Si algo ha marcado a Perú en los últimos años, ha sido su fuerte convulsión política. Desde 2016 hasta la fecha, ha tenido cuatro presidentes. Francisco Sagasti, actual mandatario interino del país sudamericano, aceptó el cargo en noviembre del año pasado, luego que Martín Vizcarra fuera vacado y que su sucesor, Manuel Merino, renunciara producto de masivas protestas en su contra y tan solo una semana después de haber asumido el puesto.

Sagasti, quien dejará el poder el próximo 28 de julio y será reemplazado por el ganador de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Perú, conversó con Forbes sobre los retos que tendrá la nueva Gestión y la posibilidad de crear una nueva Constitución, una propuesta planteada por el candidato de izquierda radical, Pedro Castillo. Pese a la turbulencia que hubo detrás del balotaje y a la acusación de fraude por parte de la candidata de derecha Keiko Fujimori, el presidente asegura que las instituciones electorales no se han debilitado.

Ahora que acaba su mandato, ¿qué temas considera que deberían ser priorizados por la siguiente gestión?

Creo que los temas que hemos venido trabajando. Hemos dejado un camino abierto y viable en el campo de la salud, tanto con vacunación, camas de hospital y unidades de cuidados intensivos, y provisión de oxígeno, que eran los tres cuellos de botella más grandes. Esto puede continuar. Dejaremos suficientes vacunas para vacunar a todos los peruanos mayores de 12 años de acá a fin de año. Ello va a requerir primero mantener y luego, posiblemente, intensificar el ritmo de vacunación que tenemos en la actualidad. En el campo económico, este año, gracias al manejo macroeconómico, creo que ha sido, no solo razonable, sino muy bueno, considerando las circunstancias. Por ejemplo, la inversión privada aumentó en el primer trimestre de este año en 36,9% y superó incluso los niveles de prepandemia de 2019. La inversión pública realmente ha batido récords en los últimos 20 años. Creemos que el siguiente Gobierno debe continuar con esas medidas. En el campo social, debemos continuar con proyectos de apoyo a las personas más vulnerables que todavía no están encontrando trabajo. Lo más importante va a ser continuar con un estilo de gobierno abierto, transparente, dispuesto a colaborar con el sector privado, con la sociedad civil, con la academia y a trabajar con los Gobiernos locales y regionales.

¿Está listo para el proceso de transición con el nuevo Gobierno?

El proceso de transición normal en el Perú debería durar alrededor de 6 a 8 semanas, si es que hubiéramos tenido un proceso electoral sin tantas disputas y problemas. Se va a recortar muchísimo. Tenemos todo listo en el Gobierno para transferir los ministerios, los diferentes sectores a quienes sucedan a los ministros y miembros del gabinete actual. También estamos listos para trabajar de manera muy intensa con el presidente que entra, con el presidente del Consejo de Ministros, en fin, con todas las máximas autoridades. Hemos ofrecido estar a disposición de las nuevas autoridades del [Poder] Ejecutivo, por un tiempo prudencial que recupere lo que hemos perdido por las demoras en la proclamación del candidato que, eventualmente, vaya a vencer en la segunda vuelta.

Es decir, después del 28 de julio, ustedes podrían ayudar sin ningún problema. 

Estamos dispuestos. Yo he anunciado mi posición personal para colaborar con quien me suceda. Lo mismo han hecho todos los ministros y miembros del gabinete. 

¿Qué tanto afectó a su gestión el episodio conocido como Vacunagate, en el que dos de sus ministros —la ministra de Salud y la canciller —se vacunaron de manera irregular?

Fue un problema muy complejo, algo totalmente inesperado, de lo cual no teníamos noticia hasta que se hizo público (…). Claro que produjo bastantes sobresaltos. Sin embargo, la dirección del Gobierno, la orientación que tenemos, la solidez del trabajo conjunto, permitieron rápidamente reemplazar a los ministros salientes y continuar al mismo ritmo de trabajo, incluso acelerarlo en algunos casos. 

