La arquitectura de Cala de Mar se integra con claridad a la naturaleza de un destino cálido al sur de México: Ixtapa-Zihuatanejo. Sus espacios incrustados en los riscos proporcionan vistas de belleza infinita y atmósferas que aportan vitalidad.
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Todos han sido concebidos con la intención de brindar una estancia genuina, ajena a los preceptos de un hotel. El check in y el check out están delimitados por cada visitante, sin presiones, con objeto de crear la sensación de que se entra y se sale de casa.
Esa sensación acogedora prevalece en las habitaciones amuebladas con un estilo que conjuga aspectos de modernidad con los matices propios de la costa mexicana, y se extiende a sus amplias terrazas privadas con alberca. Cada elemento es único y propicio para trabajar o descansar, teniendo como fondo el reconfortante sonido del océano al romper.
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La presencia del agua como fuente de energía se realza en El Capricho. El spa de clase mundial, además de honrar al Pacífico con sus panorámicas, ofrece un circuito de hidroterapia que enriquece su menú de masajes y tratamientos que se distinguen por su acento floral. El aroma del toronjil, la flor cítrica de Guerrero, se impregna en la memoria que quien se deja consentir en el recinto, junto a los saberes ancestrales inmersos en las actividades terapéuticas que proporciona.
En Cala de Mar el límite de actividades lo establece la imaginación. Reorganizar los pensamientos en la zona zen, donde es posible meditar, practicar yoga o simplemente leer un buen libro; salir a conocer los alrededores en bicicleta, pasear en yate, ir de pesca, asolearse en las playas cercanas o admirar las reservas naturales. ¿Qué tal reservar una clase de cocina o tomar unas lecciones de mixología?
El resort cuenta con servicio de asistente personal para ayudar al huésped a organizar el itinerario, incluso antes de su arribo. El equipo humano está muy comprometido en disponer todo, tal cual le gusta al cliente, como si se tratase de un amigo próximo que anhela su llegada.
Pero, sin duda, lo que más se valora en Cala de Mar es la flexibilidad: el hecho de sentirse con libertad de hacer lo que a cada quien le plazca, la libertad de elegir. En este sentido, nada se compara con la experiencia de pararse frente a la canoa con la pesca del día y escoger un producto para que el chef lo cocine al gusto; después, disfrutarlo en el restaurante Sea Food Market sobre un deck encima de las rocas bañadas por las aguas marinas.
El resort se ha enfocado en crear una experiencia auténtica de viaje al proporcionar absolutamente todo lo que está en sus manos para brindar a los visitantes el poder de aprovechar las vastas posibilidades que ofrecen sus instalaciones; el poder de experimentar un lujo sincero y natural.
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