El trabajo de David Cohen en el Museo Tamayo es caso de estudio en Harvard, donde difícilmente se explican cómo es posible llevar arte a las masas y hacer que la experiencia sea rentable.   Hay que estar loco para intentar replicar el infinito con focos y espejos: los menos sensibles dicen que las instalaciones de Yayoi Kusama son como una sala repleta de series de Navidad, pero hasta los menos susceptibles se sumergen en esas habitaciones y pueden sentir el vértigo de lo inabarcable. El ruido que hizo Yayoi Kusama en México llama la atención de la clase empresarial y de los políticos. No es obra de la casualidad lo que está sucediendo en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. “Te lo pongo muy sencillo, desde el momento en que inauguró Kusama, al mes, la tienda multiplicó por cuatro sus ventas, el restaurante triplicó sus ventas, las entradas al año son alrededor de 140,000 o 160,000 visitantes al año, y ahorita en cinco semanas logramos 100,000”, dice David Cohen, presidente desde 2011 del Patronato de la Fundación Olga y Rufino Tamayo. Visto así, es un proyecto exitoso el implementando en el Tamayo. Yayoi Kusama, el restaurante y el flujo de efectivo es prueba de ello. “Yayoi Kusama fue un detonante importantísimo, sin precedentes en el país”, asegura en entrevista el empresario. “Imagínate el detonante que es para la ciudad, para la economía, para el turismo, para el propio museo, para la tienda, para su restaurante, para los espacios”.   El coleccionista David Cohen es empresario, filántropo y promotor cultural. Empezó a coleccionar desde 2003 arte contemporáneo. También es miembro del patronato y del comité latinoamericano de adquisiciones de Tate Modern de Londres, tiene algo claro: los mexicanos estamos ávidos de tener acercamientos con la cultura, cualquier forma de expresión. Desde pequeño, siempre le gustó el arte. Siempre estuvo rodeado de él, en sus diferentes expresiones, tanto en ópera, danza, artes visuales, artes creativas. Su abuelo era un gran coleccionista de antigüedades. “Yo creo que esa pasión y ese acercamiento al arte lo tuve gracias a mi abuelo paterno y la sensibilidad, definitivamente, del lado de mi abuelo materno”. El caso de David Cohen, incluso, es un tema de estudio en Harvard. Es el ejemplo del empresario que entra al mundo del arte e irrumpe en la burocracia estatal gestando cambios a una escala que trasciende los titulares de diarios y revistas. Gracias a su experiencia y sus obras, lo invitaron a participar dentro del Patronato de la Fundación Olga y Rufino Tamayo. Al asumir la presidencia su prioridad número uno era consolidarlo y sacar adelante la ampliación y remodelación del Museo Tamayo. Fue una labor titánica, una colaboración tripartita entre la Fundación, el INBA y Conaculta. “Por primera vez logramos hacer una alianza donde la iniciativa privada metió la misma cantidad de ingresos que el gobierno, entonces fue como un matching funds, fueron 110 millones de pesos (mdp), donde la Fundación puso 38 mdp, el INBA 40 mdp y 28 mdp los puso Conaculta”.  
