que el ahora artista fue en sus inicios un caricaturista que ironizaba sobre sucesos del país.
AC: Blind Self Portrait: Glasgow-Cove Park (2008) se presentó recientemente en el Museo Jumex.

AC: Blind Self Portrait: Glasgow-Cove Park (2008) se presentó recientemente en el Museo Jumex.

Suponemos que tu propuesta para el Turbine Hall será ocupar el espacio museístico como un lugar de trabajo. ¿Ya sabes cómo tomarás posesión de ese espacio?  Primero, poco a poco, y luego muy rápido, pero con un ánimo estricto, perfeccionista y exigente. ¿Cómo te eligieron? Repartieron palitos de distintos tamaños entre varias personalidades que prefieren mantenerse en el anonimato, y el que sacó la vara más alta decidió arrojar muchos papeles doblados sobre una mesa. Eso hicieron y solamente quedo el que tenía escrito mi nombre sobre ella… Aunque también creo que influyó mucho el clima, y el color del papel tapiz de la sala donde se reunieron a deliberar. También lo que desayunaron y lo que cenaron la víspera. Un ampliamiento de exposiciones Si bien la nominación de Cruzvillegas en la Tate Modern se entiende dentro de un contexto en el que el arte contemporáneo mexicano es reconocido y codiciado en el resto del mundo, esto no siempre fue así. Abraham, de hecho, pertenece a una generación de artistas que a finales de la década de 1980 modificaron la forma de producir y exhibir arte en México. En aquel entonces el ahora artista internacional era estudiante de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Hubo un suceso que definiría su rumbo. A diferencia de sus compañeros que ocupaban los viernes en divertirse, Abraham acudía al Taller de los Viernes (1987-1991), un proyecto autogestivo donde se examinaban las nuevas formas de hacer arte y se dialogaba sobre estas posibilidades. Fue en el Taller donde arrancaron las carreras de artistas como Gabriel Orozco y Eduardo Abaroa, entre otros. Dos años antes el artista había decidido la materia con la cual construiría su propuesta escultórica. «Fue un momento preciso. Las 14:30 de un 19 de septiembre de 1985, año en que un terremoto sacudió mi ciudad transformándola en un bodoque de escombros y varillas retorcidas, situación ante la cual el Estado simplemente no supo cómo reaccionar. La gente sí y eso fue lo que me hizo pensar en abandonar los cinceles y la fundición, [y cambiarlos] por botellas de cerveza y por cantinas cochambrosas en barrios de mala muerte». Otro hecho determinaría el rumbo de su creación. Miembro de una familia de clase media, Abraham Cruzvillegas llegó a vivir con sus padres a la zona del Ajusco en el Distrito Federal. Fue a ahí donde se percató de que todos alrededor (vecinos y familiares) hacían uso de lo que tenían a mano para construir sus casas. La experiencia sobre cómo iba cambiando el entorno —incluida la casa de sus padres— daría pie a Autoconstrucción, un proyecto que inició en 2001 y que ha continuado hasta la fecha.
Polaris (2002) con plumas de faisán y pavo real. Obra hoy perteneciente al MoMA.

Polaris (2002) con plumas de faisán y pavo real. Obra hoy perteneciente al MoMA.

En 2011, la curadora californiana Clara Kim —quien ya le había comisionado la película Autoconstrucción para el museo RedCat de Los Ángeles— le propuso reunir todos esos proyectos y presentarlos en el Walker Art Center en Mineapolis. «Ocasionalmente digo que mis esculturas son apilamientos de objetos. En el caso de Autoconstrucción es un apilamiento de exposiciones». Esta obra podría resumirse en su influjo de lo cotidiano, las limitaciones materiales y la improvisación. El proceso de cada una de las piezas que la conforman inicia con una serie de paseos por las ciudades que el artista visita o en las que ha radicado; ahí va recolectando cartón, madera o papel. Objetos que se convierten en partes sustanciales de sus instalaciones. Cruzvillegas no escoge ni selecciona nada: «Son los objetos los que me dicen qué hacer, porque yo soy un elemento más de ese trabajo». Con esta respuesta tratamos de imaginar la reacción que, ante este tipo de piezas, habrán tenido sus compañeros artistas atrincherados hace siete años en Cove Park, cuando Abraham nos comenta que siempre le preguntan por qué usa basura en la construcción de sus piezas artísticas. «Siempre contesto: “No uso basura. Todo funciona. Lo he probado todo para hacer arte, no hay manera de no usarlo. Todo sirve». ¿Todo? Si todo sirve, entonces en la mente de este artista podría estar gestándose un universo de piezas, un infinito de autoconstrucciones y autodestruccionesposibles.

 

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