La pasión arrebata de occidente entrelaza sus notas de sabor con el misticismo de oriente a través de una experiencia gastronómica sin precedentes. Para ello, el restaurante Yoshimi, dentro de Hyatt Regency Mexico City, y el sello de champagne Ruinart realizan un pacto inquebrantable por medio de un menú en siete tiempos, autoría de la chef Miriam Moriyama.

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Plato a plato se descubre una expresión culinaria que exalta los sentidos mediante una propuesta de cocina pocas veces vista. Ésta se marida con bebidas espirituosas que acentúan los sabores.

El viaje inesperado comienza con un entremés de edamames en dos texturas de tofu y frijol, con sal de Colima. Para después proseguir con un Sashimi Omakase con tres tipos de pescado. Estas propuestas se acompañan con R de Ruinart, el cual aporta una efervescencia única a través de los tres tipos de uvas: Chardonnay, Pinot Noir y Meunier, que se utilizan en su elaboración.

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Chef Miriam Moriyama Foto: Cortesía.

La experiencia gastronómica continúa con un dúo de nigris: el Unagi nigiri, mismo que presenta anguila grillada con salsa taré y semillas de sésamo, y el Toro Aburi nigiri con miso dulce. Para seguir con una Hana Tempura: flor de calabaza rellena de camarón y salsa dashi con jengibre y rábano rallado.

En ambos casos el champagne Ruinart Blanc de Blancs marida a la perfección gracias a sus notas frutales de cítricos, durazno y flores blancas. Éstas aportan sutileza y frescura a la propuesta culinaria.

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Foto: Cortesía.

Como plato principal los comensales tendrán la oportunidad de saborear un Wagyu A5 con salsa de Yoshimi a base de manzanas rojas, soya, semillas de sésamo, vinagre y jengibre, con una guarnición de zanahorias baby.

Asimismo, está contemplado el Sakamushi de huachinango y cangrejo de Alaska al vapor de sake, caldo de pescado y hongos de temporada.

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Foto: Cortesía.

Las notas espirituosas de estos dos tiempos las aporta un champagne Ruinart Rosé, el cual ensambla uva Chardonnay y Pinot Noir. Se consigue de esta forma darle mayor intensidad a los sabores de los ingredientes.

Un final inesperado lo suma un original postre: un sorbete de tuna bañado con salsa de yuzu, servido con una compota de lichis y se acompaña con un Sake Nigori, para evocar con su expresión aromática la tradición de Japón.

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Foto: Cortesía.

Esta formidable experiencia gastronómica estará disponible de forma permanente en el menú de Yoshimi, en el hotel de la Ciudad de México.

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