¿El cambio de canciller ayudó a acelerar los contratos con Pfizer, que es el principal proveedor de vacunas de Perú?

No fue solamente el cambio del canciller. Hubo todo un equipo que estuvo trabajando de una manera sostenida y no solo con Pfizer, sino con nueve laboratorios. A la vez, Perú es uno de los países que tiene en este momento, y va a tener en el futuro, una cartera muy diversificada de proveedores de vacunas, lo que nos va a permitir contar con un número muy grande [de ellas] que se adaptan a las situaciones de cada una de las regiones de nuestro país. La labor del canciller Allan Wagner, con su amplísima experiencia y conocimiento de la situación internacional, lo que hizo, en primer lugar, fue poner un poco más de orden y tranquilidad en nuestra Cancillería, y, en segundo lugar, hacer uso de sus extensos contactos internacionales para ayudar en el proceso, no solo de negociación, sino también de reinserción del Perú en un contexto extremadamente difícil.

Sagasti señala qjue dejará vacunas suficientes para inmunizar a los peruanos mayores de 12 años. Foto: Elías Alfageme.

¿Los mandos medios en los ministerios y en otras entidades públicas relevantes, sobre todo las que están abordando los temas económicos y sanitarios, deben permanecer en sus cargos?

Si estamos hablando de personas de confianza designadas, eso dependerá de los ministros que ocupen esos cargos. Lo que hemos encontrado, cuando llegamos al Gobierno, fue una cierta fragmentación en la manera en que se trabaja en el sector público. Los ministerios permanecían aislados. Hubo muchísimas demoras, sobre todo en temas tan urgentes como la negociación de la compra de vacunas. Incluso, dentro de los propios ministerios, algunas divisiones y partes de cada ministerio, no conversaban entre sí. Esto ha sido desgraciadamente una antigua costumbre en la administración pública en Perú, en parte causada por algunos presidentes y primeros ministros, que preferían tratar por separado con cada uno de los sectores y que veían un poco preocupante, por decirlo así, que se juntaran entre ellos. Cambiamos totalmente ese estilo. No solamente hicimos y logramos que el gabinete trabaje de manera cohesionada y unida, sino que creamos diferentes grupos de ministros que tenían que ver con algunos temas específicos. Esto logró, por decirlo así, una mayor conexión entre los diferentes sectores que tenían que opinar sobre un mismo tema. Ha sido una forma diferente de trabajar y lo que esperamos es que esto continúe.

¿Cree que estas elecciones han polarizado más al país?

Yo creo que la polarización ya venía dada desde hace bastante tiempo, pero es curioso. Es una polarización con fragmentación. No es que son dos grupos homogéneos. Lo que tenemos en el Perú son muchos grupos pequeños políticos. Hemos tenido 18 candidatos a la presidencia en la primera vuelta. Al final, se forjan coaliciones, a veces a la carrera, muchas veces entre grupos que uno nunca pensaría que estarían juntos. En ese sentido, es una polarización aparente que esconde una gran fragmentación y que, en esta condición, con la calidad y las características de los dos candidatos, ha hecho desaparecer, por decirlo así, el centro político.

¿Fue un error comunicarse con Mario Vargas Llosa, quien tenía una posición muy marcada a favor de una candidata, en medio de la campaña?

No. Ya no había campaña política, disculpe. Ya había terminado la campaña política. Estaban en el recuento de votos, que es otra cosa, y no había que tomar parte por uno o por otro. Lo que había que hacer, como lo dijo muy claramente el señor Vargas Llosa cuando conversó conmigo y luego lo expresó públicamente, era esperar a que los resultados sean publicados por el Jurado Nacional de Elecciones, y eso fue lo que conversamos en principio con el señor Vargas Llosa. Lo que converso, dicho sea de paso, con muchísimos miembros del Parlamento, de otros partidos, sector privado de manera continua. Lo que sucede es que el señor Vargas Llosa es una persona mucho más prominente y, de alguna manera u otra, circuló la información de que yo estaba comunicándome con él y se sacó de contexto.