¿Arte para qué? Le recordamos al también presidente de la Fundación para las Artes, Cultura y Educación (FACE) que existe la percepción de que la cultura es partidista, que cada sexenio llega un burócrata a hacerse cargo de la administración de espacios y a entregar premios. No pasa nada más allá de eso. Cohen guarda silencio. No quiere comprometerse con la respuesta. “Mi colaboración con todas las instituciones a nivel federal siempre ha sido muy buena, yo justamente estoy tratando de romper el que vean a la cultura desde un ángulo político. Por eso siempre he tenido un alcance federal, estatal y municipal. A mí me gusta atacar los tres sectores, platicar con la gente del gobierno federal, con el gobierno estatal, con el gobierno municipal, en todo el país. Yo creo que ese ha sido un acierto. Uno de los grandes aciertos”. Insistimos en que debe ser muy difícil llegar con la visión de empresario a un ambiente burocrático y anquilosado. “Realmente sí, pero como buen empresario, o por la experiencia que he tenido, ¿qué es lo que busqué? Alianzas. Yo soy promotor de las alianzas. A mí no me gusta el protagonismo y tampoco me gusta ser todólogo. A mí me gusta hacer esa colaboración de preguntarte, ok: ‘¿Qué necesitas? Tú estás al frente como instancia, estás al frente como institución o estás al frente como gobierno. ¿De qué manera yo te puedo apoyar? ¿De qué manera podemos colaborar y de qué manera podemos hacer una alianza que sea ganar-ganar?’ Coincido contigo, se puede ver de una manera de choque, de confrontación, pero yo más que eso lo veo como un trabajo de equipo y de colaboración. Yo siempre he dicho que dos suman más que uno. Y así es como me he manejado yo”. ¿Cuál es la respuesta fácil para los alumnos de Harvard?, preguntamos. Cohen lanza a botepronto, como si hubiera estado estudiando en las últimas semanas lo que iba a responder: “Hay que tomar varias cosas en consideración, tiene que ser un proyecto de alto impacto, que sea replicable, y que sea encaminado a una sustentabilidad. Creo que si cubre con esas cosas que acabo de mencionar, el proyecto tiende a ser exitoso”. David Cohen dice que es hacer eficientes los procesos y los recursos. “Yo creo que con estas alianzas, nosotros somos un caso palpable de esta colaboración entre el INBA y la Fundación, donde actualmente operamos el recinto con 40 mdp al año; de esos 40 millones, 16 millones son los que asigna el instituto al Museo y los otros 24 son a través de la labor que hace la Fundación”. Tienen un convenio de colaboración en donde ellos son los responsables de administrar los espacios, el restaurante, la tienda, de hacer eventos y todos los recursos que generan se los entregan íntegramente al museo. “Entonces realmente el Museo no opera con 16 mdp, el museo opera con 40 millones. Y eso es por el convenio de colaboración y el voto de confianza de decir ‘oigan, lo estamos haciendo bien, hay que seguir adelante’”, aclara Cohen. “Este museo debe de estar operando con un presupuesto entre 40 y 50 mdp anuales para tener exposiciones de primer nivel, que valgan la pena, tanto de artistas nacionales como de internacionales, y es por eso que nosotros, gracias a esa ampliación, pudimos traer a una de las exponentes a escala global, Yayoi Kusama”. No quiere decirnos cuánto costó traer a la artista japonesa. Pero nos explica que cuidan mucho los números. Este año calcula que operarán entre 30 y 35 mdp, y en este budget está incluida la exposición de Kusama. Pero ésa es una de las ocho o diez exposiciones que han tenido en el año. Visto así, es un proyecto exitoso el implementando en el Tamayo. Yayoi Kusama, el restaurante y el flujo de efectivo es prueba de ello. Sin embargo, queremos saber para qué necesitamos arte en medio de estudiantes desaparecidos, protestas callejeras, ensayos de aspirantes a anarquistas en las vías públicas, excesos de los políticos, un tipo de cambio en declive y un precio del petróleo que preocupa. ¿Arte para qué? Hay que estar loco para tratar de hacer que la gente de un país con estas características consuma arte, deje de endurecerse y vea que el horizonte y las posibilidades son infinitas. “Yo soy un creyente, y eso es algo de lo que me motivó a hacerlo, que si nosotros nos podemos sensibilizar o tenemos la oportunidad de acercarnos a las artes en toda su expresión nos vamos a convertir en mejores seres humanos, vamos a tener una oportunidad de poder desarrollar esos sentimientos, ese sentir, y el que tú vayas a una ópera o el que vayas a un concierto o que entres a un museo, esos minutos o esa hora que estuviste dentro de ese espectáculo, o de ese goce o de esa exposición, yo creo que sales cambiado, algo te mueve. Es algo que se te mete dentro de la sangre, es algo que tú se lo vas a contar a tus amigos, se lo vas a contar a tus hijos en caso de que seas padre de familia y se lo vas a contagiar a tus amigos. Entonces para mí es una oportunidad adicional como mexicanos de poder hacer cosas proactivas, cosas positivas y que podamos mover a México desde la sensibilidad”. tamayo_museo1 Conoce la historia completa David Cohen y el museo Museo Tamayo Arte Contemporáneo en el más reciente número de la revista Forbes México de los mexicanos más creativos.

 

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