En la última década  más de 600 comunicadores han sido asesinados en el mundo y no todos como resultado de conflictos bélicos.   Por Erick Fernández Saldaña*   Al momento de escribir estas líneas, las noticias vinculadas a la libertad de expresión en este país no son alentadoras. Las amenazas a  informadores, a las organizaciones defensoras del ejercicio periodístico están presentes en diferentes espacios y marcan una obtusa regularidad que corre el riesgo de dejar de sorprendernos. El viernes 3 de mayo se conmemora, por vigésima ocasión, el Día de la Libertad de Expresión a nivel mundial y debe ser el momento de revalorar el trabajo que realizan los periodistas para informarnos del acontecer cotidiano y que cualquier limitación al mismo supone una verdadera afrenta a nuestros derechos y a la democracia. Este 2013, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO ha elegido oportunamente el tema “Hablar sin riesgo: Por el ejercicio seguro de la libertad de expresión” como eje de las preocupaciones de la comunidad internacional que va más allá de un simple slogan representativo de una efeméride y busca llamar la atención frente a esta situación con acciones urgentes. Un reto central que deben hacer suyo los gobiernos y otros actores es garantizar la seguridad física y psicológica de los periodistas tanto en los medios electrónicos e impresos además de las plataformas tecnológicas en crecimiento constante y en resolver los grandes pendientes de justicia debido a la impunidad de delitos vinculados al ejercicio de la actividad periodística. No como un dato aislado, vale recordar las estimaciones de la propia UNESCO para el año 2012, la propia Directora General del organismo Irina Bokova condenó el asesinato de 121 comunicadores, casi el doble de los hechos acontecidos en 2010 y en 2011.  Aunado a que en la última década  más de 600 periodistas han sido asesinados en el mundo y no todos como resultado de conflictos bélicos. Es necesario destacar frente a esta situación se suma ahora una vertiente creciente  como resultado de la utilización de las plataformas tecnológicas digitales, muchas de ellas establecidas en internet y que los periodistas utilizan con mayor frecuencia y para los blogueros es parte central de su entorno de trabajo. Esto conlleva necesariamente a mayores retos para la seguridad de los usuarios, frente a ataques constantes que atentan ante la libertad de la circulación de las ideas y de expresión. Los informes sobre la situación de la libertad de expresión y el respeto a la integridad de los periodistas no son positivos en lo absoluto, ni a nivel global, regional o nacional. Lo cual no solo demerita la calidad de la democracia sino el derecho de los individuos a estar informados. Por ello es necesario desarrollar espacios de información confiable, con medios fortalecidos, libres, plurales e independientes que  proporcionen las condiciones de trabajo óptimas para sus periodistas basadas en la seguridad personal y que por resultado consolidarán a  ciudadanos que tomen decisiones informadas. En cada historia personal, en cada silencio, amenaza, agresión, desaparición o muerte de un periodista, comunicador o quien defiende sus ideas no solo pierde la democracia, perdemos todos. En la memoria viva de quienes tienen que ejercer la libertad de expresión plenamente se detalla el compromiso individual para que la situación cambie con urgencia y podamos revalorar este derecho fundamental a difundir con seguridad las informaciones y que podamos “Hablar sin Riesgo”.   *Académico de los departamentos de Estudios Internacionales y Comunicación de la Universidad Iberoamericana. Coordinador de la cátedra UNESCO-Comunicación y Sociedad

 

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