Los puertos francos para bienes de lujo proliferan como instalaciones de ensueño que ofrecen máxima seguridad, confidencialidad y suspensión de impuestos para almacenar y negociar con objetos de alto valor. ¿Qué secretos atesoran en sus bóvedas? muchos. Entre ellos, grandes obras de arte que pocos imaginan. Por Glòria Pallarès «Nos confían mucho más que diamantes, metales preciosos y billetes de banco. Nuestra clientela, cada vez mayor, también pone su inestimable fe en nosotros con un creciente almacenaje de lingotes, relojes premium y un amplio rango de preciadas posesiones». Así publicita sus servicios la empresa de logística de bienes de lujo Malca-Amit, radicada en el puerto franco del Aeropuerto Changi de Singapur, y calma a sus potenciales clientes con un repaso de las medidas de seguridad: «Vigilancia electrónica las 24 horas, policías auxiliares armados, una sofisticada red de sensores láser invisibles que rodean el edificio, identificación biométrica y detección de movimiento por infrarrojos». Para más garantías, puertas de hasta siete toneladas y un servicio de limusina que transporta al interesado desde las terminales al edificio, «sin necesidad de pasaporte o visados», para que pueda inspeccionar sus bienes o realizar negocios en discretas y elegantes galerías privadas a cualquier hora del día o de la noche. La casa de subastas Christie’s, que alquila toda la tercera planta para sus servicios de almacenaje y ventas directas, garantiza que el usuario sólo interaccionará con su personal, «nunca con otros clientes». Otros arrendatarios son el Deutsche Bank, que gestiona una cámara acorazada para 200 toneladas de oro, y la bolsa de diamantes pulidos para inversión SDX. Entre los usuarios finales se cuentan coleccionistas, inversores, fondos, galerías y museos internacionales. El puerto franco de Singapur ofrece, desde su apertura en 2010, una suspensión legal de impuestos indirectos y derechos de aduanas para los bienes almacenados. La exención de tasas se extiende a las transacciones dentro del edificio; a la importación temporal de obras de arte a la ciudad-Estado para exponerlas en museos, y a los servicios de las empresas dedicadas al almacenaje, conservación, restauración y transporte internacional de objetos valiosos que alquilan espacios en sus 25,000 metros cuadrados, equivalentes a cinco campos de futbol. Este edificio futurista conserva el arte en condiciones ideales de 20ºC —algo menos para los vinos— y un 55% de humedad. Un incendio se extinguiría con un sistema de inyección de gas para no dañar las obras. Negocio en expansión El de Singapur es el primer puerto franco en Asia concebido para albergar arte y objetos de lujo, y replica el modelo de negocio de la compañía de transporte y conservación de obras Natural Le Coultre (NLC) en Suiza. Esta empresa helvética es la principal operadora del mayor puerto franco del país en Ginebra, un recinto que ocupa el equivalente a 22 campos de futbol y custodia tres millones de botellas de los mejores vinos, y obras de arte por un valor estimado de unos 100,000 millones de euros. A su vez, el conocido como Fort Knox asiático ha inspirado el almacén de tamaño similar que se inauguró en septiembre de 2014 junto al Aeropuerto Findel de Luxemburgo, y también es la referencia para el futuro Puerto Franco de la Cultura de Pekín, que formará parte de un macro complejo libre de impuestos de 540,000 metros cuadrados para industrias del arte y el entretenimiento. Detrás de estas fortalezas del lujo prevalecen el diseño y la ingeniería suizas y el nombre de Yves Bouvier. Presidente de nlc, es el principal accionista privado del puerto franco de Ginebra, cuyo cantón controla 86% del capital. Bouvier es también cofundador del de Singapur, y el mayor accionista del de Luxemburgo —ambos privados—, además de estar implicado en el desarrollo del de Pekín. «No está excluido construir otros almacenes de alta seguridad como el de China. Asia ofrecerá más oportunidades en el futuro», explica el director de Fine Art Transports Natural Le Coultre, Franco Momente, para quien se trata de elegir «países con estabilidad social, económica y política; baja criminalidad y tiempos reducidos de transporte». La demanda es tal que el puerto franco de Ginebra —con instalaciones en el barrio de La Praille y en el aeropuerto— se ha ampliado con un almacén de última tecnología consagrado al arte. «El edificio entero ya está alquilado», informaron, tras su apertura, fuentes de la instalación. «La Praille ofrece oportunidades adicionales de desarrollo. Se están examinando», añadieron. El puerto franco de Luxemburgo, que podría plantearse doblar sus instalaciones en sólo cinco años, ha alquilado 60% de sus espacios y prevé estar al completo al inicio de 2015, sobre todo gracias a clientes de los países fronterizos y del sur de Europa. «No habrá demasiados asiáticos, pero daremos la bienvenida a los bancos chinos en Luxemburgo, que están muy interesados», apunta el consejero delegado del almacén, David Arendt. Tanto el directivo como el Banco Central del Gran Ducado han declinado comentar si éste trasladará al recinto sus reservas de oro, depositadas en el Banco de Inglaterra.
