El filántropo recibirá, en febrero, el premio Iberoamericano de mecenazgo en una ceremonia a la que están invitados algunos de los más importantes empresarios y coleccionistas de Latinoamérica. Carmen Reviriego, presidenta de Callia y consejera editorial de Forbes Life, entrevista al último Duque de Alba en el Palacio de Dueñas, en Sevilla, España.
El 1 de junio del pasado año, el Boletín Oficial de España publicaba una Orden firmada por el ministro de Justicia, que hacía legal la “Real Carta de Sucesión en el título de Duque de Alba de Tormes, con Grandeza de España” a favor de Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, primogénito de doña Cayetana, XVIII Duquesa de Alba. Al título mencionado se le añadieron 40 títulos nobiliarios más, 12 de ellos con Grandeza de España. Como jefe de la Casa de Alba, el duque administra un patrimonio de valor, literalmente, incalculable. En unos minutos, voy a conversar con él y me pregunto: cómo es el hombre, cómo se siente al encabezar la Casa de Alba —algo muchísimo más amplio que una serie de títulos y un patrimonio; por ejemplo, unos apellidos—; y algo que quizá no le pregunte, pero espero entender después de mi conversación: qué significado tiene, si tiene alguno, el concepto de aristocracia tras haber cruzado ya el ecuador de la segunda década del siglo XXI.
A pesar del calor, los muros y jardines del Palacio de Dueñas (siglos XV-XVI) hacen que sea un alivio entrar en el edificio. Sevilla es, junto con Córdoba, la ciudad con más altas temperaturas de España y, en gran medida, tiene un urbanismo “hacia adentro”, que muestra modestia y simplicidad. Es, exactamente, el mismo tipo de urbanismo y construcción que se extendería luego por media América Novohispana con las normas urbanísticas de Felipe II. Llega, absolutamente puntual, Carlos Juan Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, quien da la impresión de ser un hombre modesto, ocupado. En sus ojos, ya maduros pero afables, se descubre una sombra de responsabilidad, de peso. Ahora, ya todo depende de él. Lo primero que ha hecho ha sido abrir, como había prometido, el palacio más querido de su madre —Las Dueñas— a los sevillanos y al mundo. Tiene el pelo blanco y, esta mañana, un pelín rebelde, pero no aparece envejecido en absoluto; la cara más bien cuadrada, los ojos claros, la expresión afable, franca.
Dueñas ya está abierto al público y al mundo. ¿qué hubiera pensado su madre? Mi madre… Tuve conversaciones con ella y era consciente de las cosas, pero a Dueñas le tenía una consideración especial por ser quien era, por su edad, por lo que representaba, por su propia biografía… Yo ya era absolutamente consciente de que, cuando llegara mi turno, “irían” a por mí, en el sentido de querer abrir la Casa… Pero la cosa se adelantó, y recibí una carta del Ayuntamiento, diciéndome que les gustaría que abriéramos; era lo que marcaba la legislación vigente. Sabía que era así y sabía cuáles eran los sentimientos de mi madre. Lo único que les dije es que esperáramos a que se recuperara. Estaba muy enferma y se encontraba en Sevilla. Y esperaron. Prometí que en ese momento abriría, y confiaron en mí. Se lo agradezco y ahora he cumplido. ¿Algún rincón especial, alguna obra? Pues, mira, ahora que lo dices, aquí mismo —se refiere al llamado Salón de la Gitana— hay un tapiz increíble de una de las colecciones más relevantes del mundo, y uno de los 10 tapices más importantes del orbe: un Pannemaker, del siglo XVI. En mi opinión, estuvo demasiados años en la escalera, deteriorándose. Lo traje al salón. Es, quizá, la obra más importante. Los tapices son importantes. Toda la serie de seis paños aquí arriba, Carro de Faetón. Y ese Ribera del Jesucristo con la corona de espinas que está abajo. Todo el conjunto del XIX y XX: Benlliure, Madrazo, Sorolla, Zuloaga, Gonzalo Bilbao, Romero de Torres, Carmen Laffón; por no hablar de piezas anteriores, como Los caldereros, de Bassano; Luca Giordano, Paolo Pannini, un retablo de Neri di Bicci, con Santa Catalina entre santos… son sólo una porción de la pinacoteca perteneciente a la Casa, cuyas principales joyas se guardan en Madrid, en el Palacio de Liria.
