Una singular composición marítima, coronada por la Montaña de la Mesa, atrapa la atención tan pronto como se abre el ventanal. Resulta inevitable perderse, por instantes, en su forma caprichosa, para encontrarse en la intimidad de un espacio lleno de gratos detalles. La línea exclusiva de amenidades de la propiedad es un homenaje al patrimonio botánico de Ciudad del Cabo. Por ello, alojarse en Cape Grace es una experiencia inolvidable en sí misma. Cada una de las habitaciones y suites posee un carácter propio, al haber sido decorada en lo individual con tejidos pintados a mano, enseres tribales y antigüedades que aportan originales matices a sus interiores. En suma, son bellos espacios en los cuales convergen piezas de arte que dan un toque contemporáneo a la atmósfera.

Foto: Cape Grace Hotel

Esa mixtura fascinante permea en las áreas de Signal, el restaurante distintivo del hotel, donde la elogiada chef Malika van Reenen vuelca su ingenio en platos que celebran la Sudáfrica culinaria, la diversidad cultural de El Cabo y las virtudes de su entorno. Los océanos circundantes y las granjas locales proporcionan los ingredientes para la sagaz propuesta gastronómica, con reminiscencias de la cocina malaya, que se complementa con una selección de los mejores vinos de la región. Bascule Bar, hogar de una valiosa colección de whiskys formada por 400 etiquetas de todo el mundo, es el preámbulo perfecto para seducir los sentidos con un exclusivo ambiente de fiesta.

Foto: Cape Grace Hotel.

Por las tardes, la acogedora biblioteca de Cape Grace se convierte en sede de una muy cotidiana tradición sudafricana, conservada de generación en generación: la hora del té, un ritual que da cuenta de la influencia británica de la época victoriana. La apacibilidad sugiere un escape indulgente al spa, ubicado en el último piso del hotel, con una terraza que permite admirar, en todo su esplendor, una de las siete maravillas del mundo y la belleza de la península.

Foto: Cape Grace Hotel.

Sumergirse en la suntuosidad natural de la “Ciudad Madre” de Sudáfrica y, a la vez, disfrutar de su esencia urbana y cosmopolita, es parte del espíritu mismo de Cape Grace. La propiedad se sitúa en un muelle privado, en el paseo marítimo Victoria and Alfred Waterfront. Ahí, el agua mece opulentos yates que parecen danzar sutilmente al compás de conversaciones citadinas; el tiempo transcurre entretejido con un patrimonio multifacético y multicultural que se prepara, con cautela, para cuando llegue el momento de abrir nuevamente sus puertas.

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