Lo prolongada que ha sido la proclamación del nuevo presidente, que de hecho todavía no se da, ¿ha debilitado las instituciones electorales en nuestro país?

No, en lo más mínimo. Creo que las instituciones electorales han sido, en recientes años, y son ahora sólidas, fuertes y tienen un gran respaldo de la comunidad internacional de observadores. Hemos tenido más de 12 misiones de observación electoral internacional y todas han prestado su apoyo y plena confianza en el funcionamiento del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), la Oficina Nacional de Procesos Electorales y el Jurado Nacional de Elecciones.

Su relación con el Congreso ha sido bastante tensa en los últimos meses e, incluso, en los últimos días. ¿Cree que va a ser fácil para el siguiente Gobierno tener una relación cercana con el Poder Legislativo, considerando lo fragmentado que será el parlamento que asume funciones en julio?

Sí, pero mire, quisiera corregir una cosa. Mi relación no ha sido tensa con el Congreso. Mi relación ha sido de lo más cordial con la gran mayoría de congresistas, con la mesa directiva. Hay un pequeño grupo de congresistas que tiene una visibilidad y un protagonismo que va más allá de sus capacidades, debo decirlo con toda claridad. Suenan y hacen mucho ruido y con ellos son los que he tenido los problemas, no solo yo, sino muchas otras instituciones en el país. Los aparentes conflictos han sido con un pequeño grupo de congresistas que todavía creen en algunas fantasías políticas y que, realmente, desde el punto de vista del país, son marginales a lo que debemos hacer en el futuro. ¿Qué sucederá con el nuevo Gobierno? No lo sé. Debo decir que estamos tan ocupados que no he hecho un análisis detallado aún de la composición del nuevo Congreso, de las posibles coaliciones, qué posición van a tomar con respecto a quien eventualmente sea ha proclamado como ganador de la segunda vuelta. 

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¿Le preocupa que haya una nueva Constitución en el Perú y que se llegue a discutir el capítulo económico?

No me preocupa en lo más mínimo. Una nueva Constitución, como gran cosa, es probablemente algo que, en primer lugar, no está contemplado en nuestro marco constitucional, valga la redundancia. Lo que sí creo es que se pueden hacer, como ya se han hecho a lo largo de los últimos 20 años, son reformas puntuales y parciales a diferentes aspectos de la Constitución. Sus artículos han sido reformados en más de doce oportunidades. Tirar todo por la borda y empezar de cero con una nueva Constitución, desde el punto de vista práctico y ejecutivo, no va a tener gran impacto. Lo que sí tiene es un impacto simbólico en algunas personas que creen que la Constitución los amarra demasiado en el capítulo económico. Yo he examinado en absoluto detalle todas las provisiones que están en el capítulo económico y le puedo decir con seguridad que la posibilidad de actuar para el Gobierno de la sociedad civil y el sector privado está abierta. El concepto del papel subsidiario del Estado está definido de una manera muy clara, que les permite a las instituciones públicas al Estado intervenir en una serie de campos que, por alguna razón, no lo ha hecho en el pasado. Pero es perfectamente posible tener un Estado más activo, con un mejor proceso de regulación, combinado con un sector privado dinámico. Yo no veo ningún problema en ese tema.

¿A qué se va a dedicar luego de dejar el Gobierno?

Inmediatamente después me voy a dedicar a dormir (risas). 

Pero laboral o profesionalmente, ¿hay una perspectiva?

Volveré al mundo académico y a la enseñanza. En este momento, por decirlo así, soy como un “agente libre” entre los futbolistas, porque el contrato que tenía con la universidad ya terminó. Después de descansar un tiempo, exploraré otras opciones, pero creo que van a estar más en el campo académico, más en el campo de estudios, investigación, publicaciones, enseñanza, conferencias. Y, por supuesto, en la medida que sea conveniente, necesario y me lo pidan, trataré de dar algunas sugerencias, consejos, sobre cómo deben manejarse los asuntos públicos en Perú y también los asuntos privados y de la sociedad. 

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