Por Claudia M. García Mancilla* El Congreso de la República de Guatemala discute la iniciativa 5196 y se dispone a aprobar la ley marco para la regulación, uso y comercialización de las bolsas de plástico. Actualmente se encuentra aprobada en segunda lectura y aún está pendiente una tercera, aprobación por artículos y redacción final antes de ser enviada al Ejecutivo para su sanción. Sin embargo, esta iniciativa ya ha generado mucha incertidumbre, sobre todo dentro de la industria de los plásticos. La propuesta, de ser aprobada, contempla un plazo de cinco años para que aquellos que se dedican a la fabricación de bolsas plásticas comiencen a realizar el cambio hacia materiales biodegradables. Cabe mencionar que, de manera aislada, algunos municipios han tomado la iniciativa de prohibir el uso de bolsas plásticas con el fin de reducir el impacto que están causando en sus comunidades. Y, aunque la iniciativa ha sido bien recibida y ha tenido impactos positivos, en general hay muchos aspectos que discutir sobre la prohibición del uso de este tipo de bolsas. Considero que la sola prohibición de alguno de los elementos que causa daño en la sociedad no es suficiente y, por el contrario, provoca muchos efectos colaterales contraproducentes. A manera de ejemplo, la prohibición del alcohol generó contrabando y la de las drogas produjo un sinfín de aspectos relacionados con el narcotráfico que estas líneas no serían suficientes para enumerar. Uno de los aspectos que más preocupa de iniciativas como la 5196 es que no vienen acompañadas de otra medida orientada a cuidar el ambiente. La misma no contempla ninguna política en cuanto al uso y manejo de desechos. Sin una política pública orientada a proteger honestamente el ambiente, cualquier iniciativa reaccionaria no va a solucionar nada. El impacto de prohibir el uso de bolsas plásticas va a tener más efectos negativos, cómo la pérdida de empleos y daños a la industria. Previo a aprobar esta iniciativa, imagino que los diputados ya han tenido acceso al estudio técnico sobre el costo-beneficio de este proyecto, además de que han evaluado alternativas antes de solamente pensar en prohibir las bolsas. ¿Se verificaron los impactos de este tipo de medidas en otras partes del mundo donde ya se implementó alguna norma? Preocupa que sea mínimo el esfuerzo que se hace para concientizar y educar a la sociedad acerca del reciclaje y la reutilización de ciertos materiales. Esta clase de iniciativas que buscan prohibir algo, deberían estar acompañadas de un plan masivo de concientización, culturización y educación sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Me pregunto por qué los diputados no han considerado implementar una política fiscal verde. Quizá la respuesta está relacionada con el hecho de que estas políticas pueden restarles popularidad y, considerando que estamos en un período preelectoral, es probable que no les convenga. Pero la realidad es ésa. ¿Entonces mañana estaremos prohibiendo el uso de pajillas de plástico, lo cual tiene un poco más de sentido y es un elemento del cual sí podemos prescindir? Pero de las bolsas plásticas no lo creo. Aparte de que éstas son reusables y, de hecho, tienen muchos usos importantes, considero que no es la solución. El año pasado, el Ministerio de Finanzas comenzó a hablar sobre la política fiscal verde, orientada a reducir el impacto de los hábitos de la sociedad y a fomentar los emprendimientos verdes. Dentro de su propuesta estaba la reducción de emisiones del sector transporte, la reducción de contaminación de desechos sólidos como PET, cartón y papel, la reducción de contaminación por llantas, baterías y otros desechos que son peligrosos, así como la promoción de emprendedores pro ambientales. Apoyar estas iniciativas que tiene un soporte técnico, estudios, y análisis de costo-beneficio sería más provechoso para el país y para la sociedad. Considero que es importante terminar con el hábito de aprobar leyes que se toman de otros países con un criterio de “copy-paste”. *Economista investigadora de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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