Dueñas acumula también muebles de época, cerámicas… Una vez completada la entrevista y hechas las fotos, me paro delante de dos de esos tapices flamencos en los que, más allá de la calidad de los hilos, los reflejos del oro y azules tan difíciles, está la sensibilidad del artista ya en los cartones previos que describen las escenas mitológicas. He visto en mi vida muchos tapices y, sí, estos que tengo delante son excepcionales. El Ribera es un cuadro de evolución en el que el pintor ya encuentra su propia estilística y se españoliza. Se creía que era de Caravaggio, pero lo pidió El Prado para una exposición y se descubrió que era de Ribera. También hay un Carracci muy interesante y siete Madrazos. Dueñas es todo un símbolo Esta casa es de nales del siglo XV; sin lugar a dudas, es lo más importante bajo el punto de vista de arquitectónico. Los artesonados de arriba son del siglo XV, y los de abajo, del XVI. Muy importantes y bien conservados. Es muy oriental; tiene magia, como Sevilla. Luego, la vegetación hace que sea un botánico en miniatura. Esta vegetación con plantas tropicales es producto de la historia de la Casa y su relación con América. Un poco de historia García Alvarez de Toledo y Carrillo de Toledo (1424-1488) fue el I Duque de Alba, título que le otorgó el rey Enrique IV de Castilla, por convertir el condado de Alba de Tormes en un ducado. El II participó en Toro y fue esencial en la guerra e incorporación de Navarra, muy cercano al rey y caballero de la Orden del Toisón de Oro. El III, el Gran Duque, fue pintado por Tiziano con el porte y la carga del poder y su obligación. El gran servidor de Felipe II no siempre fue tratado en la Corte o en la Historia de forma adecuada… Es muy frívolo hablar de crueldad en tiempos crueles. El valor máximo era la delidad al monarca. Pero, además de los Álvarez de Toledo y los Silva, empa- rentan directamente con Jacobo II, último rey de Inglaterra y Escocia, hijo ilegítimo, pero reconocido, de la amante de Rey, una Churchill. Reinó y fue expulsado por la última invasión que sufrió Inglaterra por un Orange… Un rey católico en un país que había roto con Roma facilitó la invasión. Pero Jacobo II se convirtió, así, en el primer Duque de Berwick y James Fitz-James. Entiendo, al estudiar esta familia, el sentido moderno de la aristocracia; entender sus símbolos es entender el ser de Europa: no se pueden separar los hoy Estados-nación —ya sean repúblicas o monarquías— de los matrimonios, herencias y guerras, y los pactos finales entre unos y otros y el rey, que estaba más cerca del pueblo que la aristocracia. Los títulos que se acumulan en el último Duque de Alba —unos 40, con varias Grandezas de España— son un mapa vivo de la Historia. Desde su Palacio en Monterrey hasta las Dueñas en Sevilla, desde el virreinato de su antepasado creador de Nuevo León a su segundo virreinato en el Perú. Desde Tiziano a Goya. Desde lo católico a lo indio y a lo protestante. La aristocracia es el mapa de nuestro mundo.
¿Tiene un plan para el ducado? Fernando será un gran duque. Para mí, lo más importante es poder conservar el legado que he recibido. Es lo que, a mí, en este momento histórico, me toca. Lo que tengo que hacer es cuidar de este patrimonio que, modestia aparte, está excepcionalmente bien cuidado. Quienes hemos viajado mucho y hemos visto mucho patrimonio artístico, es en lo primero que nos jamos, en su estado de conservación.
