Las autoridades griegas están a tiempo de mostrarle al mundo –y a Alemania– que son capaces de recuperarse. Sólo necesitan un poco de valor.   Por Steve Forbes   ESTIMADOS PRIMER MINISTRO Tsipras y Ministro de Finanzas Varoufakis: Puede que hayan ganado un aplazamiento de cuatro meses frente a sus acreedores, pero su situación es desesperada, y todo el mundo lo sabe, especialmente los tesoreros de Europa: los alemanes. Como ustedes acaban de aprender por la vía más dolorosa, su capacidad para chantajear a sus acreedores es de sólo una fracción de lo que una vez fue. Las empresas, los bancos y otros han tenido suficiente tiempo para prepararse para el peor de los casos: la salida de Grecia de la zona euro. Sus propios ciudadanos no tienen fe en ustedes, como lo demuestran los masivos retiros de efectivo de los bancos griegos y el éxodo de capitales de Grecia hacia paraísos supuestamente más seguros. Ustedes tienen razón en su argumento de no elevar el ya de por sí horrible IVA de 23% de Grecia. Y tienen razón cuando dicen que el programa actual no está funcionando. Pero sus ideas –mayores impuestos para los “ricos”, más burócratas, prácticamente cero privatización y salarios mínimos más altos– son peores. Si son serios sobre sus intenciones de salvar a su país y rescatar a su pueblo de una catástrofe económica aún más terrible, hay algunos pasos básicos que deben tomar para promover rápidamente el crecimiento económico, al tiempo que les daría la invaluable oportunidad política de indicarle a la troika (el FMI, el BCE y la UE, es decir, los alemanes) en qué punto exacto del camino deben bajarse. Después de todo, no hay razón para que la economía de Grecia no pueda expandirse. Miren a sus vecinas Bulgaria, Albania y, sí, Macedonia. Tienen problemas en abundancia, pero sus actuaciones son estelares comparadas con la suya. Sus economías se han expandido en los últimos años, mientras que la suya ha experimentado una terrible contracción. ¿Grecia está condenada  a ser el perpetuo rezagado económico de la Unión Europea? No. He aquí cómo pueden dejar de mendigar de una vez por todas: –Impuestos. Bulgaria y Macedonia tienen un sistema de impuesto único del 10% sobre los ingresos personales. Adopten ese modelo. Den un paso más: reduzcan su impuesto corporativo a 10%. Mientras estén en ello, reduzcan su IVA a 15%, lo que demostrará su compromiso con los oprimidos. En cuanto a su impuesto sobre la renta ridículamente alto (de 45%), háganlo de 10% también. Por supuesto, la troika y todos los demás pondrán el grito en el cielo, argumentando que no pueden darse el lujo de hacer eso. La respuesta griega debe ser que no pueden darse el lujo de no hacerlo. La evasión fiscal en Grecia es endémica. Su horrible sistema fiscal es una de las razones por las que Grecia tiene una gran economía informal. Para molestar a los alemanes, citen el ejemplo de Rusia. Cuando Putin asumió el poder en 2000, el sistema tributario de Rusia era aún más complicado y la corrupción ensombrecía a la de Grecia. Putin lanzó todo por la borda y estableció un impuesto fijo del 13% sobre los ingresos personales y recortó al resto de gravámenes. Los ingresos se dispararon de inmediato debido a la facilidad de aplicación y a un mayor crecimiento económico. (¡Ay!, ese fue el punto más alto en el gobierno del presidente eterno ruso.) Los impuestos son, a la vez, un respiro y una carga. Al incrementar el precio de cosas buenas como el trabajo productivo, el éxito y la asunción de riesgos, la carga se vuelve más pesada y obtendrán menos de estas cosas. Los gobiernos no crean recursos, la gente lo hace. –Privatización. He aquí una fuente fácil de dinero que aligerará enormemente la presión sobre su presupuesto. Los gobiernos anteriores han arrastrado los pies e incluso han estado dispuestos a completar un censo de lo que el gobierno posee en realidad y de las personas que trabajan para estas entidades. Esto es irresponsable en extremo. Y su gobierno ha reducido drásticamente lo que sus predecesores hicieron de mala gana. En 2011 asistí a una conferencia en Atenas, cuyo objetivo fue discutir el futuro económico del país. Entre los asistentes se encontraban funcionarios de Polonia que habían llevado a cabo numerosas ventas de activos y empresas gubernamentales, que ascendieron a miles de millones de euros. Con exasperación, estos funcionarios señalaron que el gobierno de George Papandreu ni siquiera se reunió con ellos para discutir las lecciones que Polonia había aprendido acerca de la forma correcta de privatizar. Sus acreedores tienen derecho a negarse a continuar rescatando a Grecia. –Dejen de destrozar a los viejos residentes griegos o a sus descendientes que quieren invertir en Grecia. El gobierno debe dar la bienvenida a dichos inversionistas con los brazos abiertos, no con sospechas. Además, debe instar a sus propios ciudadanos a no considerarse como intrusos no deseados. –Faciliten la apertura de nuevos negocios. Grecia ha hecho algunos progresos que permiten a las personas crear empresas legales, pero el proceso aún toma demasiado tiempo y ofrece oportunidades para que los burócratas exijan el pago de regalías. Usen a Nueva Zelanda como su modelo: toma sólo un par de clics solicitar la apertura de un nuevo negocio allí. En la misma línea, y algo crucial para que una economía funcione correctamente, está el cumplimiento de los contratos. En esta categoría, el Banco Mundial sitúa a Grecia como uno de los peores países del mundo. –Cambien las leyes laborales que asfixian la creación de empleos. Las leyes sofocantes que ostensiblemente conservan empleos al hacer que un despido sea caro y complicado, evitan que los negocios contraten más personal o, igual de probable, alienten a las empresas a contratar a los trabajadores fuera de los libros. Se han hecho algunos avances en este tema, que ustedes perversamente desean deshacer. Los sindicatos se quejarán, pero una economía colapsada con el desempleo en aumento no es una perspectiva agradable. –Ni piensen en abandonar el euro. Sus dracmas no tendrían, ni de cerca, el valor del papel en que estarían impresos. Los griegos los evitarían, lo que dejaría al euro (y al dólar) como moneda de facto. Tal medida destruiría lo que queda del sistema bancario de Grecia, y la economía colapsaría, haciendo que los últimos tiempos, a pesar de duros, luzcan como el paraíso. Y, por el amor de Dios, no se cuelguen de Chipre y confisquen los depósitos bancarios. En cuanto a los controles de capital, si llevan a cabo las reformas aquí mencionadas, el capital llegará a su deprimida economía. Por desgracia, no es probable que ustedes abracen estas medidas, especialmente las fiscales. Ni ustedes ni sus acreedores parecen entender lo que permite a una economía prosperar. No están solos, la confusión es global. Cuando Estados Unidos elija a un nuevo presidente en dos años, esto va a cambiar, pero ya será demasiado tarde para salvar a Grecia de más sufrimiento innecesario. Por favor prueben a los escépticos que estaban equivocados y resueltamente pongan a su país en camino de convertirse en el Hong Kong/Singapur/Suiza del Mediterráneo. El éxito sería su mejor venganza. Atentamente, Steve Forbes.

 

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