Yves Bouvier, partícipe y gestor de los puertos francos de Ginebra, Singapur, Luxemburgo y Japón.

Yves Bouvier, partícipe y gestor de los puertos francos de Ginebra, Singapur, Luxemburgo y Japón.

Mucho que ganar El florecimiento de estos puertos francos indica que hay mucho que ganar, pero ¿cuánto y para quién? Tanto Singapur como Luxemburgo han modificado su legislación para acomodar este concepto de negocio, y el país asiático, que reta a Hong Kong como epicentro regional de un mercado del arte emergente a golpe de yuanes chinos y rupias indias, incluso en 2012, ante la creciente demanda de este metal como aval y activo refugio, eliminó el gravamen sobre las transacciones con oro. Los puertos francos suizos se consideraban territorio internacional hasta la revisión de la ley de aduanas en 2007, motivada por casos como el hallazgo, cuatro años antes, de cientos de antigüedades egipcias —incluyendo dos momias— robadas. Las instalaciones de Ginebra fueron concebidas a finales del siglo xix como almacenes temporales de mercancías en tránsito y conservan un silo para 45 toneladas de cereales. Hoy «la casi totalidad de los diamantes brutos que transitan por Suiza hacen escala en el puerto franco del aeropuerto de Ginebra», según el Control Federal de Finanzas (CDF). El puerto franco de Ginebra se inserta en el empeño de Suiza por afianzarse como centro global de la gestión de la riqueza y del mercado del arte. Esta instalación declara una cifra de negocios de 23 millones de francos (19 millones de euros), pero su impacto en la economía local puede alcanzar los 300 millones (247 millones de euros) anuales y 80% de su clientela sería internacional. Así se desprende de una evaluación del Canton de Ginebra citada por el cdf en su informe de abril sobre estos almacenes, donde señala que «los resultados del estudio permanecen estrictamente confidenciales». «Ningún servicio de la Confederación ha tenido conocimiento del mismo» ni tampoco el CDF, a pesar de numerosas peticiones, lamenta. Luxemburgo es el primer centro de fondos de inversión de Europa y el segundo del mundo, sólo detrás de Estados Unidos, con 2,615,363 de euros en activos bajo gestión, por lo que el puerto franco permitirá reunir en la misma jurisdicción los fondos y sus activos físicos. «El centro financiero y el puerto franco servimos a El puerto de Ginebra es uno de los lugares con más obras de arte por metro cuadrado: Picasso, Renoir, Manet, Goya, Greco, Miró e, incluso, Da Vinci.los mismos clientes de alto patrimonio, que a menudo son coleccionistas, y a los fondos que invierten cada vez más en activos tangibles», explica Arendt. Los 149 bancos del Gran Ducado podrán recurrir al puerto franco para almacenar las obras de arte de sus clientes y potenciar su utilización como avales de préstamos, una tendencia en consonancia con Londres y Nueva York que aumentará en los próximos dos o tres años, según afirman seis de cada diez coleccionistas y profesionales del arte encuestados para el informe Arte & Finanzas 2013 de Deloitte Luxemburgo y ArtTactic. También «habrá casas de subastas interesadas en mostrar los bienes de forma privada», apunta Arendt y, aunque Christie’s y Sotheby’s lo han descartado, sí confirman la buena marcha de unas transacciones directas vinculadas a la discreción y a la flexibilidad. Las ventas privadas en Sotheby’s, por ejemplo, alcanzaron los 1,200 millones de dólares en 2013, un 30% más interanual, con «múltiples transacciones de más de 50 millones de dólares cada una en diversas categorías de objetos coleccionables», remarca la consejera delegada de la firma en España, Aurora Zubillaga. Paraíso del arte El valor total de los bienes atesorados en estos almacenes es un misterio. «Lo que está claro es que el puerto franco de Ginebra es uno de los lugares del mundo con más obras de arte por metro cuadrado: Picasso, Renoir, Manet, Degas, Goya, Greco, Miró… lo que quieras, incluso Da Vinci». Lo afirma el francés Jean Pénicaut, cuya firma de análisis de arte, Lumiere Technology, ha identificado en su laboratorio del puerto franco el último retrato atribuido a Leonardo. La bella princesa está almacenada junto a su local, que acoge esta pieza, valorada en hasta 73 millones de euros, cuando los principales expertos mundiales se reúnen para estudiarla [la obra se expone actualmente en el Palacio Ducal de Urbino, en Italia]. Monacal, militarizado, de ensueño. Éstos son los calificativos a los que recurre el experto galo para intentar glosar la atmósfera del puerto franco. «Es un lugar un poco surrealista. Personas muy silenciosas con distintivos pasan la mayor parte del tiempo abriendo y cerrando puertas blindadas, con cámaras de vigilancia en absolutamente todos los rincones». Según relata, el que ahora considera el lugar más sofisticado del mundo, hace sólo una década «tenía zonas donde el parqué se movía» . Antes de que la revisión de la ley de aduanas obligase a mantener un inventario detallado de los bienes, incluso «había quienes olvidaban lo que tenían entro». La concentración de valor es tanta, que las aseguradoras son reacias a asumir más riesgo en los puertos francos. Los clientes con cobertura mundial no tienen la obligación de comunicar dónde