Estados Unidos y China se encaminan hacia la reconciliación en materia comercial. La disputa sobre el comercio que han mantenido, hasta ahora, los dos principales bloques económicos del mundo ha mantenido en vilo al comercio global, que, como ya indicó la Organización del Comercio Mundial (WTO, por sus siglas en inglés), está lastrando el crecimiento del comercio, así como de la economía global en su conjunto. Una guerra comercial que, atendiendo a los últimos sucesos, así como los diversos avances en las negociaciones, podría estar llegando a su fin.

Y es que, en la última semana, Estados Unidos ha dado un nuevo paso en la reconciliación con el gigante asiático. Un paso que, pese a parecer insignificante, representaba uno de los principales detonantes al inicio de la guerra comercial. Un fenómeno que, tras la actuación de China, resuelve un aspecto fundamental para el acuerdo entre los dos países, el cual pondría fin a dicha disputa. En los próximos días, de acuerdo con las declaraciones de los mandatarios estadounidenses, se podría cerrar la primera fase del acuerdo, por lo que se marcaría así el inicio de la reconciliación.

Esta semana, el Gobierno de Estados Unidos ha sacado a China de su listado de países “manipuladores de divisa”. Como comentábamos, un paso fundamental para lograr tan ansiado acuerdo. El listado de “manipuladores de divisa” es una relación de países que, de acuerdo con la valoración del Gobierno norteamericano, utilizan estrategias, en materia comercial, basadas en el aumento de la masa monetaria, siendo su fin el de incrementar el dinero en circulación y devaluar, así, su divisa. Una devaluación que, de acuerdo con el Gobierno de Estados Unidos, produce una manipulación más que injusta sobre el libre comercio entre los países.

Devaluar la divisa ha sido siempre una estrategia muy recurrente para el gobierno Chino. Dada la fuerte apuesta por el comercio, así como la gran dependencia de éste del sector exterior. La estrategia estaba basada, fundamentalmente, en utilizar políticas de carácter expansivo, produciendo un impacto en la divisa que rebajase notablemente el valor del Yuan. De esta forma, al devaluar el precio de la divisa, las exportaciones a otros países con monedas más valoradas se abaratan, lo que da lugar a una mayor atracción para el resto de países, que pueden comprar más barato en el país asiático.

Con esta estrategia, China ha logrado históricamente un factor competitivo que le situaba en mejor posición que otros países con monedas cuyo valor superaba sustancialmente el valor del Yuan. El abaratamiento de costes que suponía comprar en China, donde la divisa sufría continuas depreciaciones por las políticas aplicadas en el país, incentivaba al resto de países a comprar más en China, ya que ofrecía una mayor competitividad en materia de costes. Algo que, pese a ser una estrategia conocida, China ha negado siempre su uso.

Para Trump, la devaluación de la moneda significaba uno de los principales escollos para la firma de un acuerdo comercial. Esta práctica desleal llevó a que Estados Unidos incluyese al país asiático en dicho en una relación de países que utilizaban dicha estrategia para incrementar su competitividad en los mercados internacionales. Esta inclusión implicó al Fondo Monetario Internacional (FMI), que tras el anuncio, comenzó a vigilar el tipo de cambio chino con mayor rigurosidad, pues dicha estrategia se considera, como hemos dicho, una estrategia desleal, pues estamos hablando de generar ventaja competitiva mediante la capacidad de manipulación.

Esta estrategia utilizada por el gigante asiático provocaba que los efectos de los aranceles tuviese efecto nulo en la cantidad de bienes exportados, ya que, ante un incremento en los aranceles para la potenciación de un producto de origen nacional, China utilizaba la devaluación monetaria, provocando una caída más intensificada en los precios, situándolos en niveles similares al de los competidores. De esta forma, el producto chino siempre se encontraba mejor posicionado en los mercados. Un estrategia que, en los últimos meses, se estaba justificando por la debilidad de la moneda ante los efectos de la guerra comercial, según Pekín.

Sin embargo, en las últimas semanas, el valor del Yuan ha vuelto a coger fuerza, alzándose en los mercados y revalorizándose notablemente, tras su caída a niveles de 2008 en agosto. Un fenómeno al que, desde Estados Unidos, han respondido con la exclusión de China de ese listado que incluía a los países que utilizaban la devaluación monetaria, poniendo fin así a su disputa con el valor de la moneda. Una disputa que, pese a integrar otros problemas aún por resolver, comienza a generar un ligero optimismo para los mercados.

Desde el Gobierno Norteamericano, esto representa, una vez más, el esfuerzo de China para alcanzar un acuerdo, así como el mayor ejercicio de transparencia por parte del Gobierno asiático. Razón por la que se ha procedido a sacar a China de listado de manipuladores, además del avance en las negociaciones.

Un guiño de Estados Unidos al gigante asiático, justo en un momento que, como decíamos, se está negociando el fin de una disputa que no dejaba de incidir en un mayor deterioro de la economía. Debemos recordar que el comercio representa cerca del 60% del PIB mundial, lo que, ante la paralización que ha experimentado dicho fenómeno, estaba incidiendo de forma directa en los crecimientos. De hecho, la Organización Mundial del Comercio, como organismos supervisor, había realizado nuevos reajustes a la baja en las previsiones de comercio, relajando el volumen de mercancías ante el tenso escenario que vivían los mercados.

La guerra comercial está cada día más cerca de llegar a su fin. Sin lugar a dudas, un suceso que no solo tendría un impacto positivo en los mercados, sino que también lo tendría en la economía. El deterioro que ha experimentado el balance de riesgos, así como los grandes focos de incertidumbre que sacuden al desarrollo y los crecimientos han marcado la agenda en el 2019. Unas tensiones e incertidumbres que han ido reajustando a la baja los crecimientos, en un entorno en el que la desaceleración económica ha incidido con fuerza, provocando reajustes a la baja, incluso, en el crecimiento económico mundial.

 

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