Para dar vida a Emperador, la caja de puros más prestigiosa jamás realizada, Imperiali Genève rubrica el maridaje perfecto entre mecánica de precisión, materiales excepcionales, alta relojería y electrónica de vanguardia.
Por: Alfredo Sánchez
Recubiertos de hojas de oro fino y protegidos por estuches de cristal individuales, 24 puros se conservan en condiciones óptimas, gracias a un sistema de autorregulación de la humedad sin suministro de agua ni intervención humana, especialmente desarrollado y patentado por los maestros detrás de Imperiali Genève.
Con su fascinante tourbillon volante y sus dispositivos —un cortapuros, un encendedor de mesa y un cenicero—, Emperador ofrece una auténtica experiencia sensorial, ya que ningún elemento se dejó al azar.
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De este modo, el cortapuros atesora una sofisticación técnica que procura una precisión de corte final, mientras que el cenicero reacciona inteligentemente y el encendedor augura la llama perfecta.
Para que entendamos cómo funciona esta maravilla, el Emperador tiene un sistema de cuerda del movimiento mecánico a través de un dispositivo que se encarga de accionar la corona, sin necesidad de ninguna acción manual. Situada bajo la caja, la corona está integrada en un nivel de reducción en contacto con este dispositivo. Pilotado electrónicamente, éste interviene sobre el remontouar a intervalos regulares para garantizar una reserva de marcha suficiente de modo permanente.
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Con unas dimensiones de 70 cm de longitud, ancho de 45 cm y una altura de 30 cm, la caja de puros más prestigiosa del mundo cuenta con más de 3,500 componentes y materiales, y detrás de su construcción hay miles de horas de trabajo, varias patentes internacionales, 2675 piezas de alta calidad, un mecanismo complejo y la tecnología más vanguardista.
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