¿Es posible viajar a España a través de sus sabores y, al mismo tiempo, ser partícipe de un festín en el que te sientas como en casa? En Bulla, sí. Situado en La Condesa, uno de los barrios más emblemáticos de la Ciudad de México, el nuevo bar ofrece una propuesta gastronómica sincera, que suma buenos momentos.

La experiencia puede comenzar con tapas acompañadas de una cañita. Para picar, hay jamón ibérico, salchichón, chorizo, tortilla de papa, boquerones, pulpo a la gallega, chipirones, papas bravas y tartaletas hojaldradas de cangrejo. O, bien, la tradicional tortilla de papa, debidamente cortejada con alioli y unas rebanadas de pan.
Los aromas abren el apetito e invitan a probar algo más sustancioso. Quizá, media ración de carrillera al vermú y camote: la carne es tan suave y jugosa que se deshace en la boca, mientras que las julianas de poro frito que la acompañan dan un toque crocante único; o qué tal un plato de cocción lenta, como el lechón confitado o el rabo de toro.

Las opciones son alentadoras porque, si hay algo que confirma Pedro Martín al frente de la cocina de Bulla, es que se le pone gran afecto a cada preparación, además de experiencia. El chef es originario de las Islas Canarias y ha trabajado en Madrid, Murcia, el País Vasco, Londres y México, donde ha liderado proyectos como Tezka, Jaleo, Capote Taberna o El secreto de Polanco.

Para Pedro Martín, Bulla es un proyecto de amigos en el que lo mismo se puede disfrutar de un aperitivo en la barra, que quedarse a comer en toda forma y prolongar la algarabía. Y, ¿por qué no?, comenzar el día en este bar de tapas. Uno de los objetivos a futuro es ampliar el horario e integrar al menú otros bocadillos para desayunar “a la manera española”.
Artículo originalmente publicado en la edición print Octubre 2020 de Forbes México.
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