Eran las 10 de la mañana cuando después del desayuno comenzaría la aventura de emprender este viaje en carretera de la Ciudad de México hasta Veracruz. Emoción y adrenalina son los principales factores que deben estar presentes en un roadtrip acompañado de un buen motor que te lleve con bien a tu destino.
Suena el despertador y comienza una taquicardia que sólo revela emoción por manejar hacia un destino hasta entonces desconocido pero que a ojo de buen cubero pareciera ser acogedor, distinto y nuevo, aunque íbamos sin saber con qué nos encontraríamos. El destino seleccionado era Nautla, un pequeño poblado en Veracruz a 1.5 horas de Tuxpan con una vista hacia el Golfo de México.
Para empezar el
roadtrip fue emocionante atravesar la caótica Ciudad de México y área Metropolitana -en esta ocasión el auto elegido fue la camioneta de Hyundai Santa Fe de 7 pasajeros-, porque a pesar de estar acostumbrados a este mundo de tráfico y ruido el hecho de emprender un viaje en un auto cómodo, potente y nuevo esta misma experiencia se percibe distinta, comienzas a calentar motores para la verdadera adrenalina.
Hyundai Santa Fe 7 pasajeros
Éramos una caravana de alrededor de 10 camionetas, todos esperando el momento de probar el motor, la carretera y la vida. Llegamos a la primer caseta para salir de la Ciudad y nos encontramos con varios retos que enfrentar durante el recorrido de aproximadamente 4.4 horas, todo el tiempo debíamos acatarnos a las reglas de seguridad vial, ya que policías federales y vendedores ambulantes rondaban la zona ofreciendo los productos típicos de la región.
Una vez estando en la autopista fue espectacular la vista y el paisaje que se puede contemplar en el nuevo corredor México-Tuxpan, esta vialidad que tras 20 años de construcción ya está habilitada casi al 100% atraviesa mediante túneles y puentes de más de 200 metros de altura, logrando una experiencia de paz y tranquilidad al estar inmerso en la naturaleza, una obra que nos acercó aún más la playa y hoy la tenemos a tan sólo 3 horas de distancia.
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Cuando llega la hora de tomar el carril de alta velocidad y rebasar lo más emocionante es escuchar rugir el motor y saber que tiene una buena potencia de 6 cilindros para poder correr a lo largo del asfalto, acelerando con la seguridad que te brinda la camioneta (en este caso).
Finalmente y después de 5 o 6 casetas quizá (se pierde la cuenta), llegamos a nuestro destino, Hotel Azúcar inmerso en la magia discreta que tiene Veracruz. Este lugar es ideal si el sentido del viaje es ir en pareja o en un plan relajado en donde sólo se pretenda descansar, meditar y encontrar paz en algún lugar remoto de México con el sonido de las olas y la brisa del mar. Es bastante privado porque tiene únicamente 20 villas, lo que convierte esta experiencia en algo todavía más especial.
Tiene una alberca que te invita a sumergirte en ella porque el calor es inevitable y, aunque es pequeña, goza de una vista espectacular al mar bajo palmeras altas. Ésta se encuentra a un lado del restaurante bar, en donde se puede degustar desde cortes de carne, como arrachera, hasta mariscos. A tan sólo unos pasos se encuentran las escaleras que llevarán al huésped a que sus pies toquen la arena, recomendamos llevar repelente para mosquitos y por supuesto bloqueador para no sufrir de quemaduras que hagan del viaje algo incómodo.
Hotel Azúcar
Las habitaciones son blancas, amplias y espaciosas, lo que genera un ambiente de lujo, aunque al interior no cuente con demasiado mobiliario, una iniciativa para hacer el concepto más apegado a la filosofía
ecofriendly. En la parte exterior de las villas de la planta baja se mecen hamacas listas para arrullar a los huéspedes, mientras que las de planta alta tienen zonas de descanso con vista al mar.
La distancia entre una habitación y la otra es la ideal para descansar y sentir privacidad al máximo con pericos que silban a las mujeres guapas (dentro de sus jaulas, no hay de qué preocuparse) y flores por doquier provocando un ambiente aún más natural, ideal para el roadtrip.
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