Mi obligación es legarlo al siguiente Duque de Alba en estas condiciones. Y luego que sirva al disfrute de las personas que lo quieran visitar y que sirva de fuente directa para los estudiosos; los documentos, los cuadros… Los documentos, el testamento manuscrito de Fernando el católico, la propia sangre de colón incorporada a la suya… En Madrid hay siempre muchos investigadores trabajando. Aquí, en Dueñas, no hay documentos, así que la idea es visitar la casa y, en Madrid, ver las dos cosas. Ahora estoy digitalizando el archivo. Tengo más de 30,000 documentos digitalizados. Le he dado un empuje importante este último año. Y ahora voy a abrir Monterrey, en Salamanca. Es un edi cio muy importante, un ejemplo de plateresco a nivel mundial, pero hay que realizar un trabajo que espero que comience este invierno y, tan pronto finalice en verano, ya se puede abrir la casa. Firmé un convenio con el Ayuntamiento en julio y estoy muy contento, pues creo que aporto a Salamanca un edificio con bienes de mucho interés histórico-artístico y, al mismo tiempo, la gente puede acceder y conocer su historia, que le pertenece a ellos y a nadie más.
De sus antepasados, ¿a quién o quiénes destacaría por su pasión por el coleccionismo? Mi abuelo adquirió mucho. Pero, claro, yo desgraciadamente no lo puedo hacer; es otra época. En los años 40, mi abuelo podía comprar cuadros; mi madre, en los años 60 y 70, también; pero ahora es muy complicado. No tengo dinero. Doy gracias de poder mantener bien los que tengo, que no es cualquier cosa. Mi abuelo fue una figura excepcional en todos los terrenos. Mi madre, igual; ayudada por mi padre, que fue una figura extraordinaria, muy modesto y sencillo, pero que impulsó la Casa. Le dejaba siempre el protagonismo a mi madre, pero él incrementó el patrimonio; fue un gran administrador: las obras de esta casa, en los años 60, las gestionó mi padre; la reconstrucción del Castillo de Alba de Tormes… Modernizó todo el campo y creó explotaciones directas, que fueron premiadas como empresas modelo. Todo eso lo hizo mi padre, muchísimas cosas. Digo esto porque de él nunca se habla. Siempre de mi madre, ya que ella era la Duquesa de Alba. Pero dicho esto, mi madre protegió mucho las artes, fue una gran mecenas: protegió a artistas, escritores, tuvo un sentido social muy grande. ¿Cree que lo prepararon de manera especial, sabiendo que iba ser el siguiente Duque de Alba? No especialmente. Sí escuchaba mucho a mis padres; ellos tenían mucha inquietud en el mundo histórico-artístico; lo he aprendido viviéndolo en casa, en el día a día. ¿Y el futuro XX Duque de Alba? Mi hijo ahora está dedicado a la banca y no tiene tiempo para otras cosas. Yo le mando mensajes, pero él es consciente. También es muy joven y no le quiero ni amargar la existencia ni interrumpir su actividad. Estoy muy orgulloso de mis dos hijos. Fernando es una magnífica persona; seguro será un XX Duque de Alba estupendo. Habla con modestia, se maneja el tuteo en la casa, se alegra cuando ve algo bien arreglado. Está algo griposo, pero hace un último esfuerzo para las fotos. Tiene una cierta belleza y un cierto halo de niño solitario (esto es apreciación subjetiva mía). Respecto a la importancia de Casa y Patrimonio, sólo mencionar la operación con El Prado de la transacción de un Fray Angélico, La Virgen de la Granada. En España sólo hay dos, y ambos están ya en El Prado. El mundo del arte sabe que hubo más ofertas y más elevadas… pero se queda en El Prado. Cosas de mecenas.

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