El filo del tiempo

Alexander Bennouna, CEO de relojes Victorinox, cree que el futuro (y el presente) de la industria relojera suiza pasa por una nueva funcionalidad que se adapta a las necesidades contemporáneas: calidad e innovación con el mejor diseño a precios muy competitivos. su veredicto: “Es hora de ser democráticos”. Para renacer, hay que encontrarle un nuevo sentido a la vida. Esa es la filosofía de Larry Darel, protagonista de El filo de la navaja, de Somerset Maugham. Y ese podría ser también el lema de Alexander Bennouna, CEO de relojes Victorinox desde 2007. Esta marca suiza, fundada en 1884 por Karl Elsener, es mundialmente conocida por ser el único proveedor de navajas del ejército suizo. En 1989, la empresa lanzó en Estados Unidos los relojes Swiss Army, que se convirtieron en un best-seller de la marca. “Si hablamos de relojes suizos, hablamos de calidad e innovación, pero también de funcionalidad, que son también los valores de Victorinox. Nosotros no somos una casa relojera, sino que comenzamos haciendo navajas. Nunca hemos querido copiar a otras casas que llevan haciendo relojes desde hace 100 años, eso está fuera de discusión. De modo que lo que nos planteamos fue: ¿cómo podemos colaborar a esta industria manteniendo nuestros propios valores?”, se pregunta Bennouna. “Llegamos a la conclusión de que teníamos que empujar los avances técnicos hasta el límite de nuestras capacidades y, en la actualidad, eso se ha convertido también en una dinámica dentro de la industria de la relojería”.

Cuando comenzaron, hace ya 26 años, su principal objetivo era Estados Unidos. Hoy, después de China, México es uno de sus mercados más potentes (el tercero en términos generales). El 40% de las ventas proviene de las navajas, el resto se distribuye en relojes, equipaje y cuchillos. Su éxito es tal que, en los últimos años, la marca ha logrado un crecimiento anual en torno al 15%. “Llevamos haciendo el mismo producto desde hace 100 años: la navaja Swiss Army no tiene nada que probar, pero el resto de nuestros productos —relojes, maletas o ropa— tienen que demostrar que son capaces de llevar todos esos valores hasta el límite”, afirma. Sin embargo, tal y como él mismo admite, la industria relojera se encuentra en un punto de inflexión, un nuevo factor que ha venido a revolucionar el panorama actual de una tradición centenaria: la tecnología. “Es un cambio muy interesante y un reto, porque la industria se enfrenta a nuevos aspectos de funcionalidad que hasta ahora se reducían a otro tipo de exigencias, como prestigio, complicaciones o maquinarias. Pero ahora estamos viendo que las nuevas generaciones tienen otro tipo de necesidades y la industria ha incorporado nuevas funcionalidades más allá del típico reloj suizo que da la hora. Es algo que está cercano a nuestro ADN y estamos considerando trabajar en ello en los próximos años”.

Victorinox se replantea hoy este cambio de escenario, tomando en cuenta las soluciones a las necesidades del mañana, pero sin perder de vista su esencia. “Uno de nuestros paradigmas es la calidad y querríamos incorporar estas nuevas funcionalidades, pero no a expensas de ello. La industria de la tecnología tiene un problema, y es que piensa a muy corto plazo y todos sus productos tienen una vida muy corta. Y no queremos eso, porque un reloj suizo es algo que dejas a tu hijo. La industria relojera suiza será poderosa si sabe conservar sus valores tradicionales, pero integrando la industria digital”. Se trata de una nueva dirección dentro de la industria de la alta relojería que ha llegado para quedarse: “Coco Chanel decía: ‘El lujo termina donde empieza la necesidad’. Eso era verdad hace 60 años, pero ahora, en un mundo global, lo que la gente espera es que un reloj no sólo sea bonito o que parezca caro, sino que sea funcional”