Lewis Hamilton no quiere ser una leyenda de la Fórmula 1, sino una fuente de inspiración para todos aquellos que quieran convertir sus sueños en realidad. No tiene recetas de éxito ni consejos mágicos, sólo una recomendación: «nunca darse por vencido. Ni un paso atrás, ni para tomar impulso».
Pienso que los sueños siempre se hacen realidad, pero sólo si lo deseas con la intensidad suficiente. Por ejemplo, yo estoy viviendo mi sueño. Pero no he llegado aquí por accidente, me ha costado muchos años de trabajo duro. He dedicado toda mi vida a mi carrera y, precisamente por eso, aún me quedan algunos sueños por cumplir al margen de las carreras. Son ambiciones más personales que, quizás, pueda dejarles saber en unos pocos años». Con 31 años, hay pocas personas que puedan presumir de «estar viviendo su sueño» sin que suene como una boutade. Pero Lewis Hamilton (Stevenage, Hertfordshire, Inglaterra, 1985) puede decirlo sin perder la sonrisa ni incurrir en un acto de soberbia ilimitado. Todo lo contrario: su carrera está jalonada de récords, muchos de ellos inimaginables hasta que irrumpió en la Fórmula 1 hace menos de una década con la escudería McLaren. En 2008 fue el piloto más joven en ganar el campeonato del mundo con 23 años (dos años después, en 2010, Sebastian Vettel logró arrebatárselo, ya que tenía, como él, 23 años pero cinco meses menos); es el mejor debutante de la Fórmula 1, con nueve podios en las primeras nueve carreras, cuatro victorias y seis poles; es el piloto con más poles en los diferentes Grandes Premios del mundo (51); ha sido número uno tres años, dos de ellos consecutivos (2008, 2014 y 2015). Este año es el número dos, pero confía en ser de nuevo el número uno. Forma parte de su preparación para ser un campeón. «Soy mi rival más feroz. Tienes que creer en tu propia habilidad y en tu capacidad para esforzarte e ir aún más lejos. Cuando te enfrentas con un día frustrante, eso puede ser muy duro. Hubo momentos en el año 2014, por ejemplo, donde parecía que cada vez que volvía a la competición por el título caía de nuevo. Pero creo que eso es lo que define a un campeón: la capacidad de levantarte del suelo y seguir luchando hasta el final», afirma. Y sus ojos se iluminan cuando lo dice. «Por eso es tan importante tomarse cada carrera como viene. Cada vuelta es una nueva oportunidad de hacer que algo suceda. Si retrocedes o te das por vencido, nunca sabrás si lo lamentarás en el futuro o no. Por eso jamás me doy por vencido. Para atrás, ni para tomar impulso». sne22965
VUELTA A LAS RAÍCES Hamilton, quien habla para Forbes Life en exclusiva, es un campeón que, como todas las leyendas, tiene una historia de superación. «Nunca olvido de dónde he salido y estoy muy agradecido de ser lo que soy», ha dicho. Creció en el departamento de su madre —«un sitio minúsculo», recuerda— y durante mucho tiempo durmió en el sofá que había en casa de su padre. No siempre ha estado al volante de modelos millonarios de Fórmula 1 de la escudería Mercedes AMG, con quien corre desde 2013. En sus inicios, condujo «los peores karts de la historia», rememora, cuando él y su familia eran las únicas personas de color en los circuitos. Compitió contra gente que tenía «todo el dinero que quería», pero aquellos obstáculos lo hicieron más fuerte. Los campeones no se forjan en las victorias, sino en las dificultades. Eso ha hecho que él, considerado por un amplio sector de la prensa como el piloto mejor pagado del mundo, siga conservando los pies en el suelo y no pierda de vista el valor del dinero (a pesar de que también sea capaz de gastarse más de 20 millones de euros en un avión, algo que los periodistas suelen recordarle a menudo en las entrevistas). «Para mí, el dinero no es una forma de reconocimiento. Soy muy afortunado de tener una posición que me permite experimentar cosas que siempre he querido a lo largo de mi vida y sé el valor de eso gracias a mi familia y a lo que me enseñaron. Pero hay muchísima gente en el mundo —gente realmente talentosa— que casi no tiene nada a su nombre y que está haciendo un trabajo increíble, salvando vidas o protegiendo a otras personas. El dinero no es el patrón por el que se puede juzgar a la gente», asegura. ¿Cuál sería, para Hamilton, ese patrón? La capacidad de inspirar a otros. En sus redes sociales, suele citar a menudo a personajes como Muhammad Ali, Nelson Mandela o Martin Luther King. «Nunca me pondría a su altura. Son algunas de las personas más edificantes que han existido jamás y que cambiaron el mundo. Espero inspirar a la gente de algún modo también, pero a mi manera», replica.
