Escondida entre los Alpes, oculta en la sombra de la reconocida y famosa cocina francesa y durmiendo junto al barullo italiano, Suiza muestra su personalidad polifacética a través de cautivadores paisajes, la calidez de su gente y una sorprendente riqueza culinaria.   Pensar en Suiza trae a la mente ideas de neutralidad, paisajes verdes, chocolates y relojes, pero antes de visitarla son difícilmente imaginables los secretos que ofrece a sus visitantes. Empezando por Ginebra y terminando por Sankt Gallen podemos exponer una pequeña degustación de sorpresas que guarda esta región de Europa Central. Los ingredientes clave de la dieta suiza son influencia de sus vecinos y varían por región, pero están bastante generalizados en todo el país. Del noreste, como reminiscencias del imperio austrohúngaro heredan los embutidos; del sur, la pasta italiana es una constante, y del oeste francés no sólo heredan el vino y el queso, sino también el gusto por la vida. El vino, aunque carezca de fama mundial, suele ser excelente. Mientras se cambia de región, es recomendable probar los vinos locales, ya que las casas pequeñas tienen una producción tan limitada que rara vez se vende fuera de la localidad y mucho menos fuera del país.
Lucerna

Lucerna

El chocolate es omnisciente en todo el territorio. Existen pequeñas casas gourmet que venden su propia producción con ingredientes que provienen de todo el mundo, en especial de América Latina. En la parte más comercial, los productos de la famosa fábrica Lindt se venden literalmente en cualquier sitio. La variedad es impresionante y existen barras con distinto porcentaje de cacao puro (llegando hasta el 90% con un sabor amargo en extremo) y distintos añadidos que van desde las típicas nueces o avellanas, pasando por la menta y la naranja, hasta el chile.   Ginebra En el extremo oeste está Ginebra, donde se respira un ambiente francés en cuanto a comida, idioma y costumbres, pero también intrínsecamente lujoso, y como es característico en Suiza, con un cargado acento financiero. Es un sitio ideal, al igual que Zúrich, para encontrar de todo lo bueno del país, pero también de todo el mundo. Caminando por Île Rousseau y sus alrededores se pueden ver restaurantes para todos los gustos, que en las tardes se llenan de ejecutivos y por las noches de fin de semana, con menor luz y más música, se convierten en el lugar ideal para comenzar una noche o cerrar un día de turismo. Un poco más retirado y recluido se encuentra Le Savièse (Rue des Pâquis 20). En este pequeño restaurante uno se encuentra rodeado de gente local que frecuenta el hogareño y casual lugar para disfrutar su carta concentrada en platillos suizos. Para inaugurar el tour de gastronomía hay que comenzar a probar el fondue (famoso platillo de queso fundido servido caliente en una especie de olla que se come mojando pedazos de pan con un trinche) y una buena raclette (rebanada de queso raclette semifundida acompañada de papas, pepinillos y cebollitas). La combinación se perfecciona con el vino de la casa, un Pinot Noir local. Para cerrar la cena y limpiar el paladar nada como un chocolate con leche para introducir la variedad.
Ginebra

Ginebra

Siguiendo un poco al oeste vale la pena hacer una escala mañanera en Gruyères, la casa del queso que lleva el mismo nombre. La cultura del manejo y producción de lácteos está por toda la región, pero para un entendimiento mayor sobre la fabricación y variedades del Gruyère, una visita a La Maison du Gruyère pondrá en contexto la fabricación de este producto y la variedad en sabores dependiendo del añejamiento. Más de uno se ha sorprendido al enterarse de que el auténtico queso Gruyère con denominación de origen AOC (appellation d’origine contrôlée) no tiene burbujas. Una escala necesaria, aunque pequeña, es la capital: Berna. El estar más al centro del país se refleja en la mezcla absoluta de comida y resalta la fuerte entrada de vinos y platillos italianos. En medio del centro (mayormente peatonal), entre bares y terrazas, encontramos Le Mazot, un clásico entre los locales. El fondue moitié-moitié y una botella de vino blanco Pinot gris de Les Fils de Charles Favre dan un sabor totalmente distinto y mucho más suave. Dando un paso más en el mundo del chocolate, una tablilla que tenga menta dará una idea de un mayor contenido de cacao y menos dulce.
Berna

Berna

A orillas del lago de los Cuatro Cantones, con paisajes pintorescos, se encuentra Lucerna. Esta pequeña ciudad, con su puente de madera que fue incendiado a finales del siglo pasado, tiene un encanto muy particular y goza de la que probablemente sea la mejor región vinícola del país. Uno de los tesoros que se esconde humildemente en la orilla sur del río es el restaurante/vinoteca Vinotek Opus. La carta es variada y mezclada, y a resaltar está el filete de ternera en salsa al Calvados, con un sabor y textura únicos. La cena se acompaña de maravilla con un Wegelin Malanser Balauburgunder, que sólo se puede probar en esta región, ya que difícilmente se puede encontrar en otra región del país y con mucho más dificultad fuera. El pastel de chocolate es espectacular.   Zúrich Elegante, grande, refinada, Zúrich nos ofrece una variedad como su ubicación en el centro de Europa le permite e impone. Tomando una copa en la terraza del Rathaus Cafe, viendo a la gente pasar con la perspectiva del puente Quaibrücke, con una vista estratégica de las iglesias Fraumünster y Wasserkirche, escuchando el río es una perfecta introducción antes de dirigirse al restaurante Josef a experimentar una comida con un menú en constante cambio que ofrece platillos provenientes de los cuatro puntos cardinales: schnitzer de Alemania, fetuccini al roquefort mezcla de Francia e Italia, y cerrando con un strudel de manzana austriaco. Aprovechando la región, hay que degustar un vino blanco de la casa con acentos alemanes afrutados. En Sankt Gallen, retirada, tocando la frontera con Alemania y Austria, es ideal pasar una mañana sabatina y pasear por el mercado en Merkatplatz mientras se degusta un bratwurst mit brüt (salchicha con pan), acompañándola con pequeños antojos de los puestos: un poco de queso, fruta fresca y una nieve de frutos del bosque. Schaffhausen, pueblerina, mostrando su personalidad de años pero con una reciente remodelación, cuenta con una isla de representación italiana dentro de Santa Lucía. Su personal, compuesto por un grupo de señoras y señoritas todas relacionadas por familia en algún grado, ofrecen excelentes recomendaciones sobre los platillos y los vinos. El mozzarella de la insalata capresse parece haber sido importado desde Capri la misma mañana en que se pone en el plato. La carta de vinos, fuertemente italiana, contiene varias joyas sicilianas muy recomendables. Es así como, en un lugar tan pequeño, se encuentra una variedad asombrosa en donde siempre se puede degustar una excelente comida con un buen vino y con vistas que parecen robadas de una postal.
Moneda Franco suizo Idiomas oficiales Francés, italiano, alemán y romanche Superficie 41,285 km2 (aproximadamente del tamaño de Yucatán) Cuándo ir… Todo el año. En invierno para esquiar y disfrutar una fogata, en verano para ver paisajes verdes y disfrutar de caminatas con buen clima. Dato curioso Aunque son considerados como neutrales y huéspedes de la ONU, UNICEF, OMD, etc., aquí se creó el LSD y el absenta.
  Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @mariagiuseppina   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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