están sus obras de arte. «Muchos de mis gerentes de fondos de arte almacenan piezas en sus oficinas comerciales; aunque la seguridad es menor, les resulta más barato», ilustra desde Nueva York el presidente de la Art Fund Association, Enrique Liberman. Los puertos francos son piezas clave del mercado internacional del arte porque agilizan la venta y circulación de las obras, eliminando trabas fiscales y aduanales que pueden ser infernales, resume Pénicaut. El galerista Simon Studer, que regenta su negocio en el barrio de La Praille, utiliza los servicios del puerto franco para exportar piezas y se sirve del estatus especial del recinto para llevar obras a Ginebra: «Si mis clientes las compran, las pueden importar; si no, las mando de vuelta sin tener que pagar impuestos». El puerto franco de Ginebra también custodia buena parte de las obras del fondo de arte británico Fine Art Fund. Esta firma líder en su sector cuenta con 110 clientes de 23 países, y paga «unos centenares de dólares anuales por cuadro almacenado». En cinco años, prevé gestionar 1,000 millones de dólares en arte y aconsejar a algunas de las grandes familias adineradas del mundo. «Hace diez años, un 1% de los ricos estaba interesado en comprar arte; ahora, un 5%, y en la próxima década, un 40%. Lo verán un poco como el oro: tendrán un tercio en las paredes y el resto, en almacenes». Luces y sombras La suspensión de impuestos es «increíblemente importante » para los 55 fondos de arte del mundo, con 1,600 millones de dólares bajo gestión, porque sus gastos ordinarios devoran 35% de las ganancias, explica Liberman. Para Pénicaut, los puertos francos son «como un salvoconducto fiscal que no es para eludir al fisco» u ocultar bienes, sino para evitar los costes que impedirían exportar una obra. No obstante, estos almacenes lidian con una reputación histórica de «zonas grises con un riesgo acrecentado de contrabando de mercancías o de actividades ilegales». Así lo recuerda el Control Federal de Finanzas (CDF) en su informe sobre los diez puertos francos del país, en el que cuestiona la eficacia de las medidas actuales y emplaza al Consejo federal suizo y a las aduanas a reforzar la vigilancia. Las regulaciones varían entre los diversos puertos francos. Arendt remarca que el de Luxemburgo está sujeto a las leyes de la Unión Europea (UE), incluyendo las relativas al blanqueo de capitales y financiación del terrorismo. «Los bienes que entran y salen deben declararse en gran detalle, con el nombre del propietario, el valor y la naturaleza exacta del objeto», por ejemplo, un Picasso de la etapa azul. Las empresas operadoras —autorizadas por las aduanas— deberán mantener un inventario que puede ser inspeccionado en cualquier momento, como en Suiza. El puerto franco de Singapur es menos exigente. Creado tras el aumento de las regulaciones en el país alpino, sólo insta a los usuarios a indicar la categoría general del bien —por ejemplo: «un cuadro»—. «No necesitan registrar su naturaleza exacta, su valor o ningún detalle del propietario», desgrana The European Fine Art Foundation (TEFAF) en su estudio sobre el mercado internacional de arte en 2011. La ciudad-Estado se desmarcó en 1985 de la Convención de la Unesco contra el tráfico de arte y antigüedades, y en 1995 rechazó firmar el acuerdo internacional para la repatriación de bienes culturales robados o exportados de forma ilegal. En cuanto a los puertos francos de Suiza, el cdf constata que más de 66% de los controles de 2012 fueron realizados por una sola aduana en dos instalaciones de Zúrich, y critica la utilización de estos almacenes con fines de «gestión de fortuna privada o institucional y de optimización fiscal para las mercancías de alto valor». También ha observado que los bienes culturales «pueden cambiar de cabinas, es decir de depositarios, cuando se anuncia un control», y que no hay sanción penal para quienes no respetan el inventario. «El blanqueo de capitales forma parte del mercado del arte», sostiene Liberman, quien no cree que los puertos francos acrecienten este fenómeno inherente a un negocio que «opera en la sombra». Los puertos francos han convertido los terremotos financieros globales en su mejor as. Las personas de alto patrimonio —con activos netos por valor de más de 22 millones de euros— aumentarán 22% hasta 2018, y se prevé que la riqueza conjunta de los millonarios asiáticos —los principales inversores en activos físicos— supere a la de los europeos en 2017, y arrebate el liderazgo a los estadounidenses en 2024, según el informe Ultra riqueza mundial 2013 de Wealth-X y USB. El reparto mundial d elas grandes fortunas Según el informe Ultra riqueza mundial 2013 de Wealth-X y USB, el número de personas con grandes patrimonios —activos netos por valor de más de 30 millones de dólares o 22 millones de euros— creció 6.3% interanual en 2013, hasta los 199,233 individuos, y su riqueza colectiva aumentó 7.7%, hasta los 27,770,000 de dólares, lo que equivale a 40% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. Oriente Medio fue la región que más creció y América Latina la única que registró cifras negativas. FL08_CE_Fortaleza_riquezas (1)

 

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