Los hoteles con filosofía Eco se imponen en el sector del turismo de alta gama como una alternativa a la fórmula tradicional de sol y playa. El viajero quiere hoy algo más: una experiencia en contacto con la naturaleza sin importar el precio. El Consejo Centroamericano de Turismo (CCT) ha dado la voz de alarma: aunque parece que el número de visitantes ha vuelto a la normalidad tras la crisis de 2008, las estadísticas muestran que el gasto diario en la región ha caído por debajo de los 100 dólares por primera vez desde 2007. El escenario sigue siendo idílico, “pero son los turistas los que han cambiado”, señala Roberto Ponce, gerente de Invermaster, empresa consultora en estrategias de inversión y en capital de riesgo. Iniciativas como el turismo de salud, por la que se apostó hace algunos años, no terminan de despegar y, mientras el turismo de negocios se afianza en países como Panamá, surge otro modelo que contribuye positivamente a la economía local: los hoteles sostenibles de lujo, que amplían el marco de referencia de sol y playa a una fórmula (de éxito) muy similar: “sol, playa y exclusividad”. Se busca ampliar el estrato medio y medio-alto a un perfil más exigente, sensible al medio ambiente, que desea experiencias únicas sin importar el precio. Muchos de estos hoteles apuestan por un modelo de gestión de sostenibilidad que contribuye de manera significativa al desarrollo económico y ambientalista de su país, logrando un sector cada vez más competitivo a nivel global. Mango Creek Lodge (Honduras) Palafitos deluxe. Cuando Autie y Janie McVicker llegaron a Roatán desde su hogar en Kemah, Texas, se enamoraron de la isla y de la calidad de vida que se disfrutaba en este entorno paradisíaco. Al fundar Mango Creek en 2004 no podían imaginar que a lo largo de la década iban a convertirse en uno de los pilares del turismo sostenible en la zona, logrando su propósito de ofrecer el mejor servicio con el menor impacto ambiental; premios como las cinco estrellas de Eco Hotels of the World y Eco Tropical Resorts avalan su trayectoria. En la actualidad, generan el 85% del total de energía que consumen —no están conectados a la red eléctrica— mediante 50 paneles solares y seis generadores eólicos, aunque planean incrementar su infraestructura energética en un futuro cercano. Cuando las seis cabañas que componen el resort están completas, pueden tener entre 12 y 18 huéspedes a los que ofrecen todas las comodidades de un resort de lujo: muebles hechos a mano, restaurante con gastronomía caribeña y actividades Eco, como snorkeling y pesca en kayak. Además, albergan una reserva de caracoles reina. mango-creek Team (Bahamas) Atención al detalle. Ubicado en la isla Andros, la mayor de las Bahamas, frente al tercer arrecife más grande del mundo, Tiamo es un ecoresort que se ha convertido en el principal empleador de la isla. En su diseño se ha combinado el lujo con el respeto por el entorno: sus 11 villas han sido construidas con madera de pino sostenible y elevadas para colaborar al desarrollo de la exuberante vegetación indígena que convierte esta isla en un auténtico edén. Los techos de paja ayudan a refrigerar de manera natural los interiores y cada ingrediente que se trae de fuera proviene de granjas cercanas y es completamente orgánico. Keith, el chef, quien se ha formado en restaurantes con estrella Michelin, los selecciona personalmente. Jicaro Island Ecolodge (Nicaragua) El paraíso no se vende. En una isla privada que forma parte de las isletas Granada, en el gran lago de Nicaragua, se encuentra este ecolodge al que se accede en bote desde la cercana ciudad colonial de Granada. Las vistas a través del lago del volcán Mombacho son espectaculares y sus nueve “luxury casitas” son el escenario perfecto para una escapada romántica o un retiro en busca de paz mental, ya sea en una de ellas o en el spa, donde se imparten clases de yoga. Todos los materiales empleados en su construcción son 100% autóctonos, el staff es local y el resort está implicado en diversos programas para construir escuelas y ayudar a las comunidades indígenas. Karen Emanuel, una mujer de negocios inglesa que visitó la isla en 2007, se enamoró del lugar cuando vio un cartel: “¡La isla no está en venta!”. Con la ayuda del arquitecto Matthew Falkiner, Karen construyó este paraíso que no se vende… pero sí se disfruta. jicaro Las Flores Resort (El Salvador) Oriente salvaje. Este resort fue diseñado con plena conciencia ambiental, a fin de tener el menor impacto sobre el paisaje y la conservación de los ecosistemas de la zona. Está ubicado en una playa de arena negra volcánica confinada por una densa flora tropical que encapsula este paisaje primigenio, digno de un relato de Somerset Maugham. El complejo, diseñado por el arquitecto Rodrigo Barraza Domínguez, es una mezcla perfecta de la naturaleza con el mar, siguiendo las directrices del desarrollo sostenible. El hotel ha desarrollado una estrategia de sostenibilidad sectorial a través de la Asociación de Desarrollo Turístico de la Costa Oriental de El Salvador (Adetco) y cuenta con un comité de RSE (responsabilidad social empresarial), con su propio código de ética que anualmente evalúa las buenas prácticas en esta materia bajo la norma ISO 26000 de resposabilidad social. Su estrategia ambiental está alineada con objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y apoya dos escuelas cercanas. Un edén con conciencia. Al Natural Resort (Panamá) Máxima privacidad. Al Natural combina las técnicas ancestrales de construcción de los indios Ngobe-Ngobe con las nuevas tecnologías que permiten captar la energía solar y reducir el impacto sobre el ecosistema. Situado en una pequeña playa junto al pueblo de Bocas, en Bocas del Toro, el ecoresort se encuentra muy cerca del Parque Marino Nacional de Isla Bastimentos. Está compuesto de siete cabañas y una villa, con tres apartamentos tipo loft, situadas todas en la playa. Junto a excursiones, buceo y clases de yoga, ofrecen comidas gastronómicas elaboradas por el chef residente con productos locales frescos. Blancaneaux Lodge (Belice) Cine, vino, comida y aventuras. Es el lema de la cadena The Family Coppola Resorts, propiedad de Francis Ford Coppola, y es lo que promete —y cumple— este lodge con una historia digna de su dueño. A principios de los años 80, el director de El padrino visitó Belice y de inmediato le sedujo una antigua propiedad abandonada en el follaje de la cresta de la Reserva de Mountain Pine. Deurante más de una década utilizó el complejo como refugio familiar antes de abrir al público este resort de lujo de 20 habitaciones con piscinas en medio de la selva. belice Luna Lodge (Costa Rica) El corazón de la selva. Este recóndito albergue ecológico, situado en la península de Osa cerca del Parque Nacional Corcovado en el sureste de Costa Rica, se encuentra rodeado de vegetación y cataratas. Luna Lodge ofrece excursiones, clases de yoga, tratamientos de spa, piscina (ecológica, por supuesto) y la energía que consume, cien por ciento Eco, es hidroeléctrica.

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