Explorar el norte de la isla de Vancouver es una invitación para reconectar con la naturaleza y con los sentidos. Este destino, ubicado en la Columbia Británica de Canadá, por sí solo es maravilloso, pero el tener la oportunidad de encontrarse frente a frente con orcas, paseando por el océano durante el atardecer, lo pone al inicio de la lista de experiencias para despertar las emociones y vivir el aquí y el ahora.
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Al norte de la isla se pueden ver orcas, pero las posibilidades aumentan para quienes optan por un viaje guiado de varios días en kayak por el estrecho de Johnstone, frente a la costa noreste. Esta travesía permite observar a familias enteras de orcas, desde machos que se distinguen por aletas dorsales erguidas y tan altas como un humano, hembras con aletas más pequeñas y con una curva suave, hasta pequeñas crías, que juguetean en el agua.
El encuentro con la vida marina continúa con la aparición de delfines, focas, aves marinas e, incluso, bioluminiscencia generada por la reacción química en organismos vivos que adornan las costas con luces resplandecientes.
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Mientras avanza el atardecer y los cielos se pintan de rosa, las orcas aceleran el nado y parece que compitieran a lo largo del estrecho. Al acercarse la noche, en ocasiones se puede contemplar desde la orilla de las playas inclinadas a estos impresionantes cetáceos que se sumergen y frotan sus vientres en las profundidades rocosas, para luego salir a saludar. En silencio, mientras la luz de la luna sustituye a los últimos destellos de sol, el sonido del agua al chocar con las rocas se une al de las exhalaciones de estos mamíferos enormes que emergen a la superficie.
Así como los viajeros, las orcas también tienen sus playas favoritas, en donde disfrutan frotar sus cuerpos en las rocas. Las Primeras Naciones de Canadá mencionaban en sus relatos este fenómeno; para ellos, una orca con este comportamiento en realidad era un humano que se había transformado y trataba de comunicarse con su familia.
En la Columbia Británica, la población de orcas está formada por los especímenes que provienen del norte y las del sur (Orcinus orca). Aunque se encuentran en el territorio, cada especie tiene su propia cultura; consumen alimentos diferentes y nunca se emparejan. Son sólo las orcas del norte las que deciden relajarse a ratos y frotar sus vientres en las partes más inclinadas de la playa, aunque los científicos no saben por qué lo hacen.
Los viajeros que tienen la fortuna de encontrarse de cerca con estos impresionantes mamíferos acuáticos regresan a casa inspirados y con el recuerdo de aquellos con quienes compartieron esta aventura.
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