Las intervenciones en calles, dunas o mares que Francis Alÿs graba en video, y luego exhibe en museos como el MoMA, el Reina Sofía o Tate Modern, le han catapultado al éxito. Es uno de los artistas más influyentes del momento. Hablamos con él mientras preparaba su exposición en el Museo Tamayo. Por Édgar López Álvarez Empujar un cubo de hielo o caminar con una pistola por las calles de una ciudad son sólo pequeños gestos que el artista Francis Alÿs (Antwerp, Bélgica, 1959) realiza en diversas partes del mundo. Alÿs, que intentó mover una duna en una acción colectiva denominada When Faith Moves Mountains (2002), fue incluido por la revista Newsweek en su lista de artistas más influyentes. Sin duda, su acción más trasgresora y sorprendente fue The Modern Procession (Single Cannel Versión) (2002), llevada a cabo en conjunto con el MoMA de Nueva York, cuando éste cerró temporalmente su sede en Manhattan para trasladarse a Queens. Alÿs organizó una procesión a la forma tradicional católica, pero en lugar de cargar santos, los asistentes transportaron copias de obras del arte mundial como Les Demoise lles d’Avignon, de Picasso; Femme debout, de Giacometti, y Roue de bicyclette, de Duchamp. Al singular conjunto lo acompañaban varios perros, un caballo, un grupo de músicos peruanos y, sobre un palanquín, como un icono viviente, la artista Kiki Smith. Otro de los momentos brillantes en la carrera de este artista se llevó a cabo durante la muestra Siete caminatas, exhibida en Portman Square y en el National Portrait Gallery, en Londres. En ella se observó una minuciosa selección de documentos, videos, fotografías, notas y bocetos sobre los proyectos que se exhibían: se agruparon las obras realizadas por el artista en diferentes partes de la Ciudad de México entre los años 2004 y 2005. Arquitecto de profesión, Alÿs llegó a la Ciudad de México a finales de la década de 1980 con una delegación que vino desde Bélgica para apoyar en la reconstrucción de la urbe tras el terremoto de 1985. En ese momento «ni era artista ni estaba acostumbrado a los códigos sociales mexicanos», comenta. Sin embargo, decidió quedarse a vivir aquí y desarrollar una de sus antiguas pasiones: el arte. Los primeros diez años de su estadía se dedicó a caminar por las calles del centro de la Ciudad de México. «Esas caminatas eran algo casi sistemático para tratar de construirme una identidad como artista y un lenguaje artístico», subraya durante la entrevista que se realizó en las instalaciones del Museo Tamayo Arte Contemporáneo. Con esas primeras experiencias que obtuvo durante sus largos paseos, Francis Alÿs acuñó el título de una de sus primeras acciones: A veces hacer algo no lleva a nada (México, 1997). En ella empuja un bloque de hielo por las calles del Centro Histórico. Años más tarde convertiría ese título en una de sus frases más célebres. «En ese momento la frase fue una exageración del paradigma del trabajo de un artista y acabó siendo más pertinente de lo que pensé.» En los últimos 20 años, Francis encontró que el proceso de creación, producción y scouting de una determinada intervención supone el 95% de su trabajo; ésa es «la realidad de un proyecto, es lo que tardo si sumamos la investigación y el scouting de la locación. El otro 5% es la filmación y la acción en sí». Después existe otro momento posterior a la acción, cuando el proyecto se encuentra fuera del contexto en que se realizó. Es cuando se enfrenta a la crítica especializada, a los curadores y al público en general. «Es un momento frágil —subraya—, pues no siempre se lee o se percibe de la misma forma en la que yo lo concebí.» Para ejemplificar cómo, en ocasiones, el público se separa de sus propósitos, Alÿs rememora una de sus acciones más controversiales. «En Re-enactment (Pistola) (México, 2001) salgo de una tienda y en la mano llevó una Beretta 9mm e inicio una caminata por las calles de la ciudad. A los diez minutos llega una patrulla, los policías descienden, me detienen y me arrestan.» «Esta acción se realizó dos veces», nos relata. La primera vez lo seguía un camarógrafo de cerca, documentando la acción. La segunda es una ficción. La cámara estaba cerca, los policías estaban prevenidos. «Mi propósito era cuestionar el valor del documento, y esa situación entre documento y ficción». Para terminar de leer el artículo completo, da click aquí. @museotamayo
Procesión moderna, 2002. Un video de 12 minutos de duración a color y con sonido.

Procesión moderna, 2002. Un video de 12 minutos de duración a color y con sonido.

 

 

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