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Se trata de un hombre que se ha hecho a sí mismo a todos los niveles: psicológicamente —«Supongo que cada deportista tiene sus propias técnicas de superación», responde cuando le preguntan al respecto, «pero apuesto a que ninguno te dice ni una palabra acerca de cómo hacerlo»—y también físicamente. Ha cincelado su cuerpo gracias a un entrenador personal que le ha ayudado a ganar masa muscular a través de un programa de ejercicios que en los últimos tiempos, nos con esa, ha incorporado elementos de deportes como el esquí o el boxeo, pero también lo ha tomado casi como un lienzo. Su afición a los tatuajes le ha llevado a dibujar sobre su piel diversos motivos y lemas, todos ellos con un significado. La práctica totalidad de su brazo derecho y de su pecho están tatuados. En su muñeca, el piloto lleva un ángel. Más arriba, a la altura del codo, aparece un corazón negro y rojo y sobre él una cruz. Y en el hombro, una reproducción de La Piedad de Miguel Ángel. En el pecho, se ha tatuado una rosa de los vientos porque, según él, la Iglesia es la brújula que le ha impedido perder el norte y encima una frase: «Powerfull beyond measure» («Poder sin límites»). En su hombro izquierdo, Hamilton lleva escrito «Family» en honor a su padre y a su hermano, el primer piloto discapacitado que compite en el BTCC (Campeonato Británico de Turismos), con el que celebra sus victorias siempre que puede. Pero el más impresionante es el tatuaje de su espalda: una cruz con alas de ángel, rayos de luz y letras góticas que rezan «Still I Rise» («Todavía me levanto»), su filosofía de vida, tal y como él mismo admite: «Puedes derribarme las veces que quieras, pero siempre me recuperaré y ascenderé más alto». Su debut en la Fórmula 1 a los 22 años en la escudería McLaren, junto al piloto español Fernando Alonso, entonces en la cumbre de su carrera, pudo haberle enloquecido. El piloto reconoce que fue un shock en todos los sentidos: «Sólo era un niño cuando piloté en mi primera carrera de Fórmula 1 y, realmente, no estás preparado para lo que ocurre cuando llegas al paddock. De pronto, todos las miradas se clavan en ti, es una sensación sobrecogedora», recuerda con emoción, pero sin el menor asomo de nostalgia. A una edad en la que la mayor parte de los jóvenes no saben qué quieren hacer con su vida, Hamilton se encontró con que cada una de sus decisiones, cada gesto, cada acierto —y sobre todo cada fallo— eran objeto de escrutinio no sólo por parte de la prensa sino de millones de personas. «Es algo con lo que es muy difícil lidiar, pero tienes que encontrar el modo de hacerlo. Hoy es algo fácil para mí: vivo mi vida como creo que es correcto, de modo que pueda expresarme y mantener cierto equilibrio. Si alguien tiene un problema con eso, la verdad, no me afecta», sostiene. Su llegada en 2013 a Mercedes AMG F1 Team supuso un paso más en su madurez como piloto, aunque en lo esencial su objetivo sigue el siendo mismo. «No creo que una escudería siga el ejemplo de la otra. McLaren es McLaren y Mercedes es Mercedes, son dos equipos muy diferentes y siempre lo serán. Pero, al haber formado parte de ambos, sé que los dos comparten la misma ambición: ganar. Y me gustaría ver a ambos compitiendo por los títulos junto a Ferrari porque eso es lo que hace a las carreras más grandes», apunta. Lo cierto es que en la escudería alemana están muy satisfechos con su alianza con Hamilton, un piloto tan pendiente de sus resultados en la pista como fuera de ella. Maneja sus redes sociales con mano de hierro, gracias a un extenso equipo que incluye a un cámara personal, que se encarga de grabarle en sus viajes; mientras que su imagen pública es diseñada por la agencia Purple PR, quien también lleva a estrellas de la industria discográfica como Björk, Alicia Keys, Lana del Rey o el desaparecido Prince. Su cuenta de Twitter cuenta con más de 3,300,000 followers —se trata del piloto con mayor número de seguidores de toda la parrilla—, tiene su propio canal en YouTube, su web incluye no sólo noticias sobre su trayectoria profesional, sino también continuas actualizaciones sobre su vida personal; y Emma Philppott diseña cada día su agenda, trufada de celebridades como Rihanna, Leonardo Di Caprio, Beyoncé o Jay-Z, con precisión de estratega. No estamos sólo ante un deportista de élite, sino ante una auténtica marca global. «Como es lógico, el aspecto más determinante a la hora de contratar a un piloto es su talento», explica Bradley Lord, responsable de comunicación de la división de Fórmula 1 de Mercedes-Benz, «pero en el caso de Lewis además nos ofrece una posibilidad de sacar partido de su gran impacto». Además de devolver el título de campeón a la escudería de la casa, Hamilton ha contribuido al proceso de renovación que la marca alemana inició en los últimos años, con el lanzamiento de nuevos modelos como el Clase A, fabricado para un perfil de cliente mucho más joven del que viene siendo habitual. 16f1usa2015-0437
  VELOCIDAD BAJO CONTROL Su vida ha ido tan deprisa como el coche que conduce. Hay momentos, reconoce, en los que llega a sentir cierto vértigo: la velocidad es su aliada en la pista, pero en el día a día a veces es necesario tomar un respiro para ver las cosas con cierta perspectiva. «No me siento como si tuviese 31 años, aunque sí es cierto que he madurado mucho en los últimos años. Pero, en muchos sentidos, me siento como un niño grande en un campo de juegos. Viajo por todo el mundo manejando autos de carreras, el sueño de muchos niños; pero hay momentos en que siento que tengo que pararme y reflexionar», admite. ¿Cuándo? «Habitualmente, cuando vuelvo a casa con mi familia o cuando estoy en un lugar que me inspira en alguno de mis viajes. Pero ahora siento que estoy en el sitio y el momento correctos: vivo haciendo aquello que amo y aún tengo tiempo de explorar otras pasiones. Me siento bendecido por tener esta vida». Dentro de esas pasiones, la música destaca por encima de cualquier otra, hasta el punto de que ha construido su propio estudio donde compone y graba sus temas. Hace un año, afirmó en una entrevista al programa británico 60 Minutes que planeaba lanzar un álbum de R&B, pero por el momento no se ha planteado hacerlo de manera profesional. «La música es una de mis grandes pasiones, tal vez la mayor. Pero también es un hobby y un modo de relajarme. Tal vez algún día la comparta con otras personas de manera más masiva, pero por el momento no va a ser así», asegura en nuestra entrevista exclusiva. Aunque los autos actuales no tienen nada que ver con los de hace 20 años, sabe que cada carrera podría ser la última. Ese ingrediente da sabor a la Fórmula 1 y dota al deporte de un trasfondo millonario.
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«La adrenalina de ver a alguien corriendo a más de 300 kilómetros por hora es algo que resulta muy excitante, pero también muy arriesgado. Desde luego, la Fórmula 1 es mucho más segura en la actualidad de lo que era hace unos años, pero sigue siendo un deporte único en el sentido de que empujamos los límites más allá a todos los niveles: tanto físicos como mentales y mecánicos», reflexiona. «En los motores actuales las medidas de seguridad han avanzado tanto que nunca antes los pilotos habíamos estado tan protegidos en la pista. Pero todavía existe un gran riesgo, y eso es parte de la emoción de este deporte. Desde el momento en que se cierra la cabina, en lo único que pienso es en la carrera. Es la única manera de sobrevivir en la pista. Un simple momento de duda puede significar que pierdas una vuelta o incluso la vida. Tienes que confiar en ti, en el auto que pilotas y en tu equipo al cien por ciento». Pero no es ese su mayor temor: «No tengo muchos miedos. Para ser sinceros, lo único que me preocupa últimamente es el ataque de un tiburón, porque me encanta el surf», bromea. Es el mejor modo de superar el miedo: transformándolo en un chiste.
¿A QUIÉN ADMIRA LEWIS? Su gran mito ha sido siempre, según confesión propia, Ayrton Senna. Hoy, sus logros son comparables a los de su ídolo, pero Hamilton prefiere no dormirse en sus propios laureles. «Ayrton fue uno de los grandes pilotos de todos los tiempos y alguien a quien realmente admiraba cuando era niño. Por eso, cuando me comparan con él es algo muy halagador, pero también me baja los humos. Su carrera fue trágicamente corta (murió a los 34 años en el Gran Premio de San Marino), de modo que nunca sabremos todo lo que podría haber logrado. Nunca se me ocurriría compararme con él, creo que tienes que escribir tu historia a tu manera. Esa es mi meta: ser recordado como alguien que hizo las cosas a su manera